Funcionarios del gobierno de Javier Milei creen que es hora de emitir billetes de $20.000 y $50.000, para darle más dinamismo a la cadena de pagos y evitar que mucha gente deba trasladarse con bolsos llenos de billetes para realizar determinadas operaciones.

El propio Milei mencionó esa posibilidad días atrás, y ahora se van sumando las cada vez más insistentes quejas de las entidades financieras por el enorme costo que les produce tener que atesorar tantos billetes.

Evidentemente el objetivo de emitir nuevas denominaciones sería «simplificar el funcionamiento de la cadena de pagos», pero también ordenar un sistema donde la emisión monetaria además presiona sobre los precios de la economía.

En la segunda quincena de diciembre subió 10% el valor neto que representa la cantidad de pesos emitidos (unos $654.000 millones más). Sí, hubo más emisión monetaria, a contramano de lo prometido por Milei.

En tanto que este hecho responde, más que nada, a un fenómeno estacional, debido a que diciembre es el mes del año en que se requiere más dinero para los pagos de compromisos de las empresas, como medio aguinaldo, bonos especiales, salarios, gastos por fin de año y fiestas.

Las unidades de $1.000 crecieron en volumen más de 9% desde que asumió Milei a mitad del mes pasado, para alcanzar a superar los 5.700 millones de ejemplares y representar ahora el 55% del total de las denominaciones en circulación entre bancos y el público, según se desprende de los últimos datos oficiales del BCRA.

Mientras tanto, el actual billete de máximo valor, el de $2.000, en unidades aumentó su impresión en la última quincena del año un 29% y en todo diciembre un 116%. Desde que el billete de 2.000 empezó a circular hace ocho meses, ya perdió más de 55% de su poder de compra por la escalada inflacionaria.

Entonces, el avance a pasos agigantados de los precios de la economía, que en diciembre superó el 25% y que en enero sería similar por el incremento de combustibles, servicios públicos y prepagas, entre otros, lleva a pensar que se necesitará una mayor cantidad de billetes para poder cubrir los mismos consumos.

Al mismo tiempo, surge la imperiosa necesidad de emitir unidades de mayor valor. De hecho, si se toma en cuenta que más de la mitad de los papeles que circulan (el de $1.000) equivale apenas a un dólar y el billete de máxima denominación ($2.000) representa a u$s2 al tipo de cambio libre, se tiene un escenario que muestra que los pesos que emitidos valen muy poco.

De hecho, las cifras actuales más altas no alcanzan para realizar consumos cotidianos, como pagar un almuerzo, un café con medialunas, ni siquiera medio kilo de queso o un kilo de determinadas frutas o verduras.

Incluso, días atrás el presidente Milei sostuvo que estaba en carpeta lanzar ejemplares de $20.000 y $50.000. Expertos consideran acertada la probable decisión del presidente de ordenar la familia de billetes, y aconsejan emitir unidades de $5.000, $10.000, $20.000, $50.000 e, incluso, de $100.000.

Se estima que imprimir billetes de entre $20.000 y $50.000 permitirá reducir fuertemente el costo de la logística y permitirá mejorar la seguridad de los ciudadanos. Pero, sobre todo, permitirá ahorrar mucha plata, unos USD 250 millones en costo de impresión.