Por Gisela Gentile

En Argentina y en el mundo, día tras día, se rompen récord históricos de cantidad de casos de Covid-19. En el último tiempo, la variante Ómicron es la que ganó terreno y eleva diariamente, por su alta contagiosidad, la cantidad de casos activos.

La información vertiginosa e inmediata y el permanente cambio en las indicaciones de los distintos protocolos nos sumergen en una ola difícil de barrenar, sumado al cansancio de vivir en una realidad que, hasta 2020, desconocíamos. Un nuevo contexto socio-sanitario que nos pone en jaque y hace que día tras día nos tengamos que adaptar a nuevas situaciones.

Esta realidad adversa y disruptiva, nos replantea la imperiosa necesidad de la trasformación, todo lo que pasamos y seguimos atravesando no tendrá sentido si seguimos de la misma manera que cuando arrancamos. Es aquí, en la adversidad, en el borde del precipicio cuando surgen los cambios.

“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo” decía Eduardo Galeano. Frase que muy bien podría aplicarse al dispositivo “Sana- Sana” que se lleva adelante en el Hospital Roque Sáenz Peña, en la zona sur de nuestra ciudad.

Conclusión dialogó con Elena Rolón, jefa del área de Trabajo Social del mencionado nosocomio que, junto a sus compañeras, realizaron un paneo sobre lo que significó este dispositivo interdisciplinario y lo valioso que resultó poder sostenerlo para mejorar la calidad de vida de cada paciente en los momentos más duros de la pandemia. “En nuestro hospital, un hospital general de segundo nivel de complejidad de la red municipal, los cambios en el proceso de atención para pacientes Covid específicamente, tuvieron mucha anticipación, puesto que sólo recibimos usuarios para internación por esta problemática en la denominada segunda ola. La espera que anticipaba su llegada resultó de gran gasto psíquico para los equipos, que hablaban de aislamiento, miedos, angustia, ansiedad, trastornos de sueño y mayor consumo de alcohol”.

Por otro lado, en el dispositivo interdisciplinario semanal con los actores intervinientes en la sala de internación, se expresaban frases como “ya no vamos a poder sostenerlo” y desde los equipos médicos se escuchaba “vamos a tener que tomar decisiones de vida o muerte” rápidas. “Ese contexto nos hizo entender que el espacio tenía que reformularse para que pudiera ser visto como una ganancia en el proceso de atención y de trabajo de los equipos que lo formulaban. Entendimos que empezaban a aparecer repliegues a lo específico, a la bio medicalización, con sus consecuentes riesgos de simplificación de la práctica, fragmentación y compartimentación del proceso de atención-cuidado”, sentenció.

Pero es sabido que en momentos en donde la salida no es clara, surgen pequeños espacios de luz que aclaran el camino. “Se nos ofreció incluirnos en el dispositivo médico de “Pase de Sala” y decidimos tomar la invitación. Conjuntamente con compañeras de Trabajo Social e integrantes de El Puente (nuestro dispositivo sustitutivo que en el interior del hospital trabaja desde lo lúdico-recreativo), construimos una propuesta de trabajo a la que decidimos llamar «Sana-Sana».

En los primeros días de comenzada la experiencia de acondicionamiento de la sala para las internaciones covid, los pabellones del Hospital Roque Sáenz Peña se llenaron de pacientes internados. “No se tardó mucho es realizar los primeros entubamientos, que quedaban, por las condiciones edilicias, expuestos ante los otros pacientes. Rápidamente, los equipos médicos notaron un efecto cascada con la descompensación de otros pacientes, que para ellos significó un «fuera de control» que los llevó incluso a solicitar un espacio grupal de retrabajo de lo acontecido con integrantes del equipo de salud mental que, sin embargo, no pudo sostenerse en el tiempo”.

Fue allí donde distintos interrogantes surgieron: ¿Cómo acompañar desde ámbitos no médico a los equipos de salud en el marco de la pandemia. ¿Cómo incluir la dimensión de la salud mental en el proceso de trabajo? ¿Cómo catalizar los procesos de duelo de las dinámicas de trabajo previas para poder producir otras nuevas que no caigan en la deshumanización, en el biologicismo o en la segmentación del proceso de atención entre otros males? En resumidas cuentas, ¿cómo producir “cuidado” en un contexto de “cuidado”?

“Sana sana, colita de rana, si no sana hoy, sanará mañana” es una nana, una fórmula cultural muy utilizada por cuidadores con los niños/as en la Argentina para buscar alivio frente a una dolencia, que generalmente se acompaña de tocar la zona afectada al modo de un mimo. “El dispositivo «Sana Sana» nació como un intento de institucionalizar un espacio para trabajar con equipos y usuarios los efectos de lo inesperado y disruptivo que conmocionaba, ofreciendo presencia y auxilio, para poder poner en palabras el sufrimiento que se sentía en el cuerpo, y que éste pueda ser apropiado y duelado”.

Entre los pilares de este dispositivo se pudieron destacar el abordaje interdisciplinario, anclado en la presencia diaria en sala. “Se ingresaba por duplas constituidas por integrantes del servicio de Trabajo Social, El Puente, Salud Mental y Kinesiología para trabajar con lo construido en el pase de sala del día anterior y a posteriori se hacía una devolución de lo trabajado en ese espacio de pase también”.

Incorporar la variable de lo socio subjetivo o del campo de la salud mental como centrales a la hora de trabajar situaciones con internación Covid. “Que los pacientes tienen miedo, angustia, etc.…” nos sirva como puntapié para inaugurar a través de ello otra modalidad de trabajo: un intento de aproximación a una clínica ampliada. Acompañar a los equipos en el trabajo con las familias para la comunicación de situaciones críticas. Una de las cosas que nos decían nuestros compañeros de la sala de internación era que tenían dificultades para hacerle frente a esa parte del trabajo. La oferta fue hacerlo de manera conjunta. Destacando también el acompañamiento de la internación con herramientas y dispositivos lúdico-expresivos de acuerdo a lo que cada situación nos permitiera”.

Experiencias de lo vivido  

Lo más crudo de la pandemia lo han tenido que presenciar, no solo aquellos que padecieron los coletazos más graves de esta enfermedad, sino también aquellas manos, brazos, miradas o palabras del personal de salud, que sirvieron de sostén en momentos de angustias e incertidumbre.

Algunos relatos que conmueven y dimensionan lo vivido: “Alicia, ante nuestro paso por la sala, deja a ver lágrimas por sobre la máscara globo que le suministraba oxígeno. Nos presentamos, le decimos que estamos para acompañarla un rato en lo que ella desee; ella asiente, susurra su nombre, pero también indicó que no podía hablar. Vemos su celular por encima de la mesa, así que le ofrecemos comunicarnos más tarde por WhatsApp. Cuando lo hacemos, nos escribe que había estado esperando el momento, y ante nuestra invitación a hablar también por escrito, nos solicita: “No, por favor, mandame mensajes de voz”.

“Ana nos llama la atención porque mira la nada, está inmóvil, como desconectada de su entorno. Nos acercamos, nos presentamos, pero no responde ni con la mirada. Le prestamos algunas palabras sobre lo que vemos de ella, lo que suponemos y nos despedimos. Al día siguiente nos mira, la saludamos y hacemos silencio. Ella dice: “Pensé que ya estaba muerta. Pensé toda mi muerte”, destacaron desde el equipo interdisciplinario.

Otra viñeta nació con Beatriz y su paso por la sala. “Enojada nos dice provocativamente al pasar “¿Ahora tenemos que bailar?”, en referencia a la música que habíamos puesto en el televisor de la sala para que hubiera otra opción a los típicos programas de noticias que no hacían otra cosa que hablar del covid y sus muertos. Una de las psicólogas contesta: “Si cerrás los ojos podrás ser la bailarina que te imagines, la que quieras ser.” Frase que retomará luego, en las sucesivas visitas, refiriendo que bailarina había sido cada noche desde entonces.

Para finalizar, aquellas mujeres que llevaron adelante este dispositivo reflexionaron. “Poder ofrecer un intercambio, una presencia, que sea ocasión de conmover el silencio, el sufrimiento de un cuerpo para hacerlo palabra, pudo permitir que Beatriz soportara cada noche, robar a Ana de la muerte y Alicia pudiera sentirse abrazada por una voz tierna. Sana, sana”.

 

Equipo completo:

Por Salud Mental: Ps Marcela Gabinetti, Ps Marina Tomasin.

Por El Puente: Antropóloga Luciana Carunccio, Ps Luciana Cimarelli, Enf. Rocío Ciravelli

Por Trabajo Social: Lic. Marina Iraolagoitia, Lic A.Elena Rolón (Jefa del Área de Trabajo Social del Hospital Roque Sáenz Peña).