El 23 de abril de 2016 hubo fiesta en barrio La Cerámica. Era sábado por la noche y, lo que empezó como una reunión familiar en Los Cocos al 3100, se convirtió en un festejo de todo el barrio. Poco a poco se fueron sumando los vecinos y la algarabía duró toda la noche. Pero, ya entrada la mañana del domingo, la celebración se cubrió de sangre. Cerca de las 8, comenzó una discusión entre dos vecinos que vivían en la misma cuadra y hacía años que se conocían. La pelea escaló, un tercero aportó un arma y Emanuel Horacio González terminó corriendo por su vida y recibiendo dos disparos: uno en el torso y otro la cabeza. Fue llevado por sus familiares al Hospital Alberdi, donde falleció minutos después de ser internado.

Por ese crimen, fueron condenados este miércoles dos personas, el tirador y el hombre que aportó el arma. El primero de ellos es Jorge Omar Vega, a quien los jueces José Luis Suárez, Florentino Malaponte y Patricia Bilotta sentenciaron a 16 años de prisión, de cumplimiento efectivo, por los delitos de homicidio agravado por uso de arma de fuego y portación ilegal de arma de fuego de uso civil. Como Vega ya tenía una condena anterior, éstas se unifican resultando en una pena única a 17 años y 6 meses de prisión efectiva.

Pero Vega no estuvo solo. Cuando ambos vecinos estaban discutiendo, Franco Ramírez se acercó a ellos y golpeó a González en la cabeza con un arma, arma que luego le entregó a Vega para que completara la fatal tarea. Por ese rol, Ramírez fue sentenciado a 11 años de prisión como partícipe primario del homicidio. 

«Jorgito» 

Si bien el crimen ocurrió en 2016, Jorge Vega recién fue imputado en el año 2019, ya que hasta entonces logró permanecer prófugo. Tras el crimen, Vega logró darse a la fuga. La comisaría 34ª fue notificada del crimen dos horas después de ocurrido, por los efectivos que revistaban en el destacamento del Hospital Alberdi. Ese tiempo fue más que suficiente para que el tirador concretara su desaparición y cuando la policía llegó a su casa a detenerlo, pasadas las 10 de la mañana, con la orden del entonces fiscal Rafael Coria, la madre les notificó que Jorgito ya no estaba allí.

Durante los tres años siguientes, «Jorgito» logró permanecer en las sombras. Sin embargo, en marzo de 2019 la suerte le fue adversa y fue sorprendido en un control de rutina del Comando Radioeléctrico, en barrio Parque Casas. Según detallaron los uniformados, en ese momento, el joven se mostró nervioso y eso los hizo desconfiar. Si bien dijo llamarse Fernando y tener 22 años, comenzaron una serie de averiguaciones y entrecruzamiento de datos que revelaron su verdadera identidad. Dos días después fue imputado por el crimen.