MIéRCOLES, 27 DE NOV

Pese a la prohibición del gobierno, miles de bielorrusos se manifestaron contra Lukashenko

Miles de ciudadanos salieron nuevamente este domingo a las calles en Minsk para pedir nuevas elecciones y un verdadero cambio político. En tanto, crece el apoyo del presidente ruso, Vladimir Putin, a su par bielorruso, Alexander Lukashenko.

 

Al menos 125 detenidos en «auto cárceles», el epicentro de las manifestaciones completamente vallado, un Gobierno que no autoriza nuevas protestas y se niega a negociar, y un despliegue policial masivo no pudieron evitar que miles de bielorrusos salieron nuevamente este domingo a las calles en Minsk, la capital, para pedir nuevas elecciones y un verdadero cambio político.

Desde hace tres semanas y en un movimiento popular inédito para la exrépublica soviética que tiene un mismo presidente hace 26 años, cientos de miles y hasta millones de personas salen a las calles para rechazar la última reelección de Alexander Lukashenko -que ganó con más del 80% de los votos, según las cifras oficiales- y exigir nuevos comicios transparentes.

Pese a las constantes represiones, las detenciones masivas y posteriores denuncias de torturas y maltratos, los ataques sistemáticos a la prensa extranjera que cubre las protestas, una marea humana volvió a inundar uno de los puentes de Minsk y intentaba llegar al centro sitiado.

El sábado, la Asociación de Periodistas Bielorrusa denunció que las autoridades le quitaron la acreditación a al menos 17 periodistas de medios extranjeros, entre ellos las cadenas BBC, Deutsche Welle, las agencias de noticias Reuters y AP, y Radio Francia Inrernacional.

Sin embargo, la prensa internacional y nacional mostró este domingo parte de la movilización con tomas áreas hechas por drones o reproduciendo videos caseros de manifestantes.

En estos videos se ve cómo policías con pasamontañas detuvieron a personas que se acercaban al centro para protestar y los metían en camiones verde militar, conocidos en ese país como «autos cárceles», mientras alrededor manifestantes gritan: «¡Vergüenza!»

Para media tarde ya habían 125 detenidos por «participar en eventos masivos no autorizados», según dijo la vocera del Ministerio del Interior, Olga Chemodanova, en una conferencia de prensa citada por la agencia de noticias rusa Sputnik.

En la Avenida Independencia, donde estaba convocada la movilización, había desde temprano un despliegue masivo de policías, con una primera línea de camionetas con un vallado móvil enfrente, y cientos de antidisturbios a pie.

La Plaza Independencia, donde sería el corazón de la protesta, fue completamente vallada y estaba inaccesible.

Según periodistas locales, la policía bloqueó autopistas, puentes y otras formas de acceso al centro. Pese a ello y a que la protesta no fue autorizada por el Gobierno, la multitud avanzó caminando.

«Protestaremos en cualquier otro lugar de la ciudad», aseguró Maria, una manifestante de 33 años que caminaba entre la columna de personas, según la agencia de noticias DPA.

Hasta ahora, cuanto más creció la tensión en Bielorrusia -el saldo es de dos muertos, cientos de heridos y miles de detenidos en solo tres semanas- más creció el apoyo del presidente ruso Vladimir Putin a su aliado, Lukashenko.

Este domingo, en las horas previas a la nueva manifestación opositora, Putin llamó por teléfono a su par bielorruso para saludarlo por su cumpleaños y prometerle una reunión en Moscú para discutir la crisis en las próximas semanas, según Sputnik.

Hace solo unos días, Putin aseguró en un mensaje televisivo que Lukashenko le había pedido preparar «una suerte de reserva policial» y el mandatario ruso informó que ya lo hizo.

«Acordamos que no se usará hasta que la situación salga de control», agregó Putin.

Frente al contundente apoyo ruso, la Unión Europea (UE) sancionó esta semana a varios dirigentes bielorrusos por la represión de las protestas y, en la jornada de este domingo, el Alto Representante de la Política Exterior y de Seguridad Común del bloque, Josep Borrell, volvió a pedirle a Lukashenko que convoque a nuevas elecciones bajo fiscalización de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE).

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