Rosario Central no se quedó atrás tras la fuerte sanción que le impuso la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) tras los incidentes ante Peñarol y buscó por vías legales poder reducir el máximo la pena. Este intento resultó infructuoso, ya que la organización que rige al deporte más popular en el continente desestimó el pedido canalla y, de esta manera, el equipo de Miguel Ángel Russo recibirá a Atlético Mineiro, por la cuarta jornada de la Copa Libertadores, sin público en su estadio, el Gigante de Arroyito. 

El conjunto auriazul había apelado el fallo emitida por la entidad madre del fútbol sudamericano, pero de nada sirvió. Por lo que, además de la sanción económica para el club y el presidente, Gonzalo Belloso, la parte más fuerte del castigo reside en lo deportivo: a puertas cerradas contra el combinado brasileño, capacidad reducida con Caracas de Venezuela (inhabilitada la popular sur), por la fecha 5, e inclusive la posibilidad concreta de que el duelo decisivo ante el ‘Manya’ en Montevideo también sea sin su gente, ya que los directivos charrúa están dispuestos a pagar la multa correspondiente por no recibir visitantes con tal que de la parcialidad canalla evite tocar suelo uruguayo.

 

De esta manera, las chances de Central en el grupo se complican, dado que el aporte de los hinchas fue fundamental en este ciclo de Russo al mando, explicando el largo invicto en Arroyito, donde llegó a estar más de 30 partido sin caer como local. Es sabido que, ante un adversario de jerarquía y poder de fuego como Mineiro, el hecho de contar con gente hubiera significado un plus, acrecentando las opciones para obtener una victoria, mucho más conociendo como los equipo de Brasil se apichonan ante marcos impactantes en contra.

Al margen de esto, el escenario para el Canalla se tiñó de nubarrones por incapacidades propias. Se pegó tiros en los pies en el ámbito deportivo e institucional: en el primero porque no fue capaz siquiera de quedarse con una victoria en el último comprosimo ante un débil conjunto venezolano, con nivel casi amateur y deficiencias por todos lados, una igualdad que achicó el marger de error.

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Respecto a lo segundo, la inconducta de sus ‘hinchas’ atenta una vez más con el enorme esfuerzo que realizó el club para disputar el máximo certamen internacional, que incluyó refacciones en el estadio, ampliación de la capacidad disponible, inversión en nueva luces led, renovación del césped, entre otras. Sumado a que perjudicó a una gran cantidad de socios que pagan mucho dinero, en un contexto económico muy complejo, para poder tener sus ubicaciones en la cancha, algo a lo que se verán imposibilitados en esta ocasión. Un piedrazo y vallas derribadas salieron caro.

Claro está, Central no fue el único responsable de esto, pero si debe hacerse cargo de la parte que le corresponde. En ese sentido, comisión directiva, cuerpo técnico y jugadores tienen que asumir su responsabilidad en lo que respecta a juego, mientras desde el club se debe asegurar que los energúmenos de siempre sean sancionados severamente, quitándoles la posibilidad de volver a presenciar un espectáculo deportivo. Desde lo social, recapacitar, reflexionar y profundizar que es lo que lleva a que el sentimiento y la pasión, algo loable por estas tierras y admirado por el mundo cuando es bien entendido, sean transformados en comportamiento inhumano, cruzando los límites de los racional, pasando a los márgenes de la locura y la demencia, incivilización total.