SáBADO, 30 DE NOV

El pesimismo de la razón: Gramsci o Durán Barba

Por Ignacio Fidanza “El gobierno lanzó la reelección de Macri con la misma indolencia que viene abordando los desajustes macroeconómicos. El gradualismo más que un dogma parece un virus que drena entusiasmos. Y es natural. Pasamos de una meta de inflación del 10 por ciento, al 15, a más o menos el 20. Es una desviación del […]

Por Ignacio Fidanza

“El gobierno lanzó la reelección de Macri con la misma indolencia que viene abordando los desajustes macroeconómicos. El gradualismo más que un dogma parece un virus que drena entusiasmos. Y es natural. Pasamos de una meta de inflación del 10 por ciento, al 15, a más o menos el 20. Es una desviación del 100 por ciento, pero tranquilos que todo se irá acomodando. Porque estamos condenados al éxito.

El subtexto del programa contiene un tardío homenaje a Alfonsín, que vuelve aún más incomprensible el fastidio de Ricardito con Cambiemos. La Jefatura de Gabinete, el lugar que Macri eligió para verticalizar el poder, redescubrió el encanto de aquella idea que viene lastrando el desarrollo argentino: Un poco más de inflación -de lo razonable- empuja el crecimiento y el bienestar económico. El final ya lo conocemos.

Pero esta vez va a ser distinto, porque tenemos el mejor equipo de los últimos 50 años, que va a saber lidiar con este potro, para que corcovee pero no se dispare. Algo así como aflojar las riendas, pero mantenerlas cortas. ¿Suena contradictorio? Tal vez lo sea.

En el Ministerio de Hacienda tienen una explicación técnica para justificar su aplomo: “En la primera mitad del mandato el reajuste tarifario nos sumó 7 puntos de inflación por año y ese proceso se termina este año“. O sea, cuando enciendan los motores de la reelección en el 2019, van a llegar sin ese lastre. Los monetaristas tendrían algo para decir sobre ese pronóstico, si el déficit global se mantiene a los actuales niveles. Pero ya se sabe, son “liberalotes”. Que, por cierto, con su enojo se la hacen fácil a Cambiemos. “Sin ningún esfuerzo quedamos como socialdemócratas“, festejan en la Casa Rosada.

Las cortinas de humo no son otra cosa que la respuesta posible -en un mundo gradualista- a la caída en las encuestas. Porque si el factor ordenador es el tiempo, bueno, hay que aguantar con lo que se tiene a mano.

El lado B de ese paisaje es el que explica el fastidio contenido de los mercados ante el relato macrista. El Gobierno canjeó baja del gasto flexible -subsidios- por aumento del rígido: jubilaciones y prestaciones sociales. Es decir, el año que viene el ajuste para cumplir la meta fiscal será cruento o no será. ¿Qué imaginan que ocurrirá en un año electoral?

Por eso las cortinas de humo, que no son otro cosa que la respuesta posible -en el mundo gradualista- a la caída en las encuestas. Porque si la variable ordenadora es el tiempo, bueno, hay que aguantar con lo que se tenga a mano. En la Casa Rosada se consuelan con una explicación macro: febrero y marzo son los peores meses porque conviven sueldos viejos con tarifas nuevas, con el pago de las vacaciones, con el inicio de las clases. Cuando vayan cerrando las paritarias y se disparen los aumentos salariales el malestar cederá. Bienvenido otra vez segundo semestre.

Pero como la vida continúa, fue necesario instalar la reelección para cortar de cuajo una insidiosa percepción que se estaba extendiendo: Vidal es una candidata a presidente más competitiva que Macri.

Se ve que no todas las “conversaciones” públicas son saludables para la elite del PRO.

Sin embargo, aún en sus horas más oscuras, siempre les quedará la polarización. Un regalo contemporáneo que por momentos parece agotado, pero que bien llevado acaso todavía puede ofrecer un último servicio a la Patria.

El filósofo político Massot fue muy preciso en su pronóstico: “Es probable que nos quedemos seis años más y luego venga un peronismo reciclado“.

Es otra manera de decir que la construcción de ese peronismo reciclado está con dificultades para llegar fuerte al 2019. Por una sencilla razón: La que se está volviendo más y más competitiva es Cristina, no ellos.

La última encuesta de Opina Argentina le otorga 42 puntos de imagen positiva y la de Hugo Haime 43. Valores muy similares a los de Macri. Con una novedad, ella crece muy poco, pero crece.

Toda la construcción de Pichetto, Massa, Urtubey y los gobernadores, descansa sobre una hipótesis: Cristina no juega. Y ella abona esa presunción en conversaciones con dirigentes políticos. Los mismos que le creyeron cuando dijo que de ninguna manera iba a ser candidata a senadora.

Sorprende la candidez. ¿La señora tiene un ballotage al alcance de la mano y se va a quedar en casa, disfrutando de los nietos, para hacerle el favor a gente que mide mucho menos que ella? ¿Se va a perder la posibilidad de coronar algunos gobernadores y decenas de intendentes, diputados, senadores y concejales? Sería un caso notable de un político que resigna la posibilidad de ampliar su fuerza.

Es sobre ese lienzo que Macri traza el recorrido de su gradualismo, como el reino de lo posible en un país imposible”.

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