SáBADO, 30 DE NOV

Chemtrails: ¿teoría conspirativa o terrorismo químico?

Mientras que la comunidad científica no duda en sostener que se trata de estelas producidas por la condensación del aire, aquello que contemplamos de manera recurrente en el firmamento, sigue siendo materia de elucubraciones, debates e investigaciones.

Por Alejandro Maidana

En una encuesta internacional realizada hace unos años, en 2011, casi el 17% de las personas preguntadas afirmaron creer en la existencia de un Programa Atmosférico Secreto a Gran Escala –SLAP por sus siglas en inglés- a la cual se le conoce comúnmente geoingeniería encubierta, y que ha dado lugar a la creencia y a la pretensión de mostrar la evidencia científica de una fumigación química generalizada vinculada a impactos negativos en la salud humana o el medio ambiente.

Sin ánimo de adentrarnos en las profundas cavidades de las denominadas teorías conspirativas, y permitiéndonos dudar de aquello que se manifiesta desde el firmamento de manera opulenta y hasta en forma de mensajes, perseguimos a través de este artículo sumar experiencias y argumentos que puedan aportar seriedad al debate ¿Estelas de condensación o estelas químicas? ¿Nanotecnología o efecto natural? Muchas podrían ser las peguntas que buscan esas respuestas que puedan saciar la inquietud del espíritu humano, mientras tanto, el cielo y sus mensajes nubosos se manifiestan de manera incesante.

Alejandro Beletzky fue guardaparques durante 21 años y una de las materias con las que tuvo que amigarse, fue la climatología. Por ello su preparación a la hora de observar el clima para poder describirlo, estuvo siempre muy aceitada. Alejandro tuvo tres estaciones meteorológicas y en sus distintos destinos, es decir que siempre estuvo amigado con el cielo y con todo lo que rodea el universo del mismo.

“Siempre me maravilló poder observar las nubes y todo lo que acontece con lo climático. Cuando me mudo a Córdoba, allá por el año 2013/14, pude contemplar por primera vez lo que hoy denunciamos, ya que, en la Patagonia, lugar en el que residía, nunca se había visto algo similar. En lo particular cuando me tocó dar clases en Villa Yacanto, un lugar muy alto de las sierras, me tocó contemplar las estelas que se desprendían de los aviones con asiduidad. Aún más cuando me tocaba guiar en el Cerro Champaquí, ya que gracias a su imponente altura y mis binoculares, podía contemplar el movimiento de estos aviones”.

Beletzky impulsado por la inquietud y lo que se manifestaba desde los cielos, comenzó a articular estrategias para poder estar más cerca de aquellas estelas lineales que atravesaban el firmamento. “Quería estar más cerca de esto, pero claro, me resultaba imposible, hasta que uno de mis hijos que es piloto me aconsejó un programa que podía darme el nombre estos aviones que surcaban los cielos, el nombre de este programa es flightradar24. Así fue como pude dar con los aviones y sus matrículas, como así también contemplar alteraciones, por ejemplo, había aviones que salían desde San pablo (Brasil) y se dirigían a Santiago de Chile, no eran aviones que se movían dentro del país. Lo que me llamó poderosamente la atención, es que, si vos trazabas una línea recta entre San Pablo y Santiago de Chile, era imposible que esos aviones estén transitando las ciudades más importantes de Argentina como lo hacían. Incluso bajaban hasta Mendoza, y en Córdoba merodeaban por Calamuchita y otras ciudades del sur, no trazaban una línea recta como debería hacer un avión, sino que trazaban líneas por muchas ciudades del país”.

Movilizado por esto, el ex guardaparque comenzó a compartir esta información con distintos grupos de personas con la intención de alertar y convocar a seguir de cerca estos movimientos. Así fue como comenzamos a descubrir que, en los puntos más altos de algunos cerros, las primeras hojas de la primavera aparecían achicharradas, así fue como trasladé la inquietud a un ingeniero agrónomo que me dijo que era una manifestación típica del glifosato. En ese ínterin, y movilizado por esto, acudí a internet para contemplar los primeros documentales que comenzaban a describir la geoingeniería climática como un instrumento de guerra que estaba utilizando Estados Unidos y otras potencias financiadas por el Club Bildelberg. Allí muestran como los primeros ejercicios de los Estados Unidos fueron realizados en Vietnam, para después ampliar su tecnología para continuar con sus pruebas en California, encontrando correlación en los gigantescos incendios en ese lugar”.

Como dato saliente sobre el último aporte, un ingeniero forestal de California, comenzó a observar una conducta extraña en el bosque. La velocidad y voracidad del fuego en conjunto con algunas explosiones, elevó una señal de sospecha que lo empujó a realizar un análisis de suelo. “Así fue como descubrió aluminio y cesio radiactivo entre otros químicos que no se manifiestan en la naturaleza, ya que se trata de productos que han sido procesados y dispersados en la atmósfera. Automáticamente cuando comencé a hablar de esto, lo primero que esgrimieron fue que se trataba de estelas de condensación, del contrail. Si fuese esto, nacería en el horizonte y se iría perdiendo en el mismo, además el contrail que había contemplado toda mi vida, como climatólogo que soy, era una colita que aparecía detrás del avión y se iba con el mismo. En definitiva, podía llegar a ser el doble del avión, pero iba diluyendo hasta no dejar rastro alguno, por ello esto no se trata de contrails, ya que se queda, se ensancha y cubre”.

Luego de detallar con exactitud lo vivido e investigado, Alejandro Beletzky considera fundamental visibilizar lo vivido en su primer invierno en la provincia de Córdoba. Un invierno fresco, seco y adorable, situación climática que nada tendría que ver con los venideros. “Los restantes inviernos fueron una sopa, las paredes grandes de la casa que alquilaba junto al Río Santa Rosa, llegaron a juntar tanta humedad que pasaba para el interior de la casa, estaban verdes las paredes, una humedad que jamás se había visto en Córdoba. Evidentemente estos aviones que arrojaban los químicos en las altas cumbres, provocaban una circulación distintiva que generaba que durante semanas nos encontrásemos bajo niebla. Vos subías al Champaquí en un día como el mencionado, y al llegar a la cumbre atravesabas esas nubes y era un día perfecto”.

Apoyado en los documentales, comenzó a tener un seguimiento mucho más intenso respaldado en las herramientas que aportaban los mismos. Así fue como se conformaron varios grupos en Calamuchita para poder observar y seguir una temática que los inquietaba de sobremanera. “El primer caso en el que intervenimos se trató de un avión carguero de la empresa GOL, el mismo había partido desde San Pablo aterrizando en Mendoza, así fue como me comunique con el ministerio del interior para realizar la renuncia. Tal es así que hago contacto, pero me solicitan que les envíe un mail porque no entendían me requisitoria, por ello insisto y me comunico con la policía aeroportuaria argumentándoles que ese avión había pasado por Calamuchita esparciendo químicos. Se comprometieron a controlar, pero mientras yo seguía monitoreando a través del programa de vuelos, este avión siguió con su ruta con total normalidad”.

Esto ocurrió durante los tres años siguiente al suceso mencionado con anterioridad, quién viene investigando e insistiendo con la peligrosidad de lo que esparcen ciertos aviones en el firmamento argento, viviría una situación personal que no haría otra cosa que afirmar lo que venía sosteniendo. “Un día como tantos otros un avión de cola roja que surcó los cielos a muy baja altura nos roció con uno de estos productos, se formó un gran cono nuboso que hizo que a los pocos minutos y de manera repentina, me descompusiera estallando de fiebre. Decido ir al hospital del lugar cuando me encuentro que en el mismo había por lo menos 50 personas atravesando la misma sintomatología. El facultativo me aconseja tomar antibióticos a lo que le digo que en lo particular relacionaba mi estado a lo arrojado desde un avión, y en absoluta confianza me dice que el también dudaba sobre esto, pero que tiene mucho reparo en planteárselo a sus colegas”.

La experiencia Bariloche, una opulenta cruz en el cielo y el pedido de explicaciones

Una tradicional visita a su familia en la bella Patagonia, volvió a interpelar profundamente a Alejandro, ya que mientras contemplaba un cielo diáfano, dos aviones se encargarían de perturbar a un pueblo que rápidamente se puso en alerta. “La cruz en el cielo que formaron las estelas químicas arrojadas pro esos aviones, nos impulsó a un grupo de personas a tomar cartas en el asunto y exigir explicaciones. Recorrimos los medios de la zona denunciando este preocupante espectáculo, y vaya sorpresa, a los dos días de hacer la movida la tapa del diario Río Negro, tenía la palabra de un grupo de científicos que contradecían y descalificaban mis palabras hablando de que se trataba de condensación. Como no soy de quedarme quieto, me puse a investigar a estos científicos y me encontré con que se trataba de científicos vinculados a la nanotecnología”.

Desde allí los cruces se hicieron más intensos, empujando incluso a estos científicos a solicitar una clase pública en el Concejo Municipal tratando de explicar que se trataba del fenómeno de condensación del aire. “Estuvimos a nada de que comenzaran a volar sillas en esa exposición, ya que la supuesta explicación científica resultó ser una fantochada, mientras nos descalificaban, brindaban argumentos flacos para justificar lo evidente. El argumento era que nosotros no teníamos ninguna prueba científica, pero la realidad marcaba que ellos tampoco. Ahora, nosotros sí hemos podido reunir pruebas científicas, y esta tiene su anclaje en que este tipo de sucesos antes no existía, y la segunda, es que estos aviones ahora comenzaron a tirar y cortar, tirar y cortar. Si la teoría de ellos fuese cierta, me refiero a la teoría de la condensación, estaríamos hablando de que los pilotos estarían apagando y prendiendo los motores a cada rato, digamos, planeando en gran parte de sus vuelos. No, esto no puede ser posible, lo que sucede es que abren una llave de paso para arrojar lo productos y después la cierran”.

En la actualidad, por lo transmitido por quién no cesa en la lucha por dar a conocer la verdad sobre las estelas que atraviesan nuestro cielo, se ha vito a estos aviones mas cerca de Chile. Beletzky sostiene que en muchas oportunidades lo que observamos no son nubes, son esa especia de cirrus (tipo de nube) que tiene su origen en los químicos esparcidos con anterioridad por un avión. “Seguimos difundiendo y acercando herramientas para que el ciudadano común se encuentre en alerta, contamos con una página y columnas en distintos programas de radio en donde la gente se comunica y solicita información. Cada día hay mas gente vigilando el cielo, incluso los he invitado a los ingenieros nucleares a debatir en la radio, pero ni siquiera responden. Entiendo que les resulta imposible poder explicar científicamente el porque se cortan esas estelas si se tratase de la condensación del aíre. Cuando se aproxima una tormenta desde el Pacífico, trato de estar atento con la computadora y el teléfono, ya que automáticamente cuando los aviones se aproximan a la cordillera descargan, cortan y vuelven a descargar. Esto deja entrever que hay un elemento mecánico que se encarga de generar esos cortes que, de tratarse solo del fenómeno de condensación, no debería suceder”.

El entrevistado sostiene que existen filmaciones aéreas en donde se puede observar que las estelas no son productos de la condensación que generan las turbinas del avión, sino que se desprenden de picos que se encuentran en las alas de los mismos.  Las preguntas son muchas, una de ellas tiene que ver con el objetivo de estas prácticas. “El silencio cómplice de las autoridades es lo que mas ruido hace, Argentina se ha convertido en un lugar ideal para esparcir estos químicos. Hay datos que llaman mucho la atención, por ejemplo, cuando brindamos mucha información y los medios se hacen eco, por algunos días las estelas químicas cesan. En otros momentos los aviones surcan durante días los cielos y no generan ningún tipo de estela, por ello es vital realizar denuncias federales para que sea la justicia la que se ponga a trabajar en torno a exigir investigaciones. Intervenir los aeropuertos, analizar las cargas de los aviones, sus tableros y tolvas, y de esa manera poder estar mas cerca de conocer que tipo de químicos se encargan de esparcir”.

Por último, Alejandro Beletzky, insiste, recomienda y considera fundamental que se tome la matrícula del avión en cuestión a través del programa Flightradar24. A ello es preciso sumarle la foto como parte fundamental de un combo que deberá ser utilizado para realizar una denuncia federal. Mientras tanto, especialistas en ingeniería climática sostienen que la manipulación atmosférica en altura puede provocar un efecto dominó no dominable, un ejemplo concreto podría ser lo sucedido semanas atrás en Mercedes, San Luis, donde granizos de un tamaño pocas veces visto generó un verdadero caos en la ciudad ¿Teoría conspirativa o terrorismo químico? Por lo pronto a seguir vigilando los cielos.

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