En lo que tiene que ver con Inversión Extranjera Directa (IED), en Argentina se espera un flujo de u$s 53.000 millones, de los cuales 18% correspondería a empresas de EE.UU. Pero de acuerdo a los anuncios de Trump, sus lineamientos de política económica incluían beneficios impositivos para que las empresas estadounidenses inviertan en territorio estadounidense.

Esto podría reducir el atractivo de las inversiones en Argentina, con un impacto sobre el crecimiento económico, especialmente bajo el plan del actual Gobierno de impulsar el crecimiento a partir de la inversión, y teniendo en cuenta también que el plan de consolidación fiscal está mayormente basado en el crecimiento económico.

Con respecto al costo de financiamiento, los principales bonos en dólares de los países de la región aumentaron sus rendimientos en los últimos días, en línea con las mayores tasas de los bonos del Tesoro de EE.UU.

El mayor costo de financiamiento también podría afectar la sostenibilidad del crecimiento argentino, ya que las inversiones en infraestructura, y la capacidad de reducir gradualmente el déficit, dependen en gran parte de la capacidad de financiamiento externo.

Las perspectivas de crecimiento de los próximos años para Argentina continúan siendo positivas, aunque se incrementaron levemente los riesgos con Trump en el poder.

Respecto a la moneda, la expectativa de una apreciación del dólar frente a las monedas de la región, en general, pone presión sobre el peso.

En particular, el peso mantuvo una dinámica distinta a la de las monedas de la región, mayormente por factores propios, como las altas tasas del BCRA y el ingreso de flujos desde el exterior, producto mayormente de la emisión de deuda y en parte por los progresos del blanqueo.

Por el momento sería un poco apresurado de mi parte cambiar la visión de mediano plazo del peso, donde sigo pensando que va a apreciarse en términos reales en 2017.

Sin embargo, sí esperaría a ver un tipo de cambio más cercano a $ 15,5 antes de incrementar posiciones en activos en pesos, considerando la mayor incertidumbre en general para las monedas emergentes.

En este entorno, mi portafolio de inversión en activos argentinos está conformado por una posición en pesos de 20%, la cual iría incrementando a medida que el tipo de cambio vaya acercándose a $15,5/$16.

Elijo Lebac a 35 días y bonos ajustados por CER para conformarla, bajo la visión de que la inflación y las tasas altas serán más persistentes que lo que considera el consenso de analistas.

Mantengo una posición de bonos en dólares de corto a mediano plazo, entre 2021 y 2024, para reducir exposición frente a los eventos de riesgo que podrían observarse a nivel internacional, y finalmente aprovecharía la caída en el precio de las acciones para posicionarme a mediano plazo, especialmente en los sectores que dependen más de la coyuntura local que de factores internacionales.