MARTES, 26 DE NOV

¿Cerrarán un convento porque las monjas rechazan vacunarse contra el coronavirus?

La Madre Caterina, abadesa del Monasterio de Santa Caterina, dijo que la única razón que le dieron para el cierre fue que las cinco monjas residentes no querían ser vacunadas.

 

La abadesa del Monasterio de Santa Caterina, en Perugia (Italia), anunció que su comunidad será cerrada, porque las monjas se oponen a recibir la vacuna contra el coronavirus.

Las especulaciones sobre el cierre del Monasterio de Santa Caterina comenzaron cuando surgió la noticia de que el Vaticano había realizado una visita apostólica o inspección al convento de clausura benedictino. Sin embargo, la arquidiócesis local señaló a CNA-agencia en inglés del Grupo ACI- que no sabía nada sobre el posible cierre.

En una entrevista con el sitio web Nuova Bussola Quotidiana, la Madre Caterina, abadesa del Monasterio de Santa Caterina, dijo que la única razón que le dieron para el cierre fue que las cinco monjas residentes no querían ser vacunadas.

La religiosa afirmó que la visita apostólica al convento se realizó “poco después de mediados de febrero” e “inmediatamente después del envío del informe”.

“Ahora estamos esperando la respuesta de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica”, agregó.

Además, dijo que se enteró de la visita apostólica al convento a través del Cardenal Gualtiero Bassetti, Arzobispo de Perugia-Città della Pieve, cuando lo encontró para que firmara un documento. Por su parte, el Purpurado dijo que desconocía los motivos de la visita y que simplemente había sido informado de que se estaba realizando.

La visitadora apostólica fue la Madre Cristina Ianni de las Clarisas de Orvieto.

El Monasterio de Santa Caterina es un edificio histórico que fue sede de las religiosas clarisas en el siglo XIII, y que estuvo inicialmente dedicado a Santa Giuliana (Juliana de Nicomedia). El edificio tomó su nombre actual en 1649, debido al traslado de las monjas benedictinas de Santa Caterina Vecchia.

Una parte del monasterio se rediseñó después de la unificación de Italia en el siglo XIX. Primero sirvió como fábrica de fósforos y hoy contiene las oficinas de la Superintendencia de Patrimonio Arquitectónico.

Según la abadesa, no hay otra explicación para el cierre del monasterio que la negativa de las cinco hermanas restantes a recibir la vacuna contra el COVID-19.

Dijo que, en su opinión, el posible cierre no se debió a la pequeña cantidad de monjas, aunque la constitución apostólica del Papa Francisco de 2016, Vultum Dei quaerere, alienta a los pequeños monasterios a cerrar o federarse.

La Archidiócesis de Perugia-Città della Pieve señaló en un comunicado de prensa que las visitas apostólicas son iniciativa de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

Por tanto, indicaron que no se puede saber nada con certeza “sobre el inminente cierre del monasterio, y mucho menos sobre el hecho de que el motivo de un posible cierre se deba a la no vacunación contra la COVID-19 de las monjas allí presentes”.

La Arquidiócesis subrayó que el Cardenal Bassetti “nunca intervino en los asuntos internos del monasterio, y ni siquiera en cuestiones relacionadas con la vacunación de las monjas”. Además, negó las “insinuaciones periodísticas” de que estaban siendo trasladadas de su convento porque se negaron a vacunarse.

También, subrayó que el Purpurado aún no había recibido ningún informe sobre el estado del monasterio desde el punto de vista espiritual, litúrgico y económico.

El Monasterio de Santa Caterina es “propiedad de la Orden Benedictina que tiene el derecho exclusivo sobre su posible destino o enajenación, tras el cierre del monasterio. Por lo tanto, cualquier participación de la arquidiócesis en este sentido carece de fundamento”, indicó.

Finalmente, la Arquidiócesis subrayó “cuán preciosa es la presencia monástica para la vida de la Iglesia y cómo siempre ha tratado de acompañarla con paternidad y respeto, y realzarla en toda su riqueza carismática”.

“Por tanto, solo puede vivir con dolor este momento, que en lugar de construir la unidad y la comunión eclesial, la hiere con noticias e insinuaciones que no corresponden a la realidad de los hechos”, concluyó.

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