En la previa de la celebración de Navidad, el Papa Francisco llamó hoy a «no confundir la fiesta con el consumismo«, luego del rezo del Ángelus en la Plaza San Pedro del Vaticano.

En ese sentido, señaló como lo más importante del espíritu navideño el «quedar cercanos con nuestros hermanos que sufren por la guerra, la miseria, el hambre y la esclavitud«.

«A todos ustedes les deseo un feliz domingo y una vigilia de Navidad en la oración, en el calor de los afectos y la sobriedad«, expresó Francisco, para luego, sí, agregar lo que para él es el espíritu principal de esta celebración: «Permítanme una recomendación: no confundamos la fiesta con el consumismo. Se puede como cristiano y se debe festejar en sencillez, sin estar gastando tanto y compartiendo con quien le falta lo necesario o le falta la compañía».

El Sumo Pontífice dijo que «mientras celebramos las fiestas navideñas, encontraremos a parientes y amigos que tal vez no veíamos desde hacía tiempo, pero también habrá más de alguno que pasará las fiestas solo», por lo que invitó a que «atendamos al otro de manera delicada y discreta: escuchando, acompañando, visitando, haciéndonos también nosotros para los demás ‘sombra del Altísimo'».

Dentro de ello, puntualizó en la situación de los «italianos que viven en territorios contaminados y están esperando que sean reestablecidos, les deseo solidaridad y que su voz sea escuchada».

Luego del rezo mariano, el Papa pidió: «Quedemos cercanos a nuestros hermanos y hermanas que sufren por la guerra, pensemos en Palestina, en Israel, en Ucrania, pensemos también aquellos que sufren por la miseria, el hambre, la esclavitud. Dios que ha tomado el corazón humano, quien funda humanidad en los corazones de los hombres«.

«El Evangelio nos presenta la escena de anunciación, el ángel para explicar a María como concebir a Jesús le dice: el Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del altísimo te cubrirá con su sombra. Deténganse en esa imagen de la sombra. En la tierra de María, perennemente soleada, una nube pasajera, un árbol que resiste a la sequía y ofrece cobijo, una tienda hospitalaria brindan alivio y protección. Así es el modo de hacer de Dios. La sombra es un don que restaura y el ángel describe precisamente así el modo en el que el Espíritu desciende sobre María, el modo de hacer de Dios: actúa como un amor gentil que abraza, fecunda y custodia, sin hacer violencia, sin herir la libertad. Dios está para nosotros, es nuestro cobijo, nuestro refugio. La sombra habla, en suma, de la gentileza de Dios. Es como si él dijera a María, pero también a nosotros, ‘Estoy aquí para ti y me ofrezco como tu refugio y tu cobijo: ven bajo mi sombra, quédate conmigo’. Así se comporta el amor fecundo de Dios; ese amor lo podemos experimentar cada uno de nosotros, cuidando a los demás con amabilidad, entre nosotros. Dios ama así y nos llama también a nosotros a hacer lo mismo: acogiendo, protegiendo y respetando a los demás», dijo en el principio de su rezo Francisco.