MIéRCOLES, 27 DE NOV

Malvinas: el sorprendente ataque al Sheffield, el primer buque inglés hundido en combate después de la Segunda Guerra Mundial

Los dos aviones Super Étendard que partieron de Río Grande el 4 de mayo de 1982 sorprendieron a la Royal Navy y al gobierno de Margaret Thatcher cuando sus misiles hirieron de muerte al destructor. Cómo se planeó el ataque, los Mirage que protegieron a los pilotos navales, los Lear jet que hicieron de señuelos para distraer a los Sea Harrier y el misterio que encerró el hundimiento.

Por Daniel Roca Centurión

El HMS Sheffield en llamas. Misiles Exocet de la aviación naval lo hirieron de muerte el 4 de mayo 1982.

El 2 de mayo el submarino HMS Conqueror había logrado hundir al crucero ARA General Belgrano. De los 1.093 tripulantes 323 encontraron su destino final en el mar austral.

Al día siguiente, cerca de la una y media de la madrugada, el aviso ARA Sobral -que se encontraba en las inmediaciones de las islas buscando a la tripulación de un bombardero Canberra de la Fuerza Aérea que había sido derribado-, es atacado por un helicóptero Sea Linx británico que, desde una distancia aproximada de 20 km, le lanza un misil aire-mar e impacta en la cubierta. Ocho tripulantes mueren en medio de la explosión, las esquirlas y las llamas.

Frente al ataque, la Fuerza Aérea Sur (FAS) dispone las salidas de aviones y helicópteros de búsqueda y rescate para asistir a a los hombres de la Armada.

No había tiempo para perder. La búsqueda frenética del buque atacado reúne a los turbo hélices Fokker F-27 indicativo de misión Titan, los Twin Otter indicativo SIERRA, un avión Mitsubishi MU-2B del escuadrón Fénix indicativo Bravo y un helicóptero Bell 212 indicativo Liebre.

Recién el 4 de mayo el Sobral logra transmitir su posición a la deriva y el 5 se produce el primer contacto con el Bell 212 que logra realizar un arriesgado rescate del capo primero Enríquez con quemaduras de gravedad, para ser trasladarlo de inmediato a Puerto Deseado. El marino, gracias al rescate, pudo salvar su vida.

En su periplo cerca de las islas, la Fuerza de Tareas británica ha ido coqueteando con el peligro y el 1 de mayo sintió el fuego de la fuerza aérea: 57 misiones y 20 toneladas de bombas cayeron sobre la Royal Navy en lo que fue el «bautismo de fuego» de la Fuerza Aérea.

Los planes de la Operación Corporate, que marcaban el desembarco y la «recuperación» de las islas por parte de las tropas comandadas por el almirante Sandy Woodward, debieron posponerse.

En un solo día los ingleses sufrieron las pérdidas y daños del HMS Exeter, dos fragatas clase Amazon tipo 21, el HMS Arrow y HMS Glamorgan seriamente dañadas, la pérdida de dos helicópteros Sea Kingy la posibilidad de haber herido al Sheffield.

Woordward, frente al ataque de los aviones argentinos, dio la orden y la flota se alejó de las islas a distancias más seguras.

Desde el 21 de abril, y de todas las maneras posibles -incluso usando Boeing 707 de transporte de pasajeros-, la Fuerza Aérea había estado siguiendo a la Royal Navy desde una latitud cercana a la de Río de Janeiro.

La información conseguida era buena, pero para que los Super Étendard pudieran emplear sus misiles aire-mar Exocet la posición de los barcos a atacar debía ser «actual y precisa».

Los datos precisos que necesitaban los brindó finalmente el viejo pero confiable avión de exploración Neptune, que se encontraba «trackeando a la flota», es decir siguiendo su posición. A las 7:50 del 4 de mayo detectó al destructor inglés.

En Río Grande, se prepararon dos Super Étendard con misiles Exocet, que despegaron a las 9:45, piloteados por el capitán de corbeta Augusto Bedacarratz y el teniente de navío Armando Mayora.

La aviación argentina puso en el aire un Hércules KC-130 indicativo Rata, como nave de reabastecimiento de combustible en vuelo para los aviones de la armada, que en esta oportunidad se les asigna el indicativo Litoral.

A su vez, una pareja de caza bombarderos Mirage M-5 Dagger de la Fuerza Aérea, conocidos como el escuadrón de «Las Avutardas Salvajes», indicativo de misión pollo, armados con misiles Shafrir, guiados por los radares desde tierra, tuvieron la misión de proteger al Hércules y a los Super Étendard.

«Volamos muy bajo, con suma discreción. No utilizamos prácticamente el radar, no hablamos por radio y solo nos comunicamos de avión a avión por señas», recordaría años más tarde Bedacarratz.

A la operación se agregaron dos Lear jet, indicativo Rotulo, de la Fuerza Aérea Sur que tuvieron la arriesgada misión de hacer de señuelo de los Harrier británicos. Estos aviones ejecutivos, sin armamento ni tampoco ningún tipo de contramedida antimisil, buscaban ser confundidos con cazas de la Fuerza Aérea -por su velocidad y por la imagen de radar similar a un avión de combate- atrayendo hacia ellos a los cazas ingleses para distraerlos del ataque real.

El reabastecimiento en vuelo se realizó a 240 kilómetros al oeste de Malvinas. La recarga permitió que la sección pudiera volar bajo, casi rozando el mar, hasta el punto de lanzamiento que estaba ubicado a 480 kilómetros de distancia.

Bedacarratz y Mayora dejaron tras de sí al reabastecedor e iniciaron el descenso y se mantuvieron volando a 15 metros sobre el mar. El cielo estaba nublando y el viento era intenso.

El Neptune transmitió la última posición de la flota y los pilotos volaron en silencio de radio, pegados al mar, para evitar ser detectados por los radares.

«La misión era sumamente riesgosa. La Armada sólo tenía cinco misiles Exocet, ya que Francia había impuesto el embargo a raíz del conflicto bélico. Además, se desconocía la efectividad de este tipo de misil aire mar, para ser lanzados desde aviones de ataque.Hasta ese momento nos se había hecho en ninguna parte del mundo. Fuimos los primeros en probarlos en Malvinas», relató el capitán en una entrevista al diario El Mundo de España 35 años después de la guerra.

Durante el vuelo hacia el blanco, el Neptune transmitió una corrección de posición. Los pilotos recibieron la última información y se prepararon para subir hasta 40 metros de altura por unos breves instantes. La maniobra era necesaria, a pesar del riego de ser detectados, para que la información del radar de a bordo se integrara a la programación de trayectoria del misil. En la jerga de los pilotos de combate eso se llama «enganchar» dos blancos: uno grande y uno chico.

Había que asegurar la efectividad del lanzamiento y de la operación. Los dos misiles fueron programados contra el blanco grande. «En ese instante colocamos las posiciones de nuestros sistemas de navegación. Introdujimos 20 dígitos y tuvimos que interrumpir el silencio de radio para cotejar entre los dos la información», contó el piloto del Super Étendard.

A las 11:05 y a unas 25 millas náuticas de su posición (aproximadamente 48 kilómetros), en aquel 4 de mayo de 1982, la dupla Super Étendard/Exocet hizo su entrada en la historia de la guerra aeronaval moderna.

Bedacarratz dio la orden de atacar. Los aviones estaban a 30 kilómetros del blanco (los ingleses aseguraron que estaban a 11 kilómetros y que por eso no pudieron detectarlos). Elmisil de 650 kilos tardó tres segundos en desprenderse del avión, que se sacudió en el aire al perder peso.

Al menos uno de los Exocet impactó en el Sheffield. El fuego invadió a la nave. La HMS Arrow se acercó al destructor para rescatar a los sobrevivientes de los 287 tripulantes. La fragata remolcó al destructor fuera de la zona de peligro. El ataque dejó un dramático saldo de 20 y muertos y 63 heridos. El Sheffield se hundió finalmente el 10 de mayo en aguas del Atlántico Sur.

La sección de Bedacarratz y Mayora aterrizó en Río Grande a las 12:04. Ninguno sabía, en ese momento, si los misiles habían dado en el blanco. Pero en la base de Tierra del Fuego hubo clima de celebración por el logro técnico de haber lanzado los Exocet con éxito.

Esa tarde, la BBC informó que el Sheffield había sido herido de muerte por un misil. Ante el Parlamento británico, el canciller Francis Pym admitió que el Sheffield había sido hundido. Pero eso no era verdad: el buque terminaría en el fondo del mar seis días más tarde.

Mucho se ha discutido, después del conflicto, si el Sheffield habría sido atacado por Daggers de la Fuerza Aérea Sur el 1 de mayo y si el ataque de los Super Étendard solo remató al buque de guerra inglés. Lo cierto es que esta operación dejó en claro que, si se quería hundir o al menos neutralizar a un portaaviones británico, iba a ser necesario un gran poder de fuego.

Este fue la simiente del futuro ataque al Invencible, en el cual los Super Étendard de la Armada y cazabombarderos A4-C de la Fuerza Aérea, trabajarían en conjunto contra ese insigne portaaviones.

Pero esa es otra historia.

Fuente: Infobae

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