A finales del mes pasado, la gente en Argentina votó en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Sergio Massa, el actual ministro de Economía del gobernante partido de centro izquierda, tomó una estrecha ventaja sobre el economista y personalidad televisiva Javier Milei, del partido de extrema derecha libertario. Ninguno de los candidatos obtuvo la mayoría necesaria, por lo que ahora habrá una segunda vuelta de votación el 19 de noviembre.

Si es elegido, Milei planea una remodelación radical de la financiación para la ciencia, el medio ambiente, la salud y la educación. Su objetivo es reducir el gasto del fuertemente endeudado gobierno de Argentina en un 15% del producto interno bruto (PIB).

El plan de Milei supondría el cierre de la principal agencia pública de financiación de la ciencia de Argentina , el Concejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), que proporciona financiación a 12.000 investigadores en 300 instituciones a un costo anual de 400 millones de dólares. Además, dice que eliminaría tres ministerios: Medio Ambiente, Salud y el Ministerio de la Mujer, Géneros y Diversidad. Milei quiere que empresas privadas administren la educación primaria, secundaria y universitaria, y que los padres y estudiantes reciban vales para gastar en las instituciones educativas de su elección. También tiene la intención de eliminar lo que considera barreras al comercio, que podrían incluir regulaciones sanitarias y ambientales.

Muchos en la comunidad científica argentina están alarmados. Víctor Ramos, presidente de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Argentina en Buenos Aires, escribió en Nature que “nunca había escuchado a un político proponer ideas tan extremas” en su país en los casi 60 años desde que se graduó en la Universidad de Buenos Aires en 1965.

No hay duda de que los líderes argentinos han decepcionado a su pueblo. Alrededor del 40% de la población vive en la pobreza, causada en parte por una inflación superior al 100%. El país es el mayor deudor del Fondo Monetario Internacional (FMI) y debe alrededor de 46.000 millones de dólares. En junio, el FMI le lanzó a Argentina un salvavidas, que le permitió seguir endeudándose para mantenerse al día con los pagos de sus préstamos al fondo y a otros acreedores.

Sin embargo, vale la pena detenerse a analizar la propuesta de Milei y si impulsará la tambaleante economía argentina. La economía mundial en su conjunto está atravesando un período de bajo crecimiento. Pero la solución no es recortar la investigación y el desarrollo (I+D), y mucho menos abolir toda una agencia de financiación de la ciencia. Es necesario que suceda lo contrario, sobre la base de mucha evidencia de que la inversión en I+D –incluida la ciencia básica– impulsa el crecimiento económico.

Argentina actualmente gasta sólo el 0,5% de su PIB en I+D, lo que es bajo incluso para los estándares de algunos países de ingresos medios, en particular Brasil (que gasta alrededor del 1,2%). El promedio de las naciones de altos ingresos rondaba el 2,7% en 2020. Eso es a lo que debería aspirar Argentina.

El cambio no se producirá de la noche a la mañana y necesita una gestión económica estable. En lugar de abolir su agencia de financiación y sus ministerios clave, los líderes del país deben trabajar estrechamente con los científicos y aprovechar sus conocimientos y habilidades. Los investigadores están dispuestos a desempeñar su papel. Sólo necesitan una oportunidad para contribuir.