Por Andrea San Esteban

El presente de muchos niños que habitan América Latina es oscuro y determina un futuro robado para ellos. Desprotegidos por el poder, tienen más del doble de posibilidades que los adultos de caer en la pobreza extrema.

“Los niños se ven afectados de manera desproporcionada, ya que representan aproximadamente una tercera parte de la población objeto de estudio y la mitad de quienes están en pobreza extrema”, según Anthony Lake, director ejecutivo de UNICEF (Fondo de Naciones Unidas para la Infancia).

Los más pequeños son los que se llevarán la peor parte, ya que no podrán desarrollar su talla, su peso será menor y su mente tendrá muchas limitaciones. Esta estructura se replicará  seguramente en sus hijos.

“Más de una quinta parte de los menores de cinco años de los países en desarrollo viven en hogares extremadamente pobres”. Este análisis de “Pobreza y Prosperidad Compartida, 2016: abordar la desigualdad”, aparece justo cuando el nuevo presidente de EE.UU., Donald Trump construye un muro contra los inmigrantes pobres.

Los ojos café de los niños latinos no brillan por la risa; se preguntan ¿cuál será su hogar, dónde amanecerán al día siguiente?

Este análisis indica que “767 millones de personas de todo el mundo viven con 1,50 dólar por día y la mitad de ellos es menor de 18 años”.

Abuso multidimensional

“En Argentina, el 30% de los chicos y chicas de entre 0 y 17 años es pobre y un 8,4 % es extremadamente pobre”, según Unicef y su informe sobre “Pobreza infantil multidimensional”.

Esta categoría combina 28 indicadores  de privación, como carencias que impiden el desarrollo de los niños. Estos indicadores se compilan en 10 impactos o dimensiones, que son: Nutrición, Salud, Educación, Información, Saneamiento, Vivienda, Ambiente, Violencia, Trabajo, Juego e Integración.

Cuando un niño tiene carencias tan extremas es otra forma de abuso. El desamparo social queda fijado en la mente y en el cuerpo de los niños para toda la vida.

En la reunión del Foro Mundial de Davos se elaboró un informe sobre el estado del mercado laboral en solo 5 años y la conclusión fue que se perderán 5 millones de puestos de trabajo para siempre. Esta situación será de mayor impacto en los trabajos precarizados. Este dato fue poco difundido, ya que compromete a los hijos de los nuevos desocupados y condena a familias enteras. Argentina es parte de ese esquema mundial.

En nuestro país, la mensuración de la categoría Educación, cuenta con tres indicadores; niñas, niños y adolescentes en edad escolar obligatoria que no asisten a la escuela; que tienen entre 14 y 17 años con educación primaria incompleta, que asisten pero con sobre edad”. Esta metodología permitió entender el impacto real de pobreza en la vida de los niños y su exposición a la violencia de todo tipo.

Como resultado, “Argentina tiene 4 millones de niñas y  niños con un promedio de 5,7 privaciones sobre el total de 28 ”. Si las mediciones se hubieran hecho de manera tradicional, por ingreso monetario, solo contabilizarían la falda de dinero y dejaría afuera  a las familias que técnicamente cubren las necesidades básicas, pero aún son pobres.

De esta manera multidimensional, se puede saber si son escolarizados, si tienen vivienda, o acceso al agua potable.

Las probabilidades de caer en la extrema pobreza de un niño que vive en el noroeste del país es 6,5 veces más que un niño que vive en Buenos Aires, por ejemplo.

Esta información nos permite ver las carencias en políticas públicas para los niños y niñas con el grado de exposición al abuso que tienen.