Por Aldo Battisacco – Conclusión Buenos Aires

Superadas más de dos décadas de estrecheces presupuestarias, paralizaciones de proyectos y congelamientos de vacantes, acaecidas desde el comienzo del gobierno de Alfonsín, todo el Sector Nuclear argentino resurgió fuertemente en 2006, completándose obras paralizadas –Atucha 2 la más emblemática-, se continuó con el Proyecto CAREM (reactor nuclear modular), y varios más, llegándose a incrementar 1.100 % el presupuesto asignado, para concretar los objetivos que se propuso el presidente Perón cuando creo la Comisión de Energía Atómica el 31 de mayo de 1950.

En diálogo con Conclusión el especialista en economía y temas geoestratégicos, Carlos Andrés Ortiz, describió el proceso de destrucción perpetrado por «los personeros de la dependencia y el saqueo» que «incesantemente intentaron destruir todo atisbo de autonomía energética nacional para impedir la sustentabilidad tecnológica y productiva de nuestro país».

Ortiz aportó una crónica pormenorizada sobre la deuda de la democracia argentina con el sector nuclear, salvo algunas excepciones, cargó contra quienes por error u omisión desandaron los objetivos de soberanía y autonomía tecnológica para recrear las condiciones necesarias de la respuesta que necesita la Nación.

Carlos Andrés Ortiz

Recuperada la democracia en Argentina, el gobierno de Raúl Ricardo Alfonsín obró “asesorado por Jorge Lapeña, amigo de las petroleras, impuso criterios desacertados influido por fuertes presiones británicas».

Tan abrupta y negativa decisión de congelar proyectos y vacantes, en el Sector Nuclear, fue consecuencia del prejuicio (o miedo) a asumir la nueva y fortalecida situación en que nos encontramos, como nación soberana, cuando Castro Madero, aun a cargo de la CNEA, le comunicó a Alfonsín la muy buena noticia de haberse terminado de dominar técnicamente todo el ciclo de producción de combustibles para nuestras centrales nucleares, desde ese momento sin dependencia externa alguna.

Durante 23 años, el Sector Nuclear apenas subsistió, manteniendo a duras penas los proyectos y los valiosos bienes tecnológicos. Es y fue tesón impregnado de patriotismo del personal de Atucha, y por ello la conservación en excelente estado de la paralizada Central Nuclear Atucha 2, y  otros activos estratégicos.

En 2006, el gobierno de Néstor Kirchner, superadas las enormes dificultades iniciales generales, se decidió a dar renovado y fuerte impulso al Plan Nuclear.

Según Ortiz, «tan fuerte fue el impulso del período 2006 – 2015, que en 2015 estaban planificadas tres nuevas grandes centrales nucleares, una de uranio natural y dos de uranio enriquecido; dos con apoyo de China y una de Rusia. La primera de ellas, una tipo CANDU PHWR (a base de uranio natural y agua pesada), con financiación y apoyo técnico chino ya estaba en sus fases iniciales de construcción, en Lima, Buenos Aires». Por otro lado, el analista señaló que «los sueldos de todo el sector, que habían estado muy deprimidos en el largo período neoliberal que implosionó en 2001, mejoraron sustancialmente desde 2006 al 2015, concretándose numerosas incorporaciones de personal científico y técnico, lo cual era acuciantemente necesario, cuyas formaciones específicas insumen tiempo y recursos muy valiosos».

-¿Qué explica los ataques?

-En Argentina, el establishment conservador, fue y es anti industrialista y anti tecnológico, y afín a los intereses de las petroleras y gasíferas transnacionales. Siempre obstaculizó e impidió las usinas nucleares e hidroeléctricas, frenando o destruyendo los entes tecnológicos vinculados con esos tipos de generadoras para favorecer las usinas termoeléctricas, que son grandes consumidoras de petróleo y gas natural. Hubo excepciones de gobiernos golpistas o ultra reaccionarios, que pese a ello apoyaron el desarrollo nuclear, como el de Onganía, Levingston y Lanusse, seguramente por las fuertes influencias nacionales del General Guglialmelli y del economista Dr. Aldo Ferrer (con quienes tuve el enorme gusto de poder dialogar). Otra excepción fue el infame “proceso”, durante el cual la férrea postura del Capitán de Navío Carlos Castro Madero se opuso al desguace de la CNEA, que quiso perpetrar el personero neoliberal y por entonces “superministro” Martínez De Hoz. No solo se opuso sino que logró notorios avances, entre ellos completar el dominio de todo el ciclo de combustibles nucleares. Claro que su gestión resulta muy cuestionada por desapariciones, encarcelamientos y despidos del personal, por razones políticas… Evidentemente, los sectores reaccionarios quieren retrotraer a Argentina al perimido e inviable rol de economía exclusivamente primaria, sin industrias ni tecnologías propias, menos aun en un área de gran importancia estratégica, como la nuclear, en la cual somos una de las referencias a nivel mundial.

Reactor Karem

-¿Cómo caracterizaría el periodo Macri?

-A fines de 2015 hubo un abrupto cambio de signo político. Los neoliberales volvieron al poder; y así recrudecieron los embates para la destrucción del Sector Nuclear Argentino. Intentaron acciones para retrotraernos a aquel perimido país estancia del siglo XIX, a lo que se agregan desembozadas acciones de brutales negociados financieros de timba y fuga de divisas, mientras se destruía intencionalmente todo el país, conducente todo a la disolución nacional; esto último acorde a los dictados del “Estado profundo” transnacional que promueve el proceso llamado Globalización Salvaje. El macrismo paralizó Atucha 3 sin motivo concreto alguno, perdiéndose inversiones ya hechas y despidiendo muy valioso personal que costó formar técnicamente, produciéndose además un absurdo desaire al apoyo chino en dicha obra. Además, también sin justificativo alguno, cerró el funcionamiento de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP), de Arroyito, Neuquén, en una operatoria claramente destructiva de la capacidad tecnológica nacional, que obligó a importar el insumo, el cual es básico para el funcionamiento de nuestras tres centrales nucleares. Como dato no menor, la PIAP es la mayor del mundo, y su capacidad de producción no solo abastecía las necesidades nacionales, sino que también exportó el valioso insumo estratégico.

-¿Qué impacto tuvo y cual fue el condicionamiento?

-Su cierre fue otra clara maniobra tendiente a la destrucción de nuestras capacidades tecnológicas e industriales, despidiendo a casi todo su personal, siguiendo una matriz nefasta con operatorias similares a la de gobiernos antinacionales, el macrismo deterioró los salarios reales del personal del Sector Nuclear, que es altamente calificado, y por ende muy valioso y difícilmente reemplazable. Con ese cuadro desolador (como en casi toda la realidad general), comenzó la presidencia de Alberto Fernández. Aun conociendo las severas limitaciones estructurales y coyunturales, con la Espada de Damocles de la descomunal deuda externa y los acuciantes problemas sociales, se esperaba un amplio abanico de medidas rápidas y decididas, para revertir la destrucción perpetrada por la Alianza Cambiemos. Claro está que al caos económico y social, se le sumó la terrible pandemia del COVID 19, lo cual complicó mucho todo, agravado eso por la salvaje oposición de los medios concentrados y de su pata política encarnada en los nefastos resabios dirigenciales del gobierno saliente.

-¿Le llama la atención la mora en la que incurrió el oficialismo para revertir el daño ocasionado?

-Cuesta entender la casi absoluta falta de decisiones claves, para relanzar y reimpulsar un área de notable importancia estratégica, como es el Sector Nuclear. Se demoró casi dos años en cambiar la cúpula directiva de la CNEA, no se definió la construcción de la cuarta central nuclear, no se reactivó la PIAP, el proyecto CAREM parece avanzar con cierta parsimonia, y hasta donde sé, los sueldos del sector siguen muy deprimidos, lo cual hace que cunda el desánimo. Respecto a la PIAP incluso circula una muy discutible iniciativa de transformar la planta en productora de urea, lo cual implicaría desnaturalizarla y dar una estocada más al Sector Nuclear. Excepto, claro está, que técnicamente la planta pueda producir ambos tipos de insumos, agua pesada y paralelamente urea.

-¿Usted percibe que existe un corrimiento en las prioridades del gobierno en materia energética?

-Parece que solo se apuesta a los hidrocarburos, y a sus “asociadas”, es decir, las energías “renovables amputadas” -pues amputaron del concepto y de las promociones- a las hidroeléctricas de más de 60 MW-. Incluso trascendió con poca difusión, un trasnochado proyecto de Cabandié, de subordinar el Ministerio de Energía a los dictados del sector del medio ambiente, que lamentablemente adoptó muchos de los eslóganes del ultra ecologismo, que se preocupa por el “conservacionismo” in extremis, dejando de lado al imprescindible desarrollo socio económico. Es bien conocido que los gobiernos liberales y neoliberales han sido funcionales a los poderosos intereses de petroleras y gasíferas transnacionales, así como de sus asociadas “renovables”; mientras que los gobiernos de orientación nacional, se preocuparon por diversificar la matriz energética, impulsando fuertemente las energías hidroeléctrica y nuclear, y sus respectivos desarrollos tecnológicos.

-¿Entiende que hay una ruptura con el impulso que le aportaron al plan nuclear otros gobiernos con clara orientación nacional?

-Sin desmedro por lo actuado hasta acá por el actual gobierno, sobre todo si se lo compara con el desastre que dejo la gestión Macri, se puede decir en concreto que al menos hasta ahora no demuestra estar en sintonía, con anteriores gobiernos nacionales y de filiación Justicialista. Perón inauguró Atucha 1, CFK inauguro Atucha 2. Urge darle continuidad a las políticas emancipadoras de cualquier dependencia exterior. Tenemos serios condicionamientos estratégicos, urge que el gobierno del Frente de Todos rectifique rumbos y se decida sin dilaciones a retomar la senda de la liberación y el desarrollo de su pueblo y de la patria.