Por Hernán Cabrera

En una de las tantas recorridas que hace Conclusión  en busca de noticias, fotos y reportajes, el móvil se topó con Antonio Argarañaz, un personaje «distinto» de Rosario,  caracterizado por la vestimenta que elige para repartir la verdura en distintos puntos de la ciudad. Con un traje inconfundible mitad blanco y negro, descarga cajones todos los días.

“Nací en un circo, mi vida era eso, íbamos de pueblo en pueblo, era trapecista. Soy una persona simple, en el circo conocí a la mujer con la que me case, y a pesar que yo no tenía nada de nada, ella me aceptó así como era. De esto hace más de 50 años, con ella tuve una hijo  que me dio 3 nietas», arrancó a relatar a Conclusión, el singular personaje.

Y agregó: «Mi trabajo actual es el de repartidor de frutas y verduras, pero yo me considero que tengo muchas profesiones sin títulos, radiotécnico, músico, de todo viví, pero siempre trabajé en el mercado».

«Todos los días me pongo un traje distinto, esto comenzó hace muchos años en un supermercado de la ciudad de Rosario. Llevaba mercadería acompañado por mi hija que manejaba el camión balancín mientras yo iba con una chatita verde, que ahora está destruida pero sigue fiel. Sin embargo, me trataban muy mal, no me hacían sentir bien y yo decía entre mí: `cómo puede ser que me traten tan mal`, hasta que un día, decidí ir de traje y empecé a notar que cambiaron muchas cosas», recordó Antonio.

El verdulero resaltó que antes de vestirse de gala, solían hacerle comentarios despectivos como: «Córrete viejo cornudo». Luego, cuando comenzó a vestirse de traje, lo empezaron a  tratar con respeto. «No me maltrataban, no me ignoraban y así decidi ir siempre con saco y corbata», enfatizó.

Al continuar con su relato, Antonio describió que más tarde, agregó otra variante; decidió trabajar con trajes de distintos tonos, colores y modelos. «Por ejemplo de color rosa- dice- hay que atreverse a ir al mercado central a buscar mercadería con traje rosa, trajes blancos de dos colores, como ser blanco y negro, trajes tradicionales y por supuesto con corbata, además de mis cientos de sombreros, tengo mas de 30 trajes», manifestó.

Argañaraz describió cómo es un día de trabajo en su profesión con la particular vestimenta. «Me levanto a las cuatro de la mañana y empiezo mi recorrido, voy al mercado de concentración, retiró la mercadería y de ahí a los distintos barrios de la ciudad, en mi chatita verde», narró. Y agregó: «La gente cuando me ve se asombra, se saca fotos, me mira, porque se que no es normal ver a un trabajador como yo, que reparte verduras y frutas en trajes y encima de distintos colores, pero se acostumbran».

«En los negocios me conocen todos y no se asombran tanto ya, saben que es mi personalidad y me tienen como algo cotidiano, charlamos, tomamos mate y sigo mi camino, para mi es mi forma de vida, mi forma de ser yo, esto no lo cambiaría por nada en el mundo, es lo que me hizo ser el que soy», concluyó.