La situación económica por la que atraviesa la Argentina en estos días, parece consolidarse dentro de un campo poco propicio para el favorecimiento económico y social de la mayoría de sus habitantes.

Sin pretender presentarlas como una receta única e incuestionable, las políticas que aplicó el presidente ruso Vladimir Putin desde los comienzos de su primera gestión allá por el año 2000, muestran que hay algunas otras formas de conducir los destinos de un país, sin que ello signifique el empobrecimiento de su pueblo.

Decir que hay remarcación de precios, pérdida de fuentes de trabajo, que aumentan los impuestos, que la inflación y el precio dólar no pueden ser controlados y que se está ingresando en un proceso recesivo, ya no son valoraciones u opiniones ideologizadas sino descripciones del paisaje socioeconómico por el que transcurre la vida de los argentinos.

Ante ello, algunas miradas se suman discretamente hacia los actos del Gobierno Nacional, más allá de aquellas que se mostraron críticas desde el primer día, con la expectativa de que desde el Estado nacional se tomen las medidas apropiadas para frenar tales flagelos.

En este sentido, y volviendo a Putin, se puede ver que desde que tomó el gobierno de Rusia le puso límites a las denominadas oligarquías de esa potencia europea y mundial, con la firmeza propia de un gobierno que decide ejercer desde el Estado el poder necesario para contrarrestar aquél que resulta de la concentración económica.

Las palabras del ex ministro de finanzas ruso, Alexéi Kudrin, fueron elocuentes cuando al respecto afirmó: “Ahora no tenemos oligarquía; hay gente rica, pero no gobiernan el país».

En ese sentido, el mismo Putin se presentó en el año 2009 ante los propietarios y responsables de la producción de materias primas de su país y protagonizó un suceso que puede ser definido como paradigmático, sobre el rol que le corresponde a un jefe de Estado cuando se trata de asegurar la justicia social.

En esa oportunidad, el presidente ruso tildó a los empresarios y a los representantes de los grupos titulares de los poderes económicos de «cucarachas, ambiciosos, incompetentes y avaros».

¿Haría Putin algo similar en la Argentina de nuestros días?

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