El suspendido titular de la Aduana, Juan José Gómez Centurión, se presentó hoy en los tribunales federales de Retiro con la intención de que el juez Ariel Lijo le tomara declaración indagatoria como imputado, pero el magistrado rechazó la pretensión, aunque sí lo escuchó en una exposición oral, sin hacer preguntas.

Gómez Centurión se presentó en los tribunales federales de Retiro junto a sus abogados Hugo Wortman Jofre y Alejandro Perez Chada y en un primer momento pidió entrevistarse con el juez para que le tome declaración indagatoria como imputado, pero el magistrado rechazó la pretensión por considerar que aún están en curso pruebas ordenadas en el caso, como cruces telefónicos y pedidos de documentación, y que recién cuando toda esa probanza esté en el juzgado se resolverá si corresponde o no indagarlo.

Ante esto, el ex funcionario hizo una presentación espontánea ante Lijo, quien asistió en persona sin formular preguntas, en el marco de la causa por la que fue separado del cargo a raíz de audios difundidos de manera anónima en los que se lo vinculó con hechos de contrabando.

El desplazado funcionario hizo un raconto de todo lo hecho en la Aduana desde que asumió en diciembre de 2015 en materia de eficacia y transparencia y de cómo encontró el organismo.

Sobre esto último, sostuvo que al hacerse cargo de su titularidad, la Aduana, evidenciaba «altos niveles de corrupción, plagada de capas geológicas de distintos sectores de la política» y con un «alto nivel de penetración histórica de los organismos de inteligencia» y recordó que «cuatro de los cinco cargamentos más importantes de Latinoamérica de cocaína salieron por el puerto argentino».

Asimismo, remarcó que en su breve gestión, fueron iniciadas 15 causas en el fuero penal y económico, relacionadas con contrabando y fraude aduanero por sumas millonarias en dólares y de otras 63 vinculadas al narcotráfico.

En otro tramo de su exposición ante el magistrado, Goméz Centurión aseguró que supo de la circulación de personas «aludiendo influencias o vínculos» con él, «con la política, con ministros y o con gente del partido con la intención de ejercer influencias en una organización absolutamente permeable históricamente al modelo de influencia».

«Para frenar todo este modelo cultural me vi obligado a mandar mails a mis reportes más cercanos de primer o segundo nivel sobre personas o situaciones que se rumoreaba que tenían factor de influencia sobre la Aduana», explicó y dijo saber de personas que «directamente» invocaban su nombre.