La enviada especial a París del diario Ámbito Financiero para cubrir las recientes elecciones presidenciales señala en una nota que en la capital francesa, que sufrió tres de los cuatro atentados que el Estado Islámico (EI) se adjudicó en territorio francés, la ultraderechista Marine Le Pen obtuvo apenas el 4,95% de los votos, cerca de dos puntos porcentuales menos que en las elecciones de 2012.

“La baja cosecha para la abanderada del Frente Nacional (FN) –agrega María Emilia Rebollo- se repitió en otras grandes ciudades como Toulouse, Burdeos y Lyon. Pero el mapa ampliado muestra una realidad diferente, y así como estos comicios significaron el fin del bipartidismo tradicional, revelaron que la extrema derecha creció notablemente de una contienda electoral a otra”, grafica la periodista.

Los números anteriores

En la convocatoria anterior, la torta se la habían repartido casi exclusivamente entre el conservador Nicolas Sarkozy y el actual presidente socialista, François Hollande. Solo en el Gard (suroeste), Le Pen se había alzado con la victoria con un magro 17,9% de los sufragios. Pero el domingo no sólo se superó allí -logró el 22,92% de los respaldos-, sino que también lideraba el escrutinio parcial en otros 47 departamentos frente a los 42 en los que se imponía su rival liberal, Emmanuel Macron. En comparación con aquella contienda, el FN pasó del 17,9% al 21,3% el domingo.

«Llegamos a un punto en el que los viejos protagonistas de la política dejaron de tener contacto con los votantes, especialmente los que pertenecen a la clase obrera y a la clase media baja. Los llamados perdedores de la globalización quieren tener su opinión y hay un nivel muy bajo de confianza en los partidos políticos e, incluso, en instituciones como el Parlamento», explicó Jean-Yves Camus, periodista y politólogo experto en extrema derecha, sobre el FN.

Nuevamente en campaña

A solo 24 horas de los comicios, Le Pen salió a dar pelea y atacó al “viejo y podrido frente republicano”.

Se anticipó a su rival centrista y salió a hacer campaña en un mercado del norte de Francia, donde buscó mostrarse cercana al votante común y polarizar con el grueso de la desgastada clase dirigente.

Lo hizo, para tratar de torcer las predicciones de los encuestadores para la segunda vuelta, prevista para el próximo 7 de mayo, y bajo el lema de “El pueblo contra la élite”.

La líder del Frente Nacional salió a cruzar al “viejo frente republicano, completamente podrido, que nadie quiere más, que los franceses expulsaron con una violencia poco común y que ahora busca unirse con Macron. Mucho mejor”, fueron las contundentes afirmaciones de Le Pen.

En la recorrida por el mercado, se mostró como “la candidata del pueblo”, contraponiendo esa imagen con la de su adversario liberal Emmanuel Macron, amigo de la eurozona y de la globalización.