MARTES, 26 DE NOV

Se cumplen 68 años del golpe de estado que derrocó a Perón e instauró la proscripción del justicialismo

El 16 de septiembre de 1955 se inició una rebelión de varias unidades del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea en Córdoba, Corrientes, Bahía Blanca y en la Base Naval de Río Santiago, cercana a La Plata.

 

Argentina asistía hace 68 años al inicio de una sublevación de las Fuerzas Armadas que al cabo de unos días derrocaría al gobierno de Juan Domingo Perón, entonces presidente constitucional del país, para instaurar una dictadura autodenominada como Revolución Libertadora.

Por medio de una férrea represión, ese régimen cívico militar sentó las bases de una proscripción que dejó al peronismo marginado durante casi dos décadas de la vida política e institucional del país.

El 16 de septiembre de 1955 se inició una rebelión de varias unidades del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea en Córdoba, Corrientes, Bahía Blanca y en la Base Naval de Río Santiago, cercana a La Plata.

Desde hacía por lo menos un año, se vivía en el país un clima de abierta confrontación entre adherentes y opositores al gobierno de Perón, una situación que había alcanzado su punto más álgido con el bombardeo a Plaza de Mayo, un hecho ocurrido el 16 de junio de 1955 y perpetrado por pilotos de la Armada y la Aeronáutica.

Ese hecho, que provocó más de 300 muertos en el centro de Buenos Aires, dejó en claro que los sectores sociales dominantes no escatimarían esfuerzos con tal de derribar a Perón, que ejercía la presidencia del país desde 1946.

Sin embargo, el presidente se preocupaba por enviar gestos de conciliación hacia sus adversarios, y por eso se negó a firmar la sentencia a muerte del contraalmirante Samuel Toranzo Calderón, uno de los cabecillas del bombardeo a Plaza de Mayo.

El 17 de septiembre, cuando la sublevación era un hecho, el Gobierno impuso el toque de queda y la represión de las unidades rebeldes, en tanto que el almirante Isaac Rojas se puso al mando de una flotilla rebelde a la cual se le sumaron varias naves.

Ese día se plegaron a los golpistas unidades de San Luis y Mendoza, y 48 horas después, Rojas atacó los depósitos de combustible cercanos al puerto de Mar del Plata, mientras el crucero 17 de Octubre -en poder de los rebeldes- se aproximaba a Dock Sud para bombardear la destilería.

Desde Córdoba, el general Eduardo Lonardi dirigía la rebelión y el día 19 logró entrar en conversaciones con los mandos que se mantenían leales a Perón para adelantar la renuncia del presidente.

Al mediodía, Radio del Estado anunció que Perón renunciaba a su cargo y varias unidades se plegaron a los sublevados en la provincia de Buenos Aires.

El ministro de Guerra, el general Franklin Lucero, se encargó de formar una junta militar que se hacía cargo de la situación hasta que pudiera entregar el poder a un nuevo gobierno.

Perón salió del país y se refugió en Paraguay, y Lonardi, como líder de la rebelión, asumió la presidencia el 23, y dos días después, Estados Unidos y Gran Bretaña reconocieron al nuevo gobierno.

Al asumir la presidencia, Lonardi prometió encarar una etapa de la cual «no habrían ni vencedores ni vencidos», en una clara muestra de que su intención era excluir a Perón de la vida política nacional, pero mantener las conquistas sociales del justicialismo.

Pero este militar católico y nacionalista duró apenas 52 días en el poder y fue reemplazado por Pedro Eugenio Aramburu, un general liberal que le imprimió al régimen un fuerte sesgo antiperonista.

Una de sus primeras medidas fue la promulgación del decreto 4.161, por el cual se prohibía la sola mención de Perón, de Evita y la utilización de los símbolos del Justicialismo, al tiempo que se intervenían los sindicatos y la CGT.

Una huelga decretada en noviembre por la central obrera terminó con 9.000 obreros detenidos y se anuló la Constitución de 1949, lo que determinó que muchos simpatizantes del peronismo se sumaran a las filas de una resistencia.

En junio de 1956, militares de extracción peronista a las órdenes de los generales Juan José Valle y Raúl Tanco se rebelaron contra el gobierno de Aramburu con el propósito de reponer al presidente constitucional depuesto.

Ese intento terminó con 32 fusilados entre militares y civiles. Algunos de ellos cayeron en los basurales de José León Suárez y esos episodios quedaron retratados en el libro «Operación Masacre» de Rodolfo Walsh.

Se iniciaba así un período de alta conflictividad social y política, con diversas intervenciones militares, y que estuvo directamente ligado a los 18 años de proscripción que padeció el peronismo, que volvió al gobierno en 1973, tras imponerse en elecciones libres celebradas el 11 de marzo de ese año.

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