Por Federico González

A pocas horas del debate presidencial, caben algunas reflexiones y análisis:

1. El debate es importante y puede resultar determinante

Tarde o temprano lo que resulta bueno y útil termina adoptándose. Más allá de los escepticismos atendibles respecto del interés y utilidad de los debates presidenciales, lo cierto es que suelen tener altos índices de audiencia y generan conversación pública que luego se propaga a las redes sociales. Además, a juicio de quien escribe y contrario al lugar común que afirme que no mueven el amperímetro, los debates tienen la potencialidad de incidir en el electorado de un modo tal que pueden cambiar el rumbo de la elección.

Lo ocurrido en los debates previos a las elecciones generales resulta un ejemplo elocuente. En efecto, por un lado, cabe referenciar el excelente desempeño de Juan Schiaretti, que le permitió duplicar su probable caudal de voto. Por otro, la deslucida performance de Patricia Bullrich en el primer debate (acaso debido a su problema de salud) contribuyó a disminuir sus chances de ingresar en el ballotage. Y, es más, probablemente ambos efectos se sumaron contra la suerte de Bullrich, en la medida que el ascenso de Schiaretti podría haber horadado el caudal de la candidata de Juntos por el Cambio.

1) Lo posible: Todo puede suceder

Todo análisis estratégico debería arrancar con un inventario de posibilidades. Porque, como reza un principio básico de la teoría de juegos, cualquier actor siempre puede sorprender realizando algo inesperado.

Pero para ser exhaustivo es necesario agudizar el ingenio. Y quizás no valga la pena tanta especulación cuando la realidad está a apenas pocas horas.

De modo que, siendo minimalistas, digamos que existen estas posibilidades:

1) Milei tiene su peor desempeño: se exalta, vocifera, no responde a preguntas ni aclara nada de lo que genera dudas. Esto es, las (posibles) “Siete plagas libertarias”: 1. Aumento del boleto y aumento de la nafta. 2. Vouchers y arancelamiento educativo y de salud. 3.
Desestimular al comercio con China y Brasil. 4. Venta de niños y mercado de órganos. 5. Libre portación de armas. 6. Cierre del banco central y sus consecuencias. 7) Dolarización sin dólares y sus consecuencias.

2) Milei tiene su mejor desempeño: no se exalta, no vocifera, responde con solvencia aclarando todas y cada una de las “siete plagas libertarias”.

3) Milei responde a las principales dudas, pero se exalta demasiado y genera temor por su personalidad volcánica.

4) Milei se mantiene sereno, pero no responde ni explica las dudas que generan los miedos.

5) Milei sale a una ofensiva demoledora anticasta y con actitud y contundencia discursiva logra arrinconar a Massa.

6) Massa se muestra sólido como un presidente en ciernes, con mirada de estadista y con proyecto de país desarrollista, productivo, integrado, federal y equitativo. A su vez, se muestra convocante de un gobierno de unidad y antigrieta. Se expresa en torno firme, pero a la vez amable y no arrogante. Logra desmitificar por insolvente y riesgoso al proyecto de país de Milei.

7) Massa se muestra sólido como propositor serial y garante de la gobernabilidad, pero se excede en arrogancia, chicanas y golpes bajos a Milei.

8) Massa no puede contrarrestar los ataques de Milei y responde con nerviosismo y violencia discursiva.

9) Massa sorprende realizando anuncios de su futuro gabinete y acuerdos políticos con gobernadores que transmiten seriedad, dominio federal y gobernabilidad.

2) Lo probable: ¿qué podría suceder?

El bosquejo enumerativo anterior ilustra lo que ya sabemos: la realidad suele ser muchas más variopinta que nuestras categorías de análisis. No obstante, la ansiedad predictiva nos conduce a la ficción simplificadora y al forzamiento subjetivo de las probabilidades. Lo que sigue va en esa línea:

1) No creo que del debate de mañana surja un claro ganador. Por lo tanto, tendería a descartar, por improbables, a las opciones extremas, tanto virtuosas, como catastróficas (como 1, 2, 5, 6 y 9)

Cada candidato se anota algunos puntos y pierde otros. Por ejemplo:

2) Sergio Massa se muestra seguro, propositivo y como un presidente en ciernes que garantizará la gobernabilidad. Pero, al mismo tiempo, ensaya una crítica demasiado virulenta hacia Milei en la que se muestra arrogante, prepotente, chicanero y falaz.

3) Javier Milei responde satisfactoriamente y con buen tono a algunas de las antedichas “siete plagas libertarias”, pero en otras respuestas hace agua, titubea, se exalta y se escapa por la tangente de modo agresivo.

Lo conveniente: ¿Qué le podría sumar a Sergio Massa y a Javier Milei

Lo conveniente para cada actor, ya viene anticipado en lo dicho hasta aquí:

1) Respecto de Sergio Massa, lo conveniente es que se muestre seguro, serio, controlado, presidenciable, propositor, desarrollista, contenedor, federal, dialoguista, antigrieta y abierto al mundo. Por supuesto, todo el discurso debe ser sobrevolado por un arquitectura de la promesa factible y valiosa: Vamos a vivir mejor.

2) Respecto de Javier Milei, lo conveniente es que explique y responde a cada una de las “Siete plagas libertarias”. Para transformarlas en las “Siete virtudes superlativas de la libertad”. En su narrativa debería ser enfático y redundante en la idea rectora (v.g. “argentinos, quédense tranquilos; no vamos a aumentar el transporte. No existe ni existirá algo ni remotamente parecido a venta de bebés, o de órganos; la dolarización se va a hacer, pero atendiendo de modo científico y riguroso a las siguientes [razones de factibilidad comprensibles y verosímiles] O, en su defecto, ¡la dolarización no se va hacer ahora ni en el mediano plazo!” Por supuesto, todo el discurso debe ser sobrevolado por una arquitectura de la promesa factible y valiosa: Vamos a vivir mejor.

Lo evitable: ¿Qué les convendría evitar a Sergio Massa y a Javier Milei?

Como se anticipó, ambos candidatos deberían evitar sus propensiones y tentaciones. Sergio Massa, debería evitar que el macho alfa de barrio y/o nuevo cacique del peronismo en gestación, que conviven en él, terminen ganando u opacando al político serio con vocación de estadista que solo aspira a asumir la responsabilidad de convertirse en Presidente, para así sacar al país de décadas de infortunios y decadencia.

Por su parte, Javier Milei, debería evitar el enojo, la duda, y la evasión ansiosa de lo que debe responder. De su discurso debería decantar que es alguien que entiende donde cortar el nudo gordiano de la decadencia y, fundamentalmente, aunque sin referirlo explícitamente, el auditorio debería concluir que: “Milei no es un loco, es simplemente un político audaz capaz de animarse a probar en terrenos donde otros nunca se animaron”.

Bonus track. Algunos sencillos consejitos para el que gane el “más mejor”

A Sergio Massa:

 Que recuerde un verso de una canción de “Palito” Ortega: “Una sonrisa puede más que un grito”, parafraseándola así: “Una sonrisa puede más que una chicana, una ironía o un golpe bajo emanado desde de la arrogancia”

 Si lo anterior no sirviera, la sugerencia es que recuerde la frase mítica de Tanguito: “¡Pero el amor es más fuerte ¡”

 Si lo anterior no sirviera, la sugerencia es que tome este refrán popular “Lo cortés no quita lo valiente” y lo dé vuelta así: “Lo valiente no quita lo cortés, lo amable, lo empático ni lo simpático”

 Si lo anterior no sirviera la sugerencia es que, en relación al intento de desenmascarar a Milei buscando exacerbar el miedo de los ciudadanos televidentes, recuerde estos efectos: “Un remedio en poca dosis es inocuo; en la justa, cura; en exceso, mata”. “Cuidado con el efecto boomerang, puede volver sobre uno mismo”. “Si se fuerza algo hacia un fin, puede producirse lo contrario”. “Lo justo, suena persuasivo; lo excesivo, suena a obsesivo”

 Si lo anterior no sirviera la sugerencia es que, en relación al intento de desenmascarar a Milei buscando exacerbar el miedo de los ciudadanos televidentes, recuerde esta historia (interpretada por quien escribe)

 Oscar “Ringo” Bonavena pasó a la historia como uno de los mayores ídolos populares de argentina. “Loco lindo”, simpático, entrañable, amiguero, familiero, etc. son algunos de los adjetivos con los que una vasta porción de sus contemporáneos lo recuerdan.

 Pero ese imaginario con tal intensidad y popularidad no existió siempre, sino que se consolidó cuándo fue derrotado por Muhammad Ali en un final donde aquel mítico campeón trasgredió las normas (dos veces no respetó esperar en el rincón neutral cuando “Ringo” había caído; en cambió “lo remató arteramente, cuando Bonavena apenas atinaba a ponerse de pie) Ese día nació el ídolo que luego pasó a la historia.

 Porque, antes de esa infausta noche, “Ringo” era un ídolo de culto de una pequeña élite que le gustaba el boxeo. En cambio, la mayoría de la gente no le quería porque, se decía, que Bonavena no era “loco lindo”, sino un grandote pendenciero, arrogante y fanfarrón.

 ¿Cuál fue la extraña magia que cambio la imagen popular de “Ringo”? Por supuesto no puede soslayarse que Ali era un norteamericano que dañaba a un argentino con malas artes. Pero eso no era todo. Creo que la clave es que “No deseamos ver a un “ídolo caído” sufriendo un castigo innecesario por parte de alguien que circunstancialmente detenta poder. Acaso resulte instintivo la emergencia de un mecanismo atávico que nos impulsa a identificarnos con un perdedor débil y condenar al agresor fuerte.

 Moraleja: Cuidado con intentar “lastimar” a Milei más de lo aceptable.

 Si lo anterior no sirviera, la sugerencia es recordar esta frase célebre de Nietzsche.: “Lo que no mata, nos fortalece”

 Por último, si lo anterior no sirviera, la sugerencia es recordar la historia mítica de David y Goliat. Punto.

A Javier Milei:

 Que recuerde aquella frase del entrañable Carlitos Balá: “¡Quédese tranquilo y duerma sin frazada! Si, a, modo de remate de “No vamos a aumentar el boleto, ni la nafta, ni (las “Siete plagas libertarias”): “Argentinos y argentinas: No vamos a aumentar el boleto. “¡Quédense tranquilos y duerman sin frazadas!”

 Si lo anterior no sirviera, la sugerencia es sencilla: ¿Cuando un niño llora por algún miedo, angustia o dolor? ¿Qué hacemos? Nunca olvidamos de calmarlo, de consolarlo, de explicarle que el dolor ya va a pasar, que todo va a salir bien. Es simple. Solo hay que hacerlo.

 Hace un tiempo, Milei sentenció que la diferencia entre un loco y un genio es el éxito. La sugerencia es que utilice su auto percibido genio para demostrare que él se parece más a un genio que a un loco. Cómo decía el consultor Alberto Levy: “Fácil de decir, difícil de hacer”. A lo que yo agregué: “Pero hay que hacerlo”. Sobre todo, cuando se es un genio.

 Si lo anterior no sirviera, la sugerencia es sencilla: Salvador Dalí supo alguna vez responder a a mismo amenazante dilema. Su respuesta fue tan minimalista como la de Milei: “La diferencia entre Dalí y un loco es que, ¡Dalí no está loco!” Quizás no fue una típica expresión de su genio, pero al menos lo fue de su ingenio.

 Por último, aunque suene a juego de palabras oportunista y coyuntural: Milei debe aplicar más ingenio, y no pecar tanto de ingenuo. Porque en la ingenuidad se le pueda escapar la presidencia.