Por Paulo Viglierchio

La crisis económica a nivel nacional, que se sustenta en aumentos desmedidos de precios, con una economía desregulada y sin controles, sumado a sueldos de miseria, trajo aparejada una fuerte demanda en lo que representa una necesidad básica y un derecho humano: la alimentación. Cada vez más sectores sociales ven perjudicado el acceso a una fuente de nutrición esencial por el encarecimiento de los productos y un poder adquisitivo que no logra equiparar ese gran incremento.

En ese sentido, desde el Banco de Alimentos de Rosario (BAR), mediante un comunicado, brindaron un panorama detallado del cuadro de situación en la ciudad, con una cifra alarmante: el 70% de organizaciones que la componen no reciben ningún tipo de asistencia económica ni alimentaria, y el 30% restante percibe el mismo monto que el año pasado y menos mercadería, por lo que claramente se observa un desfasaje que vuelve dificultoso poder acaparar cada emergencia.

El panorama para las organizaciones sociales que brindan servicios de alimentación en el conglomerado urbano del Gran Rosario y alrededores es preocupante, con una pobreza creciente que se refleja en los barrios, una acuciante realidad que se ha ido acrecentando  en los últimos meses. Actualmente, bajo el sistema de membresía, asiste a 269 organizaciones beneficiarias y tiene una lista de espera de 739 organizaciones que no cuentan con los recursos suficientes para seguir brindando alimentos.

Estos datos contrastan con los del año pasado, ya que en 2023, a partir de un trabajo articulado junto a autoridades provinciales, municpales y el Concejo, pudo llevar a cabo un Plan de Refuerzo Alimentario que permitió alcanzar a 900 organizaciones y a más de 170.000 personas. En ese sentido, en diálogo con Conclusión, Nadia Montes, directora ejecutiva del Banco de Alimentos, mencionó que «con el cambio de Gobierno, la actual gestión, si realiza alguna colaboración, lo hace de forma individual, ya que recortó la continuidad de la tarea conjunta. Nosotros aportamos ahora desde la institución».

«En lo que va del año recibimos más de 400 consultas de diferentes organizaciones sociales que brindan algún tipo de servicio alimentario en zonas vulnerables para sumarse a la membresía de BAR. Además, venimos observando algo que no sucedía con anterioridad: las numerosas solicitudes de personas particulares que recurren a nuestra organización porque padecen inseguridad alimentaria y no reciben ningún tipo de ayuda», añadió.

«Hay comedores que tuvieron que recortar actividades porque no dan a basto, antes trabajaban cinco días a la semana y ahora hacen tres. Las empresas alimenticias prefieren tirar la comida antes que donarla, porque obtienen beneficios económicos, dejando en claro su postura de satisfacer sus propios intereses, dejando de lado la necesidad de la gente, sobre todo de niños, niñas y adultos mayores, que son la población más afectada», agregó.

Sobre esto último, puntualizó que «del total de organizaciones encuestadas, un 47% se aboca al trabajo principalmente con niños y niñas de la ciudad, siendo este el sector más vulnerable en la actualidad. Lo cual va de la mano con los datos de pobreza del último informe de UNICEF, que indica que dos de cada tres niñas y niños en Argentina son pobres o están privados de derechos básicos».

«Además de la alimentación, desde la ONG nos abocamos a la tarea de contención, educación. Por lo que si los niños no pueden asistir a los comedores, quedan en la calle, con el peligro que representa esto por la situación que estamos viviendo en Rosario con la seguridad», apuntó.

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Asociaciones civiles, fundaciones, iglesias, cooperativas, centros comunitarios, cooperadora escolar, escuelas, comedores, clubes, merenderos, centros de salud y mutuales son quienes hoy se encuentran en una situación de absoluta vulnerabilidad y creciente necesidad. Esta problemática no solo afecta en la malnutrición de la población, sino también vulnera otros derechos básicos.

Día a día, desde el Banco trabajan para reducir los índices de inseguridad alimentaria, pero hicieron un llamado para unir esfuerzos con otros actores de la sociedad que puedan ayudar a que los alimentos lleguen a quienes más lo necesitan.