Nada referente al arte es evidente
Theodor Adorno

Por Belén Campero

Melina Torres nació en 1976 en Santa Fe y vive en Rosario. Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Rosario y especializada en Políticas Culturales por la Universidad de Barcelona. Colabora en diferentes medios periodísticos locales, es productora de documentales y asesora de contenidos audiovisuales.

En 2016 publicó Ninfas de otro mundo (Iván Rosado), en 2021 Pobres corazones y, recientemente, en septiembre de 2023, Zona liberada, estas últimas editadas por SUMA de Penguin Random House.

Sus novelas ya pueden pensarse como una saga del género policial santafesino y Silvana Aguirre, su protagonista, como una experta en la investigación criminal de la ciudad de Rosario. Lesbiana, fanática de River y del choripán de la cancha, tan feroz como tierna, pone en juego una filosofía de la amistad, de los detalles cotidianos, de esos que te salvan y hacen del mundo un lugar mejor.

Si bien la trama policial marca el pulso de las historias, Torres nos da mucho más que eso, sus novelas son un tesoro de las que nace un sentimiento inesperado. Abrir sus libros es sumergirse en un diario de la intimidad en múltiples dimensiones, cada una de sus páginas se despliega como en pop-up, todo se levanta, Melina nos muestra cada detalle.

La ciudad y el río no son meros escenarios, ocupan un lugar central; se sienten los olores, se escuchan los ruidos de las calles, los barrios, los comedores, las panaderías, las canchas de fútbol. Con la lectura todo se vuelve real, cercano, propio, tanto que si llueve podés mojarte.

La escritura de Melina es una escritura de la generosidad, ella (te lo) da todo, y cada uno de sus personajes cumplen con esta esencia. En sus novelas el humor y los diálogos son un refugio, una compañía, a través de ellos se van presentando distintos universos, a través de ellos podés reconocer y predecir a cada uno de los personajes, sus modos de decir, de pensar, de hacer. Llegás a conocerlos tanto que te los cruzás por la calle y respondés por ellos.

Torres hace del oficio de la escritura un arte de mucha rigurosidad: es precisa, prolija y estricta con el ritmo, con las pausas, los silencios. Mantiene, con coherencia absoluta, el pensamiento y la acción de cada uno de los personajes, nada está ahí por azar, eso se nota y se agradece.

Los protagonistas de sus historias son todo cuerpo, sufren, sienten hambre, rabia, tristeza, transpiran, se perfuman y bendicen el aire acondicionado. En Zona liberada se suma a la vida de Aguirre el Negro, el perro que al final de Pobres corazones sube a su auto para quedarse en su historia para siempre.

El perro la lanzó lentamente a la cotidianeidad y, de modo inconsciente, de pronto un día ella lo volvió hábito. Como cuando se aprende a atar los cordones de las zapatillas: primero se hacen dos orejitas de conejos y después una orejita pasa dentro de la otra y queda un moño. Cada persona se inventa una historia para vivir, como se inventan los modos de atarse una zapatilla.

En sus novelas hay conciencia de clase, poesía y militancia por un mundo más equitativo, respetuoso y libre de agrotóxicos. En Zona liberada se cuela la naturaleza y el paisaje isleño: el coro de las chicharras eran un solo grito. No había silencio en ningún lugar. Más bien era un ahogo de sonidos humanos reemplazado por todo tipo de sonidos animales: sapos, lechuzas, mosquitos, y a lo lejos el eco del río, su presencia constante reverberando en cada verde.

Para Aguirre el mundo se manifiesta de formas misteriosas y su destino la lleva a encontrarse con historias que le permiten entenderlo mejor. En esta novela tiene por delante la investigación de la muerte dudosa de Ramón Uriarte Gómez Olavalle, un artista de fama internacional que la lleva a especializarse en la escena del arte rosarino, las galerías, su mística, sus costumbres, los relatos de robos históricos y falsificaciones.

Y, como toda buena experta, recoge diferentes definiciones del arte (que son para atesorar):

Un pensamiento aquietado, una forma de ser y no ser al mismo tiempo, un verbo en contradicción. Tal vez eso era el arte.

Un sentimiento que llega cuando uno no se lo espera.

Un tiempo sin apremios.

Una quimera que entra sin ser llamada.

Algo que se disuelve en la vida social.

Una forma extraordinaria de habitar el mundo.

La posibilidad de sobrevivir, a pesar de todo.

Encontrar una causa y aferrarse a ella.

Pero esto no queda acá y del arte de la investigación criminal, que es la de la vida cotidiana para Aguirre, se puede hacer su tratado filosófico:

– Tenés que reconocer que la pelotudez más grande de estos tiempos es el pensamiento positivo. La dictadura de la felicidad.

– Es necesario valorar los rituales cotidianos: desayunar, comer sandwiches de miga, tomar mates fuertes y amargos y mirar el río.

– Tenés que seguir los principios filosóficos del maestro Bielsa.

– Lealtad, sinceridad, valentía y confianza para la amistad.

– La generosidad ante todo.

– Se puede sobrevivir al insomnio.

– El dolor se apaga con aturdimiento.

– Hay cosas que nunca tenés que preguntarte.

– Conviene ignorar los reclamos mentales para seguir.

Dicen que los caminos no son un punto de llegada, sino un punto de partida. Nadie sabe el destino de una vida. Todo puede cambiar en cuestión de segundos. En tiempos de hostilidad leer a Melina Torres te va a transformar.

Aguirre garantiza nuevas aventuras, sus historias nunca terminan son la promesa de una continuidad.

Conversatorio con Claudia Piñeiro

El próximo miércoles 25 de octubre, Melinta Torres compartirá un conversatorio con la escritora Claudia Piñeiro en la última entrega del año del ciclo Narradorxes.

La actividad se llevará a cabo en la Plataforma Lavardén, a las 20, con entrada libre y gratuita.

Las entradas se retiran una hora antes en la boletería del teatro.