“El paso del tiempo parece marcar la vida, y nos deja una huella imborrable: el envejecimiento”  -sentenciamos-. Pero, ¿realmente es así?

Los cultivos de células “estiman su vida” por el número de replicaciones celulares. Un cultivo joven podrá hacer muchas replicaciones. En cambio uno viejo, hará unas pocas.

Un cultivo de fibroblastos (un tipo de célula) realiza en total, unas  cuarenta replicaciones. Así, un cultivo que realizó diez replicaciones es joven, y podrá realizar treinta más. Pero un cultivo que realizó treinta replicaciones es viejo, y sólo podrá realizar diez replicaciones más.

Obviamente, el tiempo acompaña todo esto. Si diez replicaciones se hacen en “x” tiempo, hacer veinte lleva el doble de tiempo.

Experimento

Un cultivo que realizó diez replicaciones es “congelado”. Sus replicaciones cesan. A su vez, otro cultivo que realizó diez replicaciones, sigue su curso normal hasta realizar las cuarenta replicaciones totales. En ese preciso momento “descongelamos” el cultivo que había realizado diez replicaciones. Realizará entonces, las treinta replicaciones restantes. Ambos cultivos realizaron cuarenta replicaciones.

Ambos vivieron lo mismo. Pero los relojes del mundo no se detuvieron tan solo porque nosotros congelamos un cultivo: el tiempo siguió transcurriendo, la vida no.

Imaginemos

El caso anterior es real, pero son cultivos celulares…, y ¿a quién le importan? No embrome (casi lo puedo escuchar).

Tengo una propuesta. Imaginemos que congelan al columnista, con sus cincuenta y tres años, y todo (la camiseta de Central, etc.). Tras cincuenta años lo descongelan, y en estas mismas páginas, la gran noticia:

“descongelan médico de ciento tres años, que extrañamente luce como de cincuenta y tres”. El curioso personaje insiste en que escribió para Conclusión. “Que le pregunten a Oscar”, vociferó mientras se alejaba con rumbo desconocido. Un nieto de Oscar confirmó sus dichos.

Razonemos

Es casi tonto medir la vida en términos de tiempo transcurrido. No tenemos otra cosa. Bueno, sigamos así, pero sepamos “donde estamos parados”.

La vida es un fenómeno autoreferido. Se mide en términos de vida vivida. ¿No nos sirve? No para medir con precisión. Pero nos sirve para algo muy valioso, que es comenzar a saber que el envejecimiento tiene que ver con la vida transcurrida, y no con el tiempo transcurrido.

¿Sorprendente? No tanto. Cualquier observador sin muchas luces, casi rozando la discapacidad mental, se da cuenta que no todos los de treinta, sesenta, o noventa años, lucen igual.

Tema no menor: la edad biológica, y la edad cronológica.

Hasta el próximo encuentro.