No hay razón para confiar en el mañana, ni suficiente mérito en permitir que la mente quede anclada en el pasado. El pasado es sólo una vivencia ocurrida, una experiencia que debe servir para el hoy, no más. Y el futuro es apenas la esperanza de concretar un sueño. No es poco, claro, pero el hoy es determinante porque será el acto de este instante, de este presente, el que moldee aquello que sucederá. El mañana no es sino el efecto del hoy.

Carpe Diem (“vive el hoy”) dijo el poeta Horacio. Es cierto, pero ¿cómo?

¿Arrastrados por las falsas luces del sistema, del mercado? ¿Olvidando que si bien estas luces son a veces placenteras y hasta necesarias en cierto grado, no completan al ser humano? ¿Debe vivirse adorando aquello que pasa y que no implica un fundamento o bien buscando la verdad que se encuentra en las cosas importantes de la vida? ¿Y qué es lo importante?

El ser humano suele descubrir lo importante cuando se pierde. Una pena.

Hace unos días para unos amigos escribí algo que da forma a esto que acabo de expresar: “Eres tan bella, tan maravillosa, ¡tan perfectamente inteligente! Pero al mismo tiempo ¡tan inocente! ¿Acaso supones que no advierto que te escurres sigilosamente, calma, como el agua del puro manantial que han tomado mis manos y que, escurridiza y amante, quiere volver con ansias a su fuente?

“Sí, mi amada vida, ya sé que te estás yendo, apenas si queda un poco de tus gotas en mis manos. Yo sé muy bien que Dios tomó del eterno manantial y me prestó, sólo por un rato minúsculo de la eternidad, un poco de lo tuyo. Ahora estás volviendo a tu cauce. Es justo, amada mía, es muy justo. Y no es que llore porque te vayas (aun cuando confieso que me apena) mi angustia que se hace llanto es porque temo. Temo que la última gota caiga en el hilo eterno y se produzca mi último suspiro sin haber hecho aquello que debí haber hecho, aquello para lo cual me fue concedido tu milagro. Nada más que por eso lloro al mirar las manos de mi corazón, manos que estarán lo suficientemente abiertas para que no te vayas más rápidamente, amada vida”.

No creo que sean necesarias más palabras para estos fragmentos sobre la vida.