SáBADO, 30 DE NOV

1º de Mayo: mujeres y juventudes, los más vulnerables a la hora de acceder a un empleo formal

La pandemia hizo que las tasas de actividad femeninas retrocedieran en algunos países entre 10 y 15 años, afirman desde la Organización Internacional del Trabajo -OIT-. Entre las juventudes los números también se asemejan a las cifras prepandemia.

 

Según el Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular (Renatep), en la economía popular la mayoría son mujeres (58%) y hay una incidencia mucho más alta de jóvenes de hasta 24 años que en la economía formal (27,1% versus 6,7% asalariados privados en el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA). Ello habla del modo en el que las personas se insertan en el mercado laboral. La experiencia del primer empleo, en la Argentina, se da sobre todo en la informalidad.

Similar al caso de las mujeres, claramente otro grupo fuertemente golpeado fue el de los jóvenes. En ese sector etario se hace evidente la mayor informalidad, intermitencia laboral, brechas digitales y el efecto desaliento que implica entrar al mercado de trabajo en un contexto económico muy complejo.

El sector con mayor cantidad de asalariados sin registrar es, por lejos, el del trabajo en casas particulares. Esa es una de las razones que explican que las “empleadas domésticas” hayan estado en el primer frente de la crisis durante la pandemia. Sobre 1,5 millones de puestos, 1 millón no están registradas, lo que equivale casi al 70%.

La mayoría de los inscriptos en el registro del Renatep trabajan en servicios personales y otros oficios (35%). Es decir cocineros, bicicleteros, jardineros, mecánicos, paseadores de perros, peluqueros, reparadores de electrodomésticos, etcétera.

La segunda rama de actividad más voluminosa son los servicios socio comunitarios (27,7%) y le sigue el comercio popular y los trabajos en espacios públicos (11,8%), la construcción y mejoramiento ambiental (8,4%), la agricultura familiar y campesina (8,2%), el reciclado (4,1%), la industria manufacturera (3,6%) y el transporte y almacenamiento (1,2%).

Los datos aportados por el INDEC subrayan que quienes más sufren la desocupación son los jóvenes: entre las mujeres, el 16,6% y entre los varones, el 14,3%. Así, por ejemplo, en la ciudad de Buenos Aires el desempleo afecta al 4,7% y en el Gran Buenos Aires al 9,1%, el mayor índice de todo el país. En Mendoza, Rosario y La Plata es del 6%, en Tucumán, el 6,7%; en Córdoba, al 7,2% y en Mar del Plata, el 7%.

La contracara de la disminución interanual de la desocupación es el que el trabajo que más se expande fue el informal, no registrado, sin aportes a la obra social ni a la futura jubilación, lo que se conoce popularmente como “en negro”. Se elevó del 33,1% en el tercer trimestre de 2021 al 37,4% en el mismo periodo de 2022, un nivel apenas por debajo del 37,8% del segundo trimestre de 2022.

Los números le dan fuerza a una postura que defienden distintas organizaciones sociales: la economía popular no es una economía de subsistencia que contiene excepcionalmente a los argentinos y argentinas en momentos de crisis, sino un modo de producción distinto que debe ser reconocido en su particularidad y que se estima que incluye a alrededor de 8 millones de personas en el país.

 

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