La empresa de investigación de mercado Zuban Córdoba difundió un bonus trak dominical de su entrega 1 semana atrás, y es un bombazo a los medios de comunicación. De corresponderse la opinión del universo entrevistado con el universo total, explicaría por qué Javier Milei tiene impunidad en su agresión a periodistas y medios y dueños de medios. También justificaría su estrategia de aplicación de recursos a redes sociales antes que a la pauta publicitaria oficial convencional.

También abre interrogantes acerca del poder que se autoadjudican algunos comunicadores, y de la necesidad de encarar una deconstrucción de la que no deberían participar quienes incursionan en la comunicación con propósitos que no son de la comunicación (ya sean políticos, fenicios, etc.)

-Los periodistas aparecen con 79,2% de desconfianza de parte de la opinión pública
-Los periodistas compiten con los grandes empresarios, que son lo peor para mucha gente
-Y los medios de comunicación, 80,5%. Solamente la Justicia en General está peor

 

UN MENSAJE

Zuban Córdoba acompañó la difusión de su trabajo con un breve texto:

«Hace unos días subimos un ranking de confianza (o desconfianza) en algunas de las instituciones argentinas. Ninguna logra superar el 40% de confianza. Toda una radiografía del actual estado de representantes públicos/as en la Argentina.

Quizás una respuesta parcial al enojo de la ciudadanía con la política y el funcionamiento del Estado.
¿Qué deberían estar haciendo esas instituciones?
¿No es la confianza ciudadana el estandarte a conquistar para el fortalecimiento de la democracia?

Quizás empezar por un concepto, que no puede traducirse en significante vacío como muchas de las consignas actuales sino, que se traduce en resultado inmediato: transparencia. Un disclaimer importante: no incluimos en este ranking a las universidades públicas, que hoy protagonizan el centro de la escena. En otros estudios las hemos incluido y están al tope de los rankings de confianza.

Para profundizar la cuestión de la confianza, la consigna toma otro tono cuando se mide la capacidad de ponerle límites al gobierno. Ahí el Congreso, la Corte Suprema y la Justicia aparecen como las instituciones con más fuerza.

¿Será que la expectativa de “no va a hacer todo lo que dice” esta puesta ahí?
¿Será que la misma sociedad que espera del Presidente un ejercicio vigoroso del poder también espera que las instituciones no sean tímidas a la hora marcar líneas rojas a ese ejercicio?

Esas preguntas deberían recorrer los pasillos de esas instituciones.

En nuestro último estudio realizamos dos preguntas abiertas: mencione la política más positiva y la más negativa del gobierno.

Los resultados muestran un universo de conceptos bastantes diverso y fragmentado.

En la dimensión positiva, la cuestión económica es la que toma más fuerza, pero aparecen también cuestiones como la lucha contra la “casta”, los despidos de empleados públicos y el ajuste en general.
En la dimensión negativa, aparece la misma fragmentación con conceptos como el ajuste a los jubilados, la liberación de precios, el manejo de la epidemia de dengue, la desfinanciación de universidades y el sistema científico, entre otros.

Vemos, así como mientras la dimensión positiva parece estar plagada de cuestiones más bien simbólicas, la negativa empieza a mostrar problemas concretos. La brecha entre ambas cosas también es algo a seguir».