Las Leliqs fueron identificadas por el presidente electo Javier Milei como uno de los principales problemas de la economía argentina, una bomba que crece con el timpo y que debe desactivarse cuanto antes para abrir el camino a la reducción de la inflación. Recubiertas de un halo tecnicista, aparecen en boca del líder de La Libertad Avanza como un instrumento de suma complejidad, pero tienen una funcionalidad concreta dentro del mundo financiero, explicable y comprensible en sus causas y consecuencias. A continuación, un detalle de qué son, para qué sirven y cómo puede «solucionarse» este tema.

Su nombre completo es Letras de Liquidez (Leliqs) y son un instrumento financiero que es utilizado por el Banco Central de la República Argentina (BCRA) para evitar desequilibrios que podrían producir una disparada inflacionaria. Surgidas en 2018, de la mano de Mauricio Macri y Federico Sturzenegger, llegaron a reemplazar a las Lebacs, que podían ser adquiridas por cualquiera. Para entender la forma en la que están relacionados todos estos polos, es necesario antes comprender el funcionamiento del sistema en el que interaccionan.

¿Cómo funciona el sistema financiero?

La función principal de los bancos es la intermediación financiera. A los ahorristas se les paga una tasa por los plazos fijos y a la vez cobra una tasa de interés por los créditos que otorga. El hecho es que esta segunda, si es alta a los fines de obtener un margen a favor, desincentiva la toma de los mismos.

Si el Banco Central de la República Argentina no hace nada, los bancos asumen que perderán plata, ya que no tendrán para pagar la tasa del plazo fijo porque no hay quien les tome crédito a raíz del porcentaje de la tasa de interés fijada para los créditos. Como respuesta -para no perder-, pueden decidir no tomar los plazos fijos o directamente ofrecer un beficio que sea poco fructífero para los ahorristas, que en ese caso evitarían depositar el dinero en el banco y apostarían por otros métodos de ahorro, como puede ser la compra de dólares, que a su vez generaría presión inflacionaria.

Frente a esto, el Banco Central decide regular el sistema. Los bancos tienen ocioso el dinero que le tomó a los plazos fijos -que a los 28 días deben pagar y sumarle esa tasa de ganancia-. Por ende, el Banco Central dice: «Che, tengo que intervenir porque hay un mercado de dinero que está desequilibrado porque tenés una inflación muy elevada». Ahí aparece un instrumento de regulación monetario: las Leliqs, que se emiten a 28 días. A estas -a diferencia de lo que eran las Lebacs- solo pueden comprarla los bancos al BCRA. De esta forma, esas Letras de Liquidez, trascurrido ese tiempo, les deja un margen a favor que paga el propio Banco Central. De esta manera, se genera un circulo cerrado porque -como se dijo- solo son los bancos los que compran.

La intención de fondo es evitar que haya una corrida aun mayor del dólar y que en última instancia apuesta a reducir la presión inflacionaria.

¿Qué argumenta Milei sobre las Leliqs?

El Tesoro Nacional tiene ingresos -fundamentalmente del cobro de ingresos- y gastos. Lo que en balanza fijan un déficit o superávit fiscal. El BCRA también tiene ingresos y egresos, pero el resultado final suele aparecer llamado como «déficit cuasifiscal». Desde La Libertad Avanza afirman que en la actualidad este último número es equivalente al 10% del Producto Interno Bruto, a lo que debe sumarse un 5% de déficit fiscal del Tesoro, lo que acumula los 15 puntos que deben recortarse a partir de un ajuste en shock.

El Banco Central tiene dentro de sus egresos el pago de las tasas de las Leliqs, pero también cuenta con ingresos porque es el principal tenedor de títulos públicos del Tesoro. Por ende, no está quebrado.

El plan económico de Milei configura un paso más allá del que plantean los economistas más ortodoxos. Al ajuste fiscal sin emisión presente le aporta la idea de terminar con la emisión futura, que es justamente la tasa de las Leliqs que se le paga a los bancos.

El economista Alfredo Zaiat también recalca un dato no menor. Suele señalarse el aumento de los intereses de las Leliqs como una bomba que crece con el tiempo, pero en realidad dicha alza está por debajo del aumento inflacionario. Esto – tomando números hipotéticos- significa que un salto de 10 billones de pesos a 24 billones representa una fuerte alza nominal, pero si la inflación en ese mismo período es de 140%, el incremento en términos reales no es tal. Pero -aclara Zaiat- el aumento de la tasa de las Leliqs estuvo incluso por debajo de la suba del IPC, por lo que -en conclusión- se fueron licuando.

¿Cómo quiere desactivarlas?

El encargado de avanzar sobre este tema es el ministro de Economía Luis «Toto» Caputo. En la cabeza de Milei está que si se desarma el tema de las Leliqs no habrá déficit cuasifiscal ni emisión futura y la inflación va a bajar en un plazo de 18 a 24 meses. Ese es el guión sobre el que deberá intervenir el exsecretario de Finanzas de Mauricio Macri con dos alternativas posibles:

1-La emisión de bonos del Tesoro en pesos o en dólares que terminarían en manos de los bancos, que ya no tendrían como deudor al BCRA, sino al Tesoro. Este va a requerir un mayor ajuste de las cuentas públicas para pagar los intereses que pasará a tener, que previamente debe fijar tasa.

2-Toma de deuda externa ante fondos de inversión que aporten dólares. El tema es que en Argentina escasean, entonces los actores que le presten al país exigirían otras garantías: oro del Banco Central; acciones de YPF; o acciones del Fondo de Sustentabilidad del Anses. La tasa de interés, en este caso, sería más baja, pero los dólares suficientes para pagar igualmente no estarían, razón por la que se ejecutaría la garantía.

En síntesis, con las Leliqs actualmente se tiene un problema -mayor o menor, dependiendo la consideración de cada economista- que es en pesos, a 28 días y sin problema de refinanciación porque está dentro del mismo sistema del circuito bancario. Con la desactivación de este instrumento, el país pasaría a tener una problemática -una más- en dólares, moneda que no emite. Todo, con patrimonio del Estado como garantía.