MARTES, 26 DE NOV

Juicio por la muerte de Franco Casco: «No somos torturadores ni desaparecedores»

En la segunda jornada de debate declararon seis policías, César Acosta, Esteban Silva, Diego Álvarez, Enrique Gianola Rocha, Guillermo Gysel y Walter Benítez, quienes coincidieron en su totalidad con la descripción de los hechos que se encuentran en el expediente, en relación a los puntos controvertidos sobre la fecha de detención, inconsistencias en las actas, recorridos de los móviles y testimonios de los detenidos. Las autopsias serán clave en el debate.

Por Alejandra Ojeda Garnero

Una nueva jornada en el juicio a 19 policías por la muerte de Franco Casco ocurrida en octubre del 2014. Mientras en el cantero central de bulevar Oroño al 900 la Multisectorial contra la violencia institucional junto a organizaciones sociales y políticas siguen sosteniendo “yo sabía que a Franco Casco lo mató la policía asesina”, en el mismo lugar familiares de los acusados continúan afirmando su inocencia.

Día clave en este debate en el cual la justicia deberá poner blanco sobre negro para determinar fehacientemente qué ocurrió con Franco Casco, cómo murió y si existen realmente pruebas irrefutables para condenar a los acusados a la pena máxima de prisión perpetua como requiere la fiscalía y la querella.

La clave de esta jornada fueron los testimonios de seis de los 19 policías acusados, que sostuvieron su inocencia como lo vienen  expresando desde un primer momento. Todos fueron detenidos tres años después de ocurrido el hecho, nunca tuvieron participación en la causa que se investigó en un principio en la justicia provincial, y muchos de ellos se pusieron a derecho antes de  su detención.

Franco Casco llegó en septiembre de 2014 a Rosario para visitar a sus familiares  en el barrio Empalme Graneros. Estuvo unos días en la casa de su tía hasta que decidió volver a su Florencia Varela natal. La tarde del 6 de octubre salió de ese domicilio para dirigirse a la Estación de trenes Rosario Norte y no se supo más de él hasta que 22 días después su cuerpo fue hallado en las aguas del río Paraná.

Luego se supo que había estado detenido en la comisaría séptima, desde el mediodía del 7 de octubre cuando fue aprehendido en Catamarca y Alsina, hasta las 22 aproximadamente cuando por orden del fiscal Álvaro Campos se le otorgó la libertad.

Esta historia se choca de bruces con la versión acusatoria que sostiene que el joven fue detenido la noche del 6 de octubre en la estación de trenes Rosario Norte, llevado a la comisaría, torturado y arrojado al río por los policías.

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Seis de los acusados contaron su versión de los hechos frente al tribunal integrado por los jueces federales Otmar Paulucci, Ricardo Vázquez y Osvaldo Facciano. También accedieron a responder preguntas y aportaron un detallado relato sobre la sucesión de lo ocurrido. Todos coincidieron en que Franco Casco fue detenido el 7 de octubre al mediodía en Catamarca y Alsina por el llamado de un vecino, que el comisario Álvarez y el jefe de sumario Acosta salieron en el patrullero alrededor de las 13 y a las 13.15 volvieron con el detenido. Se realizaron todas las actuaciones correspondientes, se dio aviso al fiscal Álvaro Campos quien ordenó que se realice fichaje y se constate domicilio. Como el joven no sabía la dirección de la familia lo llevaron a una recorrida para ver si identificaba el lugar pero no logró hacerlo. Mas tarde, en una nueva consulta con el fiscal éste ordena que se le otorgue la libertad y así lo hicieron, para ese momento eran alrededor de la 22 del mismo 7 de octubre. En una contundente declaración el excomisario Diego Álvarez rechazó de plano la hipótesis de la querella y aseguró que en el expediente «encontrarán pruebas que demuestran la inocencia del personal policial».

En primer lugar declaró el imputado César Daniel Acosta, quien contó que «al momento de los hechos me desempeñaba como jefe de oficina de sumarios, el horario que hacia era de 9 de la mañana a 17 y los sábados hasta el mediodía», quien descartó de plano la teoría acusatoria y aseguró que es «inocente».

«Ese día recuerdo que era feriado por el día de la Virgen de Rosario, a las 12.40 me dice el comisario Diego Álvarez ‘vení acompañame’, en el camino me va diciendo que lo había llamado un vecino dando cuenta que había dos masculinos tanteando las puertas frente a su domicilio. Llegando por Catamarca en la intersección con Alsina observamos un muchacho detrás de un árbol y detenemos el móvil, nos acercamos y esta persona de forma imprevista arroja una piedra. Le hablamos, logramos que deponga su actitud, nos acercamos y nos agrede por lo que lo redujimos, caímos al piso los tres y en ese acto el comisario pierde la manga de la camisa. Le ponemos las esposas de seguridad, lo subimos al móvil y volvemos a la seccional. Quiero aclarar que en esa intersección se encuentra una plazoleta y ese día no había gente».

La secuencia sigue al llegar a la seccional «estaban las visitas de los internos haciendo fila para el ingreso, lo llevamos a la habitación que estaba frente a la guardia. En ese momento dijo que se llamaba Franco Godoy, viene el cabo de cuarto y lo lleva al penal transitorio. Volvemos a la oficina, Diego Álvarez llama al número que había quedado grabado en su teléfono, para pedirle al vecino que regrese para dejar su declaración testimonial. En ese momento saco fotos con mi teléfono celular a la piedra, a la camisa y al demorado. Luego de eso alrededor de las 15.40 me comunico desde mi teléfono celular al número de la Fiscalía de Flagrancia en turno donde fui atendido por el fiscal Álvaro Campos, lo pongo en conocimiento de lo sucedido y pide que se identifique dactiloscópicamente, que le tomen vista fotográfica, se constate domicilio y que libre nuevamente comunicación con el fiscal».

Más tarde, Acosta se dirigió a la esquina de Tucumán y Cafferata donde imprime la foto «como se hacía habitualmente en cada procedimiento, y donde me hacen firmar un cuaderno para que luego la cooperadora abonara esas fotos. Regreso a la seccional, le entrego las fotos al sumariante de turno y 17 horas me retiro franco de servicio».

«Posteriormente, el día jueves de la misma semana, el 9 de octubre al mediodía se presentan dos personas, un hombre y una mujer, el señor Casco y me refiere que quiere hacer una denuncia por paradero de su hijo Ezequiel, pero simultáneamente me dice que ya había hecho la denuncia en la comisaría 20, a lo cual le explico que no podía denunciar dos veces el mismo hecho. En ese diálogo logro entablar una relación con la detención que habíamos realizado el día martes 7 de octubre, le pido que espere un instante, busco el libro de guardia, salgo y le digo que el martes habíamos detenido a una persona que dijo llamarse Franco Godoy, me dice ‘es ese te dio el apellido de la mamá’; y le hago una reseña de lo que habíamos vivido ese día y se retiran de la comisaría».

«Al día de hoy me cuesta creer y asumir la explicación de un hecho cuando los principales acusadores hablan de ocultamiento, de errores, ante todo somos personas, y cualquiera de nosotros somos seres humanos y se puede equivocar en una fecha o en un horario, por el trabajo diario que tiene una comisaría», explicó Acosta ante las acusaciones que aseguran que fraguaron un acta el detención.

Respecto a la afirmación de la querella sobre la escasa o nula de información que se le brindó a la familia sobre el joven, Acosta aseguró que «gracias a mí, cuando el señor Casco pasa por la comisaría pudimos constatar que  en realidad Casco Ezequiel había dado otro nombre que era Franco Godoy».

Por otra parte, aseguró que «ninguna persona en su sano juicio estaría dispuesto a ocultar o encubrir un hecho tan aberrante. Cuando hay tantas personas detenidas». «Trabajé en la seccional aproximadamente unos tres años, jamás fui denunciado o procesado por ninguna oficina de violencia institucional, por lo tanto, me parece extraño tales acusaciones de los internos. Dado por otra parte que el penal de la seccional séptima funcionaba como capilla, es decir que era un penal tranquilo. A su vez durante la semana solían ingresar dos o tres pastores visitando a los internos y llevándole la palabra de Dios».

«Ante un hecho tan semejante, de los acusadores, creo que hubieran tomado intervención de forma inmediata cualquier persona allegada al penal», aseguró.

Finalmente se dirigió directamente a los magistrados: «Hoy llevo cuatro años detenido, siempre que fui indagado me presenté, siempre estuve a derecho, hace poco tiempo perdí a mi madre. Otra de las víctimas somos nosotros y nuestras familias, mi hijo de 8 años que no entiende la situación. Hoy tanto yo como mis compañeros y familiares somos los primeros en querer justicia y en saber qué pasó con Franco Casco».  

En segundo término lo hizo el oficial Esteban Silva, quien en primer término indicó que «soy totalmente inocente del hecho que se me imputa».  Y continuó detallando sus funciones en el mes de octubre de 2014, al afirmar que «trabajé los días impares, de 20 a 8 de la mañana. es decir que ingresé día 5 a las 20 y salí el 6 a las 8 de la mañana, luego ingrese el día 7 a las 19.30 aproximadamente y salí el 8 a las 8 de la mañana. Durante 36 horas no estuve en la comisaría», lo cual se puede corroborar en el peritaje del teléfono celular que fue secuestrado, aseguró.

«El día 7 llego a las 19 horas,  me entrevista el subcomisario Gianola Rocha subjefe de la dependencia y Guillermo Gysel y me dicen que había unos detenido desde las 13 horas aproximadamente que había que hacerle una constatación de domicilio, que todo lo demás ya estaba listo. El joven manifestaba conocer la casa de la tía pero no sabía la dirección. Me dijo que me dirigiera con el chofer a realizar una recorrida por alrededor de las vías férreas que rodean la jurisdicción  porque decía que la casa estaba cerca de una vía. Voy con el chofer, el chofer, el sargento Guerrero en busca el domicilio de la tía junto con el demorado, pero no reconocía ninguna de las casas ni las calles», detalló Silva, además de indicar que dicho procedimiento se hizo por «por orden de la fiscalía».

«Regresamos con el demorado, el sargento Guerrero lo ingresa a la parte trasera del penal. Salgo con el sargento Ortiz y voy a la jefatura para hacer la ficha dactiloscópica como había indicado la fiscalía», relató Silva. Luego de todo el trámite, dijo que «recibimos la orden del fiscal de liberarlo porque la causa que tiene no es punible. Se hace el acta de libertad y que se retire. En ese momento el cabo de cuarto me trae al demorado y con la ficha dactiloscópica hago el acta de libertad, se la muestro para que corrobore los datos, me dice que está bien. La firma y se retira por sus propios medios».

En cuanto a los trámites ordenados por la fiscalía sobre Franco Casco, Silva aseguró que «no los efectúe con esta persona, porque fueron hechos por otras personas(policías)», y respecto a los familiares dijo que «nunca tuve trato, nunca me los crucé porque yo trabajaba de noche».

Ante la consulta sobre el horario en el que hizo la recorrida con Casco, dijo que «salí alrededor de las 20 y volví cerca de las 21. Antes de las 22 dejo la documentación de dactiloscopia, confecciono el acta de libertad a nombre de Franco Godoy con fecha 7 de octubre de 2014. Firmé el acta».

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En tercer lugar hizo lo propio el comisario Diego Álvarez, hizo referencia a la hipótesis de la querella que los «acusa de haber realizado un acta falsa para justificar una detención ilegal la cual rechazo de plano», y aseguró que durante el debate «van a acceder a las pruebas que coinciden con lo que dijimos desde un principio». Y aseguró que todo lo que afirman «está documentado en el expediente judicial, en los libros de guardia y con elementos que hacen que la versión policial sea coincidente con la realidad y perfectamente demostrable, a través de los registros de llamados telefónicos, los registros de movimientos de los móviles, las constancias de los libros de guardias, diferentes testimonios, un montón de elementos que demuestran que esto no es una versión que damos nosotros sino que es la versión real de los hechos».

En su relato el comisario Álvarez realizó un pormenorizado detalle de los acontecimientos, pero antes aclaró que fue convocado como comisario de la seccional séptima debido a los frecuentes hechos de inseguridad que se cometían en la zona, por lo tanto, las directivas apuntaban a una policía más cercana al vecino, a una respuesta más rápida ante un llamado. En ese contexto, Álvarez mantuvo reuniones con los vecinos de la zona a quienes le dio su tarjeta personal por cualquier situación que amerite la presencia policial, pero antes acordó con los vecinos que los llamados debían realizarlos primer a la central 911, luego al fijo de la comisaría y finalmente si no obtenían respuesta, podrían llamarlo a su teléfono celular. No obstante esto, el vecino Daniel C. y presidente de la vecinal, el día 7 de octubre de 2014 al mediodía vio a dos jóvenes merodear la cuadra y llamó al comisario.

Álvarez relató la secuencia completa: «El día 7 de octubre recibo un llamado de Daniel Crespo sobre la presencia de unas personas tanteando las puertas de los domicilios. Aclaro que era un día de visitas de los internos por lo  tanto la mitad del personal estaba abocado a revisar todos los paquetes que traen a los internos. Es por  eso que convoco al sumariante Acosta para que me acompañe. Cuando vemos a la persona vamos a identificarlo, cuando nos acercamos nos ataca con un adoquín. Tratamos de rodearlo, lo aprehendimos y caímos los tres al piso. Luego se le colocan las esposas de seguridad, lo subimos al patrullero y lo llevamos a la comisaría. No tenía documentos para constatar su identidad».

Acto seguido, «se realizan los procedimientos habituales, me retiro a las 15  y vuelo alrededor de las 20.30, cuando me informan todos los tramites que se  habían realizado».

«Cuando llegó la mamá a consultar le dije todo lo que dije en este momento. No le mostré el acta de libertad porque ya estaba en la fiscalía».

«Hay datos concretos que les van a demostrar que todos los elementos como comunicaciones, movimientos de los móviles son coincidentes con lo que nosotros decimos que ocurrió. Lo que siempre dijimos es lo que ocurrió en la realidad», aseguró el comisario.

Para reforzar sus dichos, agregó que «la foto que le sacó Acosta a Franco Casco con su propio celular lo muestran vivo el día 7 de octubre a las cuatro de la tarde. También van a encontrar fotos de Franco Casco en las últimas horas del día 7 y en las primeras horas del día 8 por las calles zona norte», agregó en su defensa.

«Existe una multiplicidad de elementos que demuestran que Franco Casco no estuvo detenido el día 6 en la comisaría séptima. Franco no conocía la ciudad de Rosario, ni sabia tomar un colectivo. Los familiares dijeron que tampoco tenía dinero», aseguró.

«Pedimos las cámaras de vigilancia pero nunca la obtuvimos», se quejó.

En relación al patrullero que según la querella detuvo a Franco en la Estación Rosario Norte aclaró que «un patrullero estuvo detenido a cuatro cuadras de la Estación Rosario Norte, porque fue convocado por la central 911 por un colectivo que fue atacado por hinchas de Rosario Central».

Los dos puntos centrales en los que se basa la acusación, tienen que ver con las declaraciones de los detenidos y las supuestas inconsistencias en las actas. Al respecto Álvarez aclaró que «las declaraciones fueron recibidas en la quinta instancia. En las anteriores los detenidos habían manifestado no conocer a Franco Casco». Respecto a las inconsistencias en las  actas dijo que «es algo que suele pasar porque se confeccionan sobre actas preexistentes y se van cambiando los datos, puede ser que se haya olvidado de modificar alguna fecha o algún otro dato».

También se refirió a las torturas por las cuales se lo acusa, al indicar que «el informe medico no habla de lesiones de tipo de  tortura en ninguna parte del cuerpo y en esto coinciden las cuatro autopsias, en que no tiene ningún tipo de golpe que se relacione con torturas. No tiene hematomas, no tiene golpes ni lesiones que se relacionen con la muerte. La causa es indeterminada, y van a ver que existe un dictamen administrativo que dice asfixia por inmersión es decir que se murió ahogado».

Lejos de ocultar alguna situación, Álvarez dijo que «un informe dice que existen lesiones en las costillas de Franco Casco pero son de 15 días antes de la fecha en la que estuvo en la comisaría».

«Nosotros no somos torturadores, ni desaparecedores. Somos trabajadores policiales y fuimos instruidos para eso,  para garantizar la libertad de la población. No tengo un solo sumario en veinte  años de servicio», aseguró.

Con respecto al cambio de nombre que dio Franco al momento de ingresar a la comisaría dijo que «es corriente que eso ocurra porque si el detenido tiene antecedentes cambia sus datos para que no salte por ejemplo un pedido de captura».

Sobre los errores materiales, «es normal no solo en la policía sino en la justicia. Las actas  se realizan sobre otra ya confeccionada y se van modificando los datos, por lo tanto es muy habitual que existan esos errores materiales».

También se refirió a la «pericia bioquímica por presencia de sangre, en el cuarto donde estuvo detenido Franco Casco, dio negativo. El lugar donde supuestamente se realizó la tortura los gendarmes que hicieron las pericias no encontraron un rastro de sangre».

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Luego fue el turno de Enrique Gianola Rocha, y expresó que “pareciera que cuando uno declara es para mejorar su situación» y contó como fue su actuación en el caso.

«Yo llegué a la comisaría el día 7 y me dijeron que tenia que hacer la ficha dactiloscópica, lo hice y todo está en las actuaciones”, aseguró en un tono pausado y monocorde, por momentos apesadumbrado.

«Tenia 23 años de servicio, hace 4 años que mi vida cambió y no entiendo por qué. La persona estuvo en la comisaría y nunca se ocultó, fue un procedimiento de rutina, se hicieron los tramites de rigor, se le otorga la libertad», detalló quien se desempeñaba como subcomisario al momento de los hechos.

Luego se preguntó «¿Ocultamiento? No se de dónde salió esa fantasía. Fueron 4 años esperando para llegar a esto».

Aclaró que trabaja de noche, «con Casco no tuve ninguna charla, pasé y lo vi, pero no hablé con él, le estaban sacando fotos», indicó al responder una pregun ta de la querella.

Sobre el acta de libertad, coincidió con el resto de los uniformados, «le informé a Silva que tiene que darle la libertad, se labra el acta y se retira».

Sobre la teoría de la acusación dijo que “me parece descabellada, somos personas comunes”.

«El fiscal dio la orden de liberarlo porque no había antecedentes, no se había podido constatar el domicilio, y había que darle la libertad, no lo íbamos a dejar preso de por vida”, dijo en consonancia con las demás declaraciones.

A su turno, Guillermo Gysel, contó los detalles de su accionar en los hechos, «el día 7 de octubre ingresé a la mañana de 8 a 20, dos días seguidos y después tenia cuatro días de franco. En el ingreso todo normal, si fuese como dicen tendría que haber visto una persona muerta. La mañana fue totalmente normal al mediodía me encontraba de guardia, como había visita estaba en esa tarea».

«Veo al comisario y sumariante entrar con un detenido. Lo ingresan a la oficina y le hacen la requisa. Cerca de las 3 de la tarde el jefe me trae  el acta de procedimiento para que lo imprima, hice varias copias. El inspector de sumario me dice que ya hizo las consultas y había que formarle causa por resistencia y atentado a la autoridad», explicó.

En consonancia con las declaraciones anteriores, Gysel dijo que «había que hacer la fichas dactiloscópicas. Hablo con el muchacho que no estaba en el transitorio sino en el lugar denominado WC. Me dice que no sabe el domicilio pero sabe llegar a la casa de la tía. Decido llevarlo hasta el lugar para cumplir con la orden del fiscal de la constatación de domicilio. Dimos vueltas para ubicar la casa y al volver le aviso al fiscal que no se pudo ubicar la casa».

«También informo al comisario sobre el informe médico que había hecho la doctora. Al día siguiente cuando llego me entero que se fue en libertad a las 22, que hizo el acta Silva», relató el oficial.

Del mismo modo que sus camaradas informaron sobre las inconsistencias de las actas, Gysel dijo que «ese acta que esta tan cuestionado se hace sobre un acta preexistente que mandó fiscalía y es en todas las comisarías igual. Es posible que en ese momento se confunda algún dato».

«El 8 de octubre recibo todo y ya finalizando el día firmo todos los papeles. Para darle cierre la firmo yo y se manda a la fiscalía», detalló en respuesta al cuestionamiento de su firma en el acta.

y agregó que esa situación tiene que ver con una situación personal, que nada tiene que ver con la causa: «La controversia sobre la certificación tiene que ver con una situación personal que paro a detallar: para esa fecha tenia un nene y mi mujer estaba embarazada, tenía una situación complicada. Como ya terminaba mi turno quería dejar todo cerrado y es por eso que yo certifico el acta porque quiero dejar todo en orden antes de terminar mi turno».

En cuanto a la salida del móvil, que también fue cuestionado por la querella, Gysel aseguró que «la salida del móvil queda registrada en el libro».

Por su parte, Walter Benítez, oficial al momento del hecho no declaró, pero pidió que se incorpore su declaración indagatoria a este acto. por lo tanto la secretaria del tribunal da lectura a la declaración que coincide en su totalidad con la del resto de sus compañeros. Benítez se desempeñaba como cabo de cuarto al momento que Franco Casco fue detenido en la comisaría séptima.

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