Por Franco Albornoz

Científicos del Conicet realizaron una protesta contra el «ajuste» del Gobierno en el área, por lo que desarrollaron la representación de un «velorio de la ciencia». La protesta fue decidida en el marco de «la profundización del ajuste en el sector científico-tecnológico».

La manifestación se realizó frente al Ministerio de Ciencia y Tecnología dónde los trabajadores científicos buscaron poner el foco en las «políticas de vaciamiento» que sufrió el sector y en la «clausura unilateral por parte del Ministro Lino Barañao, de la mesa de seguimiento por el conflicto de los 500 despidos en el Conicet».

En ese marco, Eduardo Guillin, investigador desde hace décadas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta), manifestó a Conclusión que “el nivel de desfinanciamiento que atraviesa el sector sólo es comparable con la década de los 90. Antes poníamos satélites en el espacio y hoy destrozamos el sistema que en poco tiempo será parecido al venezolano”.

A modo de ejemplo, el científico argumentó que “el Inta tiene un presupuesto cuyo 86 por ciento se dedica a pago de sueldos. Y sólo el 14 se vuelca en investigación. Manejamos 5 mil pesos por trimestre y hacemos malabarismos”. Y agregó: “Así y todo la calidad de investigadores está a la altura de muchos grupos estadounidenses”.

Modelo indio

A renglón seguido, Guillin alertó que el recorte que se manifiesta en ciencia y tecnología “no es aislado” y que está ligado al «sistema socioeconómico que tiene la gestión de Macri bajo el modelo indio: exportación de productos agrícolas, servicios financiero y servicio de software”.

La idea de que Argentina debe ser un país de servicios y producción de materias primas ya fue esgrimida por la dictadura de 1976 con José Alfredo Martínez de Hoz en el Ministerio de Economía, y retomada décadas después durante el menemismo. En ambos casos, las políticas sociales y económicas implementadas para alcanzar ese objetivo no resultaron.

En tal sentido, el investigador del Inta hizo hincapié en “un modelo así ellos suponen que la ciencia no es necesaria y deja afuera dos terceras partes de la población Argentina porque no da lugar al mercado interno”.

“Es muy importante que entiendan los pequeños productores de Rosario que este supuesto que tiene la administración de que el desarrollo científico autónomo no es necesario frena el avance del país”, añadió.

Y ejemplificó: “Hace unos años descubrimos que una de las enfermedades de la soja que se suponía que era producida por un hongo, en realidad no era producida por uno sino por varios, y que los que están en Estados Unidos no tienen nada que ver con los que tenemos en Argentina”.

Importar tecnología

El profesional, fue crítico en relación a la compra de tecnología y advirtió sus consecuencias: “Por un lado, puede ocurrir que el conocimiento no sea adecuado para la problemática que se necesita atacar, y por otro, cuando la necesidad de tecnología es estratégica no te la venden o te transforman en dependiente de esa tecnología”.

Para finalizar, y consultado sobre las posibles salidas y alternativas a este modelo establecido, Guillin remarcó que “tenemos que ser muy serios y precisos para sortear las bases de esos sentidos comunes construidos y eso es lo que tenemos que poner en cuestión”

“Me parece que hablar y comunicarnos es parte de la solución. Los grandes medios de comunicación pertenecen a los medios concentrados. Debemos dialogar y cuestionar junto a nuestro núcleo cercano las bases del sentido común y ponerlo en crisis. Ese es el inicio de un país más justo”, concluyó.

«Con el ajuste y el achicamiento se tiende a la muerte de un sistema público de ciencia»