Por Carlos Duclos

El sistema impone hoy una condición “sine quanon” al hombre de nuestros días: “copiar y pegar”

Como una llama a la que se le va agotando raudamente su combustible, así la idea creativa se desvanece con presteza,  en este mundo en el que la modalidad de la copia y el pegado se imponen por sobre todas las cosas. La creación personal es considerada un disparate, es degradada aun cuando sea maravillosa. Es que la creatividad puede ser peligrosa para el sistema, puede romper las estructuras impuestas y hacer al hombre finalmente libre.

Hoy, quien rompe los cánones en materia de ideas y no se ajusta a los que imponen los “genios” del sistema o mercado, es tenido por ignorante, desquiciado o inútil.

En una entrevista que la periodista Cristina Galindo del diario El País, le hace a la escritora rusa y Premio Nobel, Svetlana Alexeievich, ésta dice que “desgraciadamente las ideas juegan ahora un papel menos importante en nuestras sociedades. Lo que se impone es la parte material, y lo lamento mucho. Necesitamos personalidades capaces de ofrecer al mundo una nueva visión, sistema, filosofía, valores que el mundo sigue necesitando”.

Es verdad. Alexeievich, quien ha basado su obra en una forma de abordar la historia desde una perspectiva bella y  encomiable, como es dar testimonio de las vidas de personas comunes, anónimas, dice algo importantísimo: “Vivimos una época llena de información, donde todo va más rápido, pero la información no tiene nada que ver con el misterio de la vida humana. Solo ofrece una mirada superficial. La vida es mucho más compleja”.

 

“Lo más importante de la noticia se pierde enturbiado por lo que vende”

¡Pero desde luego que es así! Lo vivimos nosotros los periodistas, quienes a veces damos una noticia sobre el asesinato de una persona, y no caemos en la cuenta de que no se trata sólo de la noticia, sino de que detrás de ella hay un drama humano que no queremos, no podemos o no sabemos cómo reflejar. Lo más importante de la noticia se pierde entonces enturbiado por la mera información, por lo que vende, por lo que atrae la atención de la masa estandarizada en valores minúsculos.

En sus acertadas respuestas Alexievich dedica un párrafo a las redes sociales, tan imponentes en nuestros días, tan determinantes para la “vida” (entre comillas) y dice: “O las redes sociales, por cierto, en las que casi todo son banalidades. Lo que a mí me interesa, e intento hacer con mi literatura documental, es hablar del espíritu de los sentimientos del ser humano”.

 

«Crear es peligroso, por eso la orden es copiar y pegar»

¿Pero a quién le importa, hoy, el sentimiento de los seres humanos, sus sueños, el sentido de sus vidas? ¿A quién le interesa analizar que la idea creativa adquiere tanta o más  importancia incluso que la erudición y que el destino de la persona y de la masa social importa más que la respiración del sistema? Es por la inteligencia y el talento (que no son la misma cosa) que el ser humano al fin será libre de tantas ataduras que lo sujetan hoy; es por la idea de restaurar y mejorar valores superiores, que hoy están por el piso, que se puede alcanzar la paz interior personal y la paz social. Para algunos, esta posibilidad es peligrosa y por eso la orden es “copiar y pegar”

Como conclusión de esta reflexión, basta una parte de la entrevista que Galindo le hace a Alexeievich:

Pregunta: Han pasado 30 años de Chernóbil. ¿Qué significa aquella catástrofe ahora?
Respuesta: La gente sigue enfermándose y muriendo. Y lo peor: no hemos aprendido nada de aquello.

Es que el hombre, en muchas ocasiones animal torpe, despiadado, mezquino e ignorante, en todas partes del mundo sigue tropezando (a veces ex profeso, a veces empujado) con la misma piedra. La consigna hoy de ciertos poderes hecha cultura en la masa es: no piense, no cree, porque es posible copiar y pegar. Y esta consigna responde, claro, a un interés: la paralización del hombre común, su pérdida en la telaraña del gran poder.