El taxista Alejandro Daniel Bajeneta fue condenado hoy a prisión perpetua por el delito de «homicidio triplemente agravado por alevosía, por mediar una relación de pareja y por violencia de género», luego de degollar y apuñalar en 2015 a su ex novia Gabriela Parra en una confitería del barrio porteño de Caballito.

El sujeto, de 54 años y apodado «El loco de Caballito» luego de ese crimen, fue condenado por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 4, integrado por los jueces Julio César Báez, Ivana Verónica Bloch y Adolfo Calvete.

La audiencia se llevó a cabo en el sexto piso del Palacio de Tribunales, en Talcahuano 550.

Antes de la sentencia por el asesinato de Parra, de 49 años, Bajeneta se limitó a señalar: «Me someto a lo que decida la Justicia».

La audiencia fue presenciada por el padre de la víctima, el hermano, su cuñada y otros familiares y amigos, mientras que Bajeneta no fue acompañado por ningún familiar.

El TOC 4 hizo lugar de esta manera al pedido de prisión perpetua efectuado por el fiscal del juicio, Marcelo Saint Jean, y por el abogado de la querella, Nelson Vicente.

Los familiares y amigos de Parra estallaron en llantos al conocer el fallo y agradecieron a los jueces por la condena.

En cuanto a la condena, Bajeneta recién podrá pedir su libertad condicional luego de 35 años en prisión, en el 2050, cuando tenga 87 años, aunque al cumplir 70 podría tener el beneficio de la prisión domiciliaria.

Bajeneta asesinó a Parra el 2 de mayo de 2015, a las 17.45, en el interior de la confitería Plaza del Carmen, ubicada en las intersecciones de las avenidas Rivadavia y La Plata, en el barrio porteño de Caballito.

En ese momento, el condenado atacó por la espalda a Parra cuando le iba a colocar un abrigo, con un cuchillo de combate, con el que, según la autopsia, le provocó un total de ocho lesiones, siete de ellas punzantes y la restante cortante, en el cuello.

Luego de recibir un sillazo por parte de un cliente, Bajeneta se cayó y rompió uno de los ventanales de la confitería, caminó diez metros por la vereda de Rivadavia y comenzó a autoinfligirse puñaladas con el mismo cuchillo con el que había asesinado a Parra, hasta que se desvaneció y fue detenido por la Policía.