El Indec acaba de publicar el informe de la Balanza de Pagos de la Argentina, donde se detallan todas las transacciones del país con el resto del mundo. Los datos refieren al primer trimestre del 2018, y muestran lo ocurrido hasta un mes antes de la corrida bancaria que precipitó la devaluación y la implosión del modelo macrista.

El informe oficial permite confirmar que la corrida cambiaria del mayo pasado y el proceso devaluatorio que sigue aún vigente, son consecuencia directa de las medidas del gobierno de Cambiemos. Si bien la Argentina arrastra desde hace varios años un delicado problema de competitividad, la política económica del macrismo ha propiciado la actual crisis externa mediante la liberalización del mercado de capitales, la suba de tasas y el financiamiento de la fuga de divisas vía endeudamiento público.

Esta situación se viene observando desde hace tiempo en el agigantado desequilibrio de las cuentas externas, que se financia con la emisión de deuda; esta situación, a su vez, agudiza el problema del déficit fiscal por el acelerado crecimiento de los intereses de la deuda. Así, aunque el gobierno logre bajar el déficit fiscal primario ajustando el gasto público y deteriorando aun más la prestación de servicios y el desarrollo de sus funciones básicas, el agujero fiscal crece al ritmo del endeudamiento público.

Por eso, el problema de fondo del país no radica en su propia moneda, los pesos, sino en la moneda de intercambio internacional; es decir, los dólares.

Los datos del Indec muestran que en el primer trimestre de 2018, la Cuenta Corriente arrojó un saldo deficitario de 9.623 millones de dólares, mientras que la Cuenta de Capital tuvo un saldo positivo de apenas 27 millones de dólares. Por lo tanto, la necesidad de financiamiento externo acumulo 9.596 millones de dólares (suma CC y CCp) en tan sólo tres meses.

De esta forma, la Cuenta Corriente del primer trimestre de 2018 registró el peor resultado desde 1994 (fecha donde empiezan los registros del Indec), superando los malos resultados del mismo período del 2017, año en que el déficit de la cuenta corriente cerró en USD 31.324 millones. En efecto, el déficit de la Cuenta Corriente para el primer cuarto del año aumentó un 34,4% en términos interanuales (fue de USD 7.158 millones en el primer trimestre de 2017), proyectando un anualizado de aproximadamente USD 40.000 millones para todo el año 2018.

Esté desbalance de divisas de USD 9.623 millones se explica por los saldos negativos en la balanza de bienes y servicios (USD 5.279 millones) y en los ingresos primarios (USD 4.514 millones), habida cuenta del magro superávit de ingresos secundarios (USD 170 millones).

Al indagar en las causad de semejante déficit de Cuenta Corriente, se observa que el intercambio comercial (exportaciones e importaciones de bienes) arrojó en el primer trimestre de 2018 un saldo negativo de USD 1.762 millones, USD 1.169 millones más que en idéntico periodo del año anterior.

Los datos del Indec exponen que los productos primarios (PP) y las manufacturas de origen agropecuario (MOA) presentaron saldos positivos de USD 2.815 millones y USD 4.732 millones, respectivamente. Por el contrario, los déficits más importantes se registraron en manufacturas de origen industrial (MOI) por USD 9.200 millones, y combustibles y energía (CyE) por USD 114 millones.

La cuenta de servicios presentó un déficit de USD 3.517 millones, explicado en gran parte por rojos en viajes y turismo (USD 2.425 millones), transportes (USD 896 millones), y cargos por el uso de la propiedad intelectual (USD 439 millones).

A su vez, el rubro de ingreso primario presentó un déficit de USD 4.514 millones, explicado mayormente por el saldo negativo de rentas de inversión directa (divisas que giran a sus casas matrices las empresas de origen extranjero radicadas en el país) por USD 2.061 millones, de inversión de cartera (salida de las inversiones especulativas de corto plazo) por USD 2.047 millones y de renta de otra inversión por USD 441 millones.

Con estos datos se comprende el comportamiento de los inversores “privilegiados” que en abril comenzaron a comprar dólares para fugar la acumulación de sus ganancias extraordinarias de la renta financiera.

Con una proyección de necesidades de financiamiento de USD 40.000 millones para el año, y un stock de reservar netas que no llega a la mitad de esa cifra, está claro que el tipo de cambio no podía durar mucho tiempo en 19 pesos. Si el agujero externo sigue abierto, cualquier dólar que ingrese por endeudamiento, irá directamente a financiar la fuga de capitales; por eso, las presiones sobre el dólar no ceden y el gabinete económico del FMI, se muestran incapaz de revertir esta profunda crisis de confianza.

El modelo macrista no cierra por ningún lado, y lo peor es que el gobierno de Cambiemos lo quiere hacer cerrar con al hambre de la gente y la entrega del patrimonio nacional.

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