Por Manuel Parola

La llegada de Javier Milei a la presidencia fue tomada como un auténtico masazo por parte del sistema político en general, donde el binomio existente entre el peronismo y las expresiones liberales y conservadoras acurrucadas tras el sello de Juntos por el Cambio se vieron desalojados como únicos polos en donde el poder podía ser detentado. La sorpresa y la indignación fueron la primera reacción, sobre todo de la contraparte progresista. No obstante, la victoria del libertarismo no nace de un repollo, sino de una pluralidad de procesos que ninguna de las dos fases hegemónicas de la identidad política vernácula supieron -o quisieron- dar cuenta.

El libro «Está entre nosotros» del sociólogo y antropólogo Pablo Semán comienza con una introducción donde el estudioso describe cómo Javier Milei pasó de ser considerado una «curiosidad evanescente» a transformar en muy poco tiempo «las coordenadas del debate político». El texto tiene por objeto el análisis de los genotipos de las expresiones de la ultraderecha en Argentina: «¿de dónde sale y hasta dónde puede llegar la extrema derecha que no vimos venir?» se pregunta el subtítulo.

En compañía con los pensadores e investigadores Sergio Morresi, Martín Vicente, Melina Vázquez Ezequiel Saferstein y Nicolás Welschinger, Semán desanda el principal cuestionamiento sobre el porqué de la emergencia de Milei, de sus adláteres y qué queda oculto debajo de tan grandilocuente aparición de una novedad en el sistema político vernáculo: la ultraderecha como opción de poder en el país del «Nunca Más».

– En la contratapa, ustedes los autores plantean una pregunta «¿de dónde salió esta derecha radicalizada que corrió el margen de lo decible y que interpela transversalmente a la sociedad más allá de sus militantes hayan sido al comienzo solo varones jóvenes?» ¿Cuál sería una respuesta?

Este fenómeno sale de una transformación social, cultural y política que lleva por lo menos 15 años, por lo menos desde 2008, donde se anudaron en la Argentina los filamentos restantes y remanentes de la experiencia menemista que eran más o menos liberales con las contradicciones que emergieron del gobierno kirchnerista y sobre todo a partir del conflicto de la resolución 125. 

Durante todo ese proceso, por un lado se acumuló una hostilidad frente al kirchnerismo derivado de sus fracasos -también frente al macrismo pero en menor medida- pero también fue sedimentando una transformación social y cultural que es diferente de la política, en donde aparecen grupos sociales cada vez más ligados al mercado y cada vez más desprotegidos en una relación de contradicción y hostilidad con el Estado. Entonces el cambio político, el cambio social y el cambio cultural son tres vertientes que van más o menos juntas por fuera de lo que veía la sociedad política, y en la pandemia todo eso se sella a fuego porque la pandemia unifica y potencia esas tres vertientes y finalmente Milei es alguien que le habla a todo ese curso de esas tres corrientes y a eso que significó durante la pandemia donde el Estado aparece, por un lado, como obstáculo y por otro lado como causa de la necesidad de libertad.

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Es un proceso muy largo. Que no se haya hecho visible hasta 2021, incluso que no se haya hecho visible hasta 2023, muestra el grado en que la dirigencia política, el Estado mismo y yo diría la sociedad política ampliada es decir militantes políticos, analistas políticos, periodistas, consultores, todo ese conjunto que es la sociedad política ampliada y que no la vio, estaba muy distanciada de lo que pasaba en esa sociedad transformada culturalmente.

De alguna manera la idea que tiene Milei sobre que hay algo que es una casta y que vive de espaldas a la mayorías es relativamente cierta si uno toma en cuenta que, por ejemplo, esos sectores que son llamados casta ni se imaginaban lo que estaba pasando. Por eso ellos también dicen «No la ven». De ahí viene, de la unión de filamentos libres del menemismo con transformaciones políticas, sociales y culturales contemporáneas.

Hay un colega local, Mariano D’Arrigo, que cuando finalmente se da el resultado del balotaje con un Milei ganador sostuvo que con esta victoria se cierra un ciclo que se había abierto en el estallido social del 2001 ¿coincidís?

En buena parte sí. Ese es un ciclo. Hay un ciclo más de fondo que viene desde 1983, pero ese ciclo de 2001 tiene que ver con que hubo una respuesta frente a la tentativa neoliberal que hizo Menem y esa respuesta se agotó. Fue dando rendimiento decreciente hasta que fue dando rendimiento en contra. Pasó de rendir cada vez menos a rendir negativamente. Entonces una serie de reivindicaciones y de sujetos quedaron por fuera de esa respuesta y todo eso se acumulan en la respuesta que es Milei, que es como el contrapunto a la respuesta peronista que emergió en el 2001.

– Dentro de tu libro, y en otras exposiciones públicas que has realizado, hablás de que hay una estética, un lenguaje popular con el cual cuajó, linkeó, pudo hacer contacto Milei ¿De dónde viene esa conexión o cómo es que se pudo hacer ese linkeo? ¿Podría haber sido otro el que ocupara el lugar de Milei en lugar de él? Lo que veo es que, más que un reconocimiento con el personaje, hay una necesidad que el personaje viene a cumplir.

– Milei tiene, por su propio discurso pero también por su propia performance y por su propio desempeño corporal una capacidad de conectarse con amplios sectores de la población que conforman algo así como un pueblo. No todos son de los sectores de más abajo, pero hay una parte de la sociedad que incluso tiene niveles salariales bajos y formas de empleo muy precarias que también se identifica con Milei.

La verdad es que no sé si podría haber sido otro en lugar de Milei y me parece que èl podría haber actuado de otra manera, pero la forma en que actúa le funciona porque para esa población que se siente en una relación de hostilidad y de obstaculización con el Estado y que tiene bronca por años de estancamiento, desde crecimiento, de anulación de posibilidades de personales, que un candidato haga aparecer en el espacio público un sentimiento privado que es el de ‘quiero romper todo esto’ y ‘quiero ser libre’, las dos cosas, no es solamente rechazo, es muy convocante.

No es casualidad que alguien como Milei sea capaz de hacer esa convocatoria, y si bien podría haberla hecho de otras maneras también es cierto que esta le funcionó muy bien, entonces sí podría haber sido otro, pero convengamos en que esta le es bastante funcional y de hecho esa manera de ser le sigue funcionando hoy, porque sigue amplificando el circuito comunicacional de su historia.

El cientista político Andrés Malamud dijo que “El experimento Milei se sostiene a fuerza de fe: de él (en sí mismo) y de parte del electorado en él” ¿Cuánto de fe hay puesto en Milei? 

– Las creencias, y lo que uno llama fe, no es una cosa que surge del interior de cada uno de forma autónoma independiente de la vida social.  La fe es una relación social en la que alguien me pone a mí ante distintas posibilidades de creer, en toda sociedad siempre hay distintas posibilidades de creer, pero esa persona me dice ‘esta te la autorizo, esta la podés seguir’ y Milei es el que autorizó, en una relación creyente, una forma de creencia. Eso es lo primero. Entonces no es un fenómeno psicológico, es un fenómeno social. Hay una retroalimentación entre Milei y la gente que cree en lo que dice Milei a partir de una cosa que está en la superficie de la sociedad, que es la crítica del Estado, de la política y de la economía a partir de la crisis de la política, la economía y el Estado. 

Por otro lado, no sé si hay un franco deterioro de la imagen de Milei. Lo que me parece que ocurre es que el lenguaje que tiene para describir la vida social está más extendido que incluso la propia popularidad de Milei. Esa sociedad que yo vengo diciendo que se transformó social y culturalmente y que es la base de apoyo de Milei, no cambió.

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Encuentro la explicación más por la continuidad de una base de apoyo, por la continuidad de una superficie social y cultural y por la continuidad de una relación que por una cosa psicológica de sugestión, de adhesión incondicional y una serie de notas que se ponen en la fe como si fuese un fenómeno psicológico. Aclaro, no es una diferencia con Andrés Malamud, que es un amigo, más bien creo que estaríamos muy de acuerdo con esto. Me parece mejor interpretar lo social y lo cultural de eso que aparece con fe.

– En cuanto al eje del libro, que tiene que ver con las extremas derechas que se han dado a nivel global con ciertos puntos en común, hasta incluso características comunes que el propio Pablo Stefanoni analizó en su trabajo «¿La Rebeldía se Volvió de Derecha?». En el libro mencionás varios otros trabajos como también el de Juan Ruocco, Natalia Aruguete, Adam Przeworski, etcétera, que han caracterizado a las derechas a lo largo del globo con distintas cuestiones en común ¿Milei está haciendo la alth right a la Argentina? 

Si, pero con originalidad y con elementos que esa derecha alternativa no tiene ni tuvo. El mismo Milei dice, y tiene razón, que es el único presidente libertario del mundo, pero ahí hay una discusión implícita que es el carácter de lo global. Pensar que la derecha de Milei es el resultado de un organismo global es lo mismo que decir que para existir, el kirchnerismo dependía del foro de San Pablo y no es verdad. El kirchnerismo surgió como identidad política y proceso político de las contradicciones internas al proceso político argentino y después se alió al foro de San Pablo, y el foro no les daba ni muchas ideas, ni mucho dinero ni mucho poder. Con Milei ocurre lo mismo. 

Lo que hace aparecer la imagen de que algo es global y de que es una ola global, es que en Argentina pasa lo mismo que pasa en muchas otras sociedades democráticas de Occidente o incluso democráticas del globo, donde el Estado está en crisis, entonces hay un mismo tipo de respuesta a la crisis del Estado, pero no es que se pusieron de acuerdo en una internacional negra y cada uno desarrolló su modelo. Más bien desarrollaron situaciones comunes, con respuestas comunes y ahí sí también una dimensión global de recursos ideológicos, materiales y simbólicos que a veces comparten.

– ¿Qué nos vamos a encontrar cuando leemos «Está entre Nosotros»? 

– Se van a encontrar con la descripción de los mundos sociales libertarios que tienen que ver con la producción de la ideología y de una cultura libertarias, con la producción del lazo político libertario, con la producción de una organización política libertaria, todo en casos empíricos de la juventud en la Capital Federal, de votantes jóvenes de Milei, de la formación ideológica contemporánea de Milei y de la circulación de la literatura masiva en la cual Milei creció.