Por Rosarito de Rappa

Los femicidios que sucedieron en los últimos días volvió a encender el repudio de la sociedad y especialmente de las mujeres que padecen violencia de género.

Mujeres. Mujeres que luchan desde hace tiempo para lograr la igualdad. Lucha incesante y denodada por demostrar que podemos, que somos capaces, que no somos objetos o cosas para que el hombre satisfaga sus más bajos instintos.

Lucha por conseguir mejores condiciones laborales, para que nuestro trabajo sea remunerado de la misma manera que el género opuesto.

Lucha por defender nuestros derechos porque a pesar de vivir por siglos oprimidas y ninguneadas, relegadas a los trabajos domésticos, al cuidado de los hijos o a trabajos que sólo estaban reservados para «las mujeres» logramos romper las cadenas de la opresión masculina y ocupar espacios que hace no mucho tiempo teníamos vedados.

La reacción del género opuesto ante esta «osada» actitud fue y sigue siendo desmedida, incomprensible, despreciable y aberrante a tal punto que no se cabe en la lógica de cualquier mortal normal.

Y así llegaron los mal llamados «crimenes pasionales» consecuencia de una relación que la mujer decidió terminar y como el machismo exacerbado, de hombres que fueron educados por mujeres, no pudo soportar.

Después fuimos conociendo cada vez más casos de violencia de genero.  Golpes de puño, patadas, quemaduras, ahordamientos y todas las formas de maltrato que se puedan imaginar.

Para luego llegar a la escalofriante cifra de una mujer asesinada por día por violencia machista.

Con estos números y ante los intensos y multitudinarios reclamos logramos que la legislación incorpore el delito de genocidio con una condena altísima.

Pero esto no parece importar demasiado a los asesinos que siguen día a día dejando niños huérfanos y familias destrozadas.

Cuál es entonces la solución? Qué camino nos queda a las mujeres recorrer para conseguir que esto deje de pasar?. La respuesta es la incertidumbre.

Porque las campañas contra la violencia de genero están siempre dirigidas a las mujeres.

No sería conveniente cambiar el eje y apuntar a la educación de los hombres que siguen pensando que la sociedad sigue siendo patriarcal?

Los pedidos a las mujeres que sufren este flagelo no son efectivos. No porque no lleguen a sus destinatarios sino porque ellas están completamente imposibilitadas, en muchos casos, de salir a denunciar.

Al parecer sólo nos queda seguir luchando y pidiendo y muriendo…