Dos caras muy distintas entre un tiempo y otro, pero la que vale es la del final: la que exhibe una sonrisa de oreja a oreja. Es que al Canalla le tocó transitar un partido de locos, por momentos jugando muy mal, pero que a fuerza de coraje y empuje se terminó llevando la clasificación venciendo al Tomba por 3 a 2, luego de estar 0-2 y con un hombre menos.

Era de la única manera que la historia se podía revertir. Porque es verdad que el Central del primer tiempo se pareció y mucho al de la Superliga: inconexo, falto de ritmo, predecible en la creación e ineficaz en el ataque. Sólo le quedaba apostar a la épica, cosa que nunca es sencilla, pero que esta vez funcionó y le dio al Canalla de Paolo Montero una vida más.

La roja de Tobio pareció quemar todos los papeles. El equipo rosarino no se podía recuperar de ese cachetazo y se vio altamente superado por su rival. Recién en el cierre del primer tiempo, cuando Marco Ruben dilapidó su chance desde el punto del penal, el Canalla esbozó algo en ataque.

Habrá que pensar y repensar las formas, pero en el segundo tiempo hizo lo único que tenía que hacer. Montero se dio cuenta a tiempo de que con la pelota la cosa no iba, y empezó a mandar por aire todas las ilusiones, que aterrizaban en las cabezas de Marco Ruben y de Fernando Zampedri, cada día un poco más clave en este Central.

Resurgieron Camacho y Carrizo luego de un lapidario primer tiempo de ambos. Explotaron las bandas y fueron los artíficies de que los papeles se inviertan y el sucumbido sea Godoy Cruz, que hasta se había dado el lujo de toquetearle la pelota a Central en tres cuartos de cancha cuando tenía la ventaja.

Central fue bicho. Tuvo viveza y coraje, lo que Paolo Montero mostraba como jugador. Eso mismo fue lo que trató de imprimirle a su equipo, aunque nunca se vio tan potenciado como en esta tarde/noche que quedará en la retina de todos los canallas por un largo tiempo.

A no olvidar lo que se hizo mal, que fueron más de 50 minutos de nada. A Montero le queda muy poco crédito, pero hoy «recargó» con la ayuda de sus dirigidos, que sintieron que podían y escribieron una página más en la historia canalla en Copa Argentina.