La erosión del poder adquisitivo de los argentinos a manos de la inflación cada vez se profundiza más y una muestra de eso es la pérdida de valor que experimenta el billete de $1.000 desde su lanzamiento a fines de 2017.

Esto fue reflejado en el informe denominado «Changómetro», elaborado por la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA).

El estudio detalló que el impacto de la inflación «no es un problema de una cadena específica o de un producto en particular, sino que es algo que afecta a todos los sectores».

En lo que refiere a los alimentos y bebidas, el informe indicó que se incrementaron más de quince veces en los últimos cinco años y medio.

En ese sentido, la economista de la institución, Nicolle Pisani Claro, precisó que «para comprar hoy lo que se compraba con $1.000 en alimentos y bebidas en diciembre de 2017, se necesitan más de $15.300, o para comprar la ropa que se compraba con $1.000 en diciembre de 2017 hoy se necesitan $17.000».
El estudio toma como referencia a diciembre de 2017, ya que por ese entonces el billete de $1.000 recién se estrenaba.

Al respecto, el economista David Miazzo sostuvo: «Si llevamos a la discusión de los nuevos billetes, vemos que por lo menos necesitaríamos uno de cerca de $15.000 para que tenga el mismo poder de compra que tenía el de $1.000 cuando recién salió».

Entre los productos que incluye la canasta que mide FADA esta una docena de huevos, que en 2017 con $1.000 se compraban 29 docenas, en tanto que hoy apenas 1; el kilo de tomate, que hace casi seis años de compraban 40,5, mientras que hoy solamente 1,5; el kilo de papa, en 2017 se compraban 53, hoy sólo 3; y la botella de 1,5 litros de aceite de girasol en 2017 se compraban 15 envases de ese tamaño, mientras que hoy solo alcanza para 1.

 

¿CÓMO AFRONTAR ESTE PANORAMA?

Los economistas de FADA afirman que hay formas de «tratar» o controlar la inflación.

En esa línea, apuntan a que hay que tomar medidas en tres sentidos: emisión de pesos, equilibrio fiscal y confianza en la economía del país.

«No alcanza con abordar uno de esos tres frentes, sí o sí hay que encarar los tres focos para que funcione», advirtió Miazzo y agregó que «hay que dejar de imprimir pesos».

«El Changómetro muestra que el problema no son los precios, son los pesos y su pérdida de valor«, subrayó.

Desde FADA consideran que «para dejar de imprimir pesos es necesario contar con equilibrio fiscal. Este es el segundo punto: los gobiernos tienen que dejar de gastar más de lo que recaudan por impuestos, no hay otra opción que controlar el gasto público para controlar la inflación».

En cuanto a generar confianza en la moneda, Ariño explica que «los pesos, como cualquier moneda, son un papel impreso, su valor está determinado por la confianza que genera el país que lo imprime».

En ese sentido, Miazzo indica que «por esto, la solución pasa también por generar confianza en la salud y el rumbo de la economía de un país. Para ello, es necesario un plan económico consistente que sea capaz de ir solucionando los grandes desequilibrios macroeconómicos del país».