LUNES, 02 DE DIC

Advierten que el salario promedio de un trabajador formal no alcanza a cubrir la canasta básica

Esta miseria planificada quedó reflejada en distintos estudios que marcan cómo el deterioro del poder adquisitivo de la población avanzó de manera abrupta en los últimos meses.

 

La desaceleración inflacionaria que registra el Indec tiene como principal ancla a los salarios de la población trabajadora. Así lo exponen los diferentes integrantes del Ejecutivo nacional que reclaman «responsabilidad social» para no acordar paritarias que puedan generar saltos en el poder adquisitivo, instancia que -consideran- haría retornar la tendencia al alza de precios.

Esta miseria planificada también queda reflejada en diferentes estudios que vienen midiendo el deterioro de la calidad de vida de los asalariados. Uno de ellos es el del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda que, en base a los relevamientos realizados oficialmente desde el Indec y otros organismos, determinó que el salario medio está claramente por debajo de la línea de la pobreza.

«Si ponemos números, en el mes de marzo, una familia tipo de cuatro integrantes necesitó $773.385 para no ser pobre. El salario medio de los trabajadores formales no llegaba a $620.000 en el mes de febrero y alcanza los 687.000 pesos suponiendo un incremento de 11% en marzo. En otras palabras, un salario formal medio se encuentra 10% menor a la línea de pobreza de un hogar tipo, cuando este era 20% mayor el año pasado», resaltó el informe de la Undav.

Este análisis también destaca que, al mismo tiempo, para no ser indigente, un hogar de las mismas características necesitó en el tercer mes del año un ingreso total de 358.048 pesos, monto equivalente a 1,77 salarios mínimos.

«Es decir que un hogar tipo necesita percibir casi dos salarios mínimos para no ser indigente», resaltó el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda, quien en todo momento expuso que, si bien el escenario previo no era del todo positivo, el poder de compra mostró un abrupto derrumbe.

La estrepitosa caída -explica el informe- tuvo como primer capítulo a una inflación de 29,5% en bienes durante el mes de diciembre, donde los servicios subieron alrededor de 14,1%. «Esto sucede debido a que las devaluaciones abruptas impactan primero en alimentos y bebidas porque tienen un mayor componente transable que están abiertos al comercio exterior», remarcó.

Los episodios que siguieron no fueron mejores. Si bien en los próximos meses se esperan fuertes subas en los precios regulados, lo cierto es que en el inicio de 2024 las mayores escaladas se concentraron en productos que componen las canastas básicas, algo que empuja a la población bajo las líneas de pobreza e indigencia. Solo como ejemplo, vale señalar que algunos productos aumentaron en niveles que van del 130% al 385%.

«Hace al menos un año se observan de manera sistemática incrementos en las canastas básicas mayores a la inflación. Es decir, los rubros que componen la canasta tiran hacia arriba el nivel general de precios», advirtió la Universidad Nacional de Avellaneda.

Los salarios informales están lejos de contar con una mejor suerte. Según el último reporte de la consultora GhidiniRodil, este sector de la población perdió un 59,5% de 2017 a 2023 en términos reales, pero en el corto plazo registrarán una nueva derrota frente a la espiral inflacionaria.

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«Los fuera de convenio van a perder contra la inflación: 189% de ajuste contra una inflación estimada de 211%. El escenario en 2024 es muy preocupante porque, por un lado, a nivel salarial, se puede dar el séptimo año de pérdida de salarios contra inflación. Si esto no llegara a suceder, según insinúa el mercado, será porque las empresas -en lugar de definir una pauta salarial- tendrán que decidir si mantienen o no a su dotación de personal o empiezan con algún despido selectivo», identificó el Ceo de la consultora nombrada, Matías Ghidini, según marca el portal Ámbito Financiero.

Gráfico elaborado por la consultora GhidiniRodil.

Todos estos deterioros se dan en el marco de una premisa que es sostenida desde el propio Ejecutivo: los salarios no tienen que tener un salto que les permita recuperar poder adquisitivo, porque eso se traduciría -en su lectura- a un nuevo impulso inflacionario. De esta forma, la desaceleración de los aumentos de precios -que igualmente siguen en niveles altísimos- tiene como principal causa a la licuación de los sueldos y los ingresos de los sectores más vulnerados por las políticas de ajuste.

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