Los años más oscuros de nuestro país, giran en redor del atroz proceso de reorganización nacional. Una de las dictaduras más crueles de América, que ha encontrado como en otros arrabales del mundo, la anuencia civil y de las jerarquías de la Iglesia Católica.

Heridas que aún sangran desde la memoria más profunda, un recuerdo abrumador que permanece impertérrito en el corazón de aquellos que han visto como sus días, se transformaban en una pesadilla de la que no se puede despertar.

La historia de la familia Trigo Conte es tan espinosa como la de muchas que persiguen un resarcimiento imposible de abrazar, ya que éste está ligado a esa parte humana arrancada de la manera más miserable.

Andrea es hija de Miguel Ángel Trigo Conte, preso político de la última dictadura, arrinconada por un cúmulo de sentimientos encontrados, acudió a Conclusión para poder visibilizar un camino amigado con el dolor y el olvido, “los daños colaterales son muchos y variados”, indicó.

“Como familiares de presos políticos de la última dictadura, no tenemos ningún tipo de ayuda. En nuestro caso en particular, junto a mis hermanos, hemos solicitado un beneficio que está destinado a todos los hijos de detenidos de aquella época”, indicó Andrea.

Pero la respuesta del Ministerio de Derechos Humanos de la Nación fue tajante, “esto lo presentamos en el 2014, y desde dicho Ministerio, nos indicaron explícitamente que este Gobierno no tiene la intención de hacer frente a este beneficio que nosotros por ley tenemos”.

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La ley en cuestión es la 25.914, la  familia Trigo Conte está en pleno derecho de recibir ese respaldo del Estado. Sin embargo, y pese a haber presentado toda la documentación pertinente hace ya 4 años, días atrás volvieron a recibir la negativa de Nación.

“Pude armarme de fuerzas para poder difundir esta realidad que nos atraviesa, la gente debe saber que los daños colaterales que surgieron a partir del golpe militar, fueron muchos. A nadie le interesó saber cómo quedaron las familias, a la vulnerabilidad a la que nos han expuesto”, enfatizó.

Andrea era muy pequeña cuando su papá fue detenido, pese a eso, recuerda con lujos de detalle ese deleznable momento, “tenía 6 años el día que se lo llevaron a mi papá de mi casa, estábamos todos, ya que fue en el horario de la cena. Fueron momentos muy traumáticos, ya que mi mamá estaba embarazada de mi cuarto hermano, el dolor de mi abuela paterna y el miedo de mis primos se podían palpar”.

A Miguel Ángel Trigo Conté lo detienen el 21 de marzo de 1977 en Mar Chiquita, provincia de Córdoba, tenía 26 años y un sinfín de sueños que quedaron truncos. “Mi papá había hecho un esfuerzo muy grande para poder ingresar a trabajar en el casino, ya que todos los que habían tomado eran peronistas. Si bien mi papá no era del partido, un amigo que tenía a su hermano militando en el movimiento, le dio una mano importante para que pueda conseguir ese puesto laboral a sabiendas que mi papá tenía 3 hijos y uno por venir”, relató.

El destino se ensañaría con él de una manera notable, ya que sería detenido en ese procedimiento junto a 90 personas, Miguel Ángel no había alcanzado a trabajar ni siquiera dos meses.

“Mi papá estuvo detenido 9 meses, primero en la cárcel de la localidad de Balnearia, recuperando la libertad y volviendo a ser detenido dos días después. La novena de la ciudad de Córdoba sería su primera escala, para después pasearlo por distintos centros clandestinos de detención”.

El recorrido por los distintos lugares de detención, le estruja el corazón a una hija que lejos de resignarse, está decidida a dar la lucha. “Mi hermano y yo acompañábamos a mi mamá para poder ver a mi papá. Las requisas a la que ella debía enfrentarse eran inhumanas, ya que estaba embarazada y el destrato era espeluznante”.

La persona privada de su libertad se encontraba incomunicada, es decir, que cuando se decidía su traslado, la familia debía peregrinar hasta poder encontrarlo. Los estigmas que han perforado el alma desmembrando a la misma, “golpes, torturas, falta de comida, fueron solo algunas de las cosas por las cuales debió pasar mi padre, quién también se animó a comentar que pudo oír como ejecutaban a otros detenidos”.

El 30 de diciembre del mismo año y a través de otra familia, llega la noticia de una posible liberación. Y así fue, de manera intempestiva, de la misma forma que se los llevaron, un día los dejaron en libertad.

“Recuerdo que pudo estar presente un solo padre, ya que la falta de comunicación y el hermetismo que rodeaba a la provincia, eran casi inquebrantables. Mi papá sin brindar mayores detalles, nos supo contar que hubo un abogado que luchó muchísimo hasta poder lograr la libertad los 90 presos políticos”.

Pero la alegría se iba a topar con el látigo de la naturaleza, ese que suele azotar sin importar las coyunturas. “Después de 9 meses de torturas y abusos por parte del Estado, una enorme inundación haría que la laguna  Mar Chiquita se desborde, debido a esto perdimos nuestra casa, allí vivíamos junto a mis padres, mis dos hermanos, abuela y tío”.

Los Trigo Conte perderían absolutamente todo, el grado de vulnerabilidad al que quedarían expuestos se vería agravado por el rancio prejuicio que sigue obnubilando a una parte de la sociedad. “Cabe destacar que si bien algunos vecinos se acercaron a tendernos una mano, la enorme mayoría no lo hizo. Ya que en nuestro pueblo sobrevolaba la triste frase “algo habrán hecho”, desconociendo o avalando el atropello de los derechos humanos de mi padre”.

“Esa experiencia traumática nos acompaña hasta estos días, ya que uno no queda bien emocionalmente, en lo particular mi vida se fue transformando en algo que no hubiese deseado nunca”, sostuvo una mujer que si bien esboza una voz golpeada, goza de un espíritu resiliente.

Pero un nuevo desarraigo llegaría a la vida de esta familia, ya que la falta de trabajo y la necesidad de sostenimiento, los empujaría a Bariloche. Es en esa tierra sureña donde Miguel Ángel decidiría denunciar lo sucedido, “el denuncia su privación ilegitima de la libertad acompañada de torturas en 1984, en febrero del 85 el fiscal Julio César Strassera nos comunica que la misma había sido anexada con otra que había realizado Adolfo Pérez Esquivel. A través de esto se le da origen a una causa en los Tribunales de Córdoba, al poco tiempo lo convocan a mi papá a declarar, pero por temor y al no contar con respaldo alguno, no se presentó en la CONADEP. El desconfiaba de todo y de todos, emocionalmente se encontraba muy afectado”.

El impacto recibido por las familias de detenidos desaparecidos y presos políticos, sin duda alguna ha sido demoledor. La destrucción de su núcleo, las muertes por cáncer, se repiten de manera sistemática. “Gracias a la fortaleza de mi mamá pudimos seguir adelante, pero otros hijos no han podido superar este calvario. La inestabilidad emocional que acompañó desde ese momento a mi papá, hizo que no pudiésemos encontrar un lugar fijo de residencia para reconstruir nuestras vidas. Entre tantas idas y venidas, sufrí un abuso sexual por parte de mi tío político, caí en sus garras a los 10 años. La necesidad de encontrar contención y amor, hizo que esta persona se aprovechase de lo antes mencionado”.

“Por esto y muchas otras cosas se me hizo imposible poder contener la furia ante la respuesta nada empática por parte del Ministerio de Derechos Humanos de la Nación. Sólo aquellas personas que hemos tenido que sortear a duras penas la sombra de la dictadura militar, sabemos de lo doloroso en que se han convertido nuestros días. Exigimos que el Estado afronte esta realidad que acorrala a la familia de los sobrevivientes que hemos quedado sin contención alguna”, concluyó.

Esta es la historia de los Trigo Conte, quién rompió el silencio fue Andrea, pero cabe destacar que lo traumático de la experiencia es un estigma que ha marcado a cada uno de los integrantes de esta familia.