La Santa Sede abre «la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su status ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el matrimonio”. Así lo explicó el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, cardenal Víctor Manuel Fernández, que publicó este 18 de diciembre un documento sobre las bendiciones a parejas en situaciones irregulares y a parejas del mismo sexo.

Al respecto, se aclaró que no existirá ningún rito específico que pueda provocar una confusión con el matrimonio. La doctrina tradicional de la Iglesia sobre el matrimonio se mantiene firme, pero se podrá bendecir a las parejas «en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo».

El documento asegura que sigue “firme la doctrina tradicional de la Iglesia sobre el matrimonio, no permitiéndose ningún tipo de rito litúrgico o bendición similar a un rito litúrgico que pueda causar confusión”.

Lo que se pretende es “ofrecer una contribución específica e innovadora al significado pastoral de las bendiciones, que permite ampliar y enriquecer la comprensión clásica de las bendiciones estrechamente, vinculada a una perspectiva litúrgica”.

Tal reflexión teológica, basada en la visión pastoral del Papa Francisco, “implica un verdadero desarrollo de lo que se ha dicho sobre las bendiciones en el Magisterio y en los textos oficiales de la Iglesia”. Esto explica que el texto haya adoptado la forma de una “declaración”. Es precisamente en este contexto, explica el texto, “en el que se puede entender la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo”.

El cardenal Víctor Manuel Fernández concluye la declaración afirmando que, “siguiendo la enseñanza autorizada del Santo Padre Francisco, este Dicasterio quiere finalmente recordar que ‘esta es la raíz de la mansedumbre cristiana, la capacidad de sentirse bendecidos y la capacidad de bendecir’. Este mundo necesita bendición y nosotros podemos dar la bendición y recibir la bendición.

De este modo, cada hermano y hermana podrán sentirse en la Iglesia siempre peregrinos, siempre suplicantes, siempre amados y, a pesar de todo, siempre bendecidos”.