Nuevamente el arroyo Ludueña es noticia por las dificultades que enfrentan los pescadores para salir navegar por el Paraná, ya que la desembocadura  se encuentra completamente obstruida por camalotes y residuos que impide a los trabajadores de aguas abiertas llegar al lecho del río.

“Está todo el camalotaje acá y no se puede salir. Nosotros no podemos entrar con las canoas con motores, se rompen las hélices y se funden porque no le entra agua. Los turistas que tienen una embarcación no pueden salir. El problema es que la boca está achicada y no sale el camalote”, sostuvo Oscar «Pachano» Sánchez, integrante de la Cooperativa de Pescadores.

Las dificultades se agudizaron tras la construcción de guarderías privadas, lo que modificó la llegada al río de la boca del arroyo Ludueña.“El problema es que pusieron todas las columnas para amarrar barcos y asi achicaron la boca. Entonces el camalote no sale, por más correntada que haya, no hay salida, se acumula ahí, se estanca y no sale más”, añadió el trabajador.

Esto presenta múltiples inconvenientes para los pescadores que, cotidianamente, desempeñan sus actividades en la boca del arroyo: “Vienen con el pescado a entregarlo y tienen que renegar para entrar, o vienen al hospital porque tienen familia con chicos. El otro día casualmente vino uno que entró, pero fundió el motor porque se tapó la entrada de agua”, contó Sánchez a este medio.

“Estamos hartos de todo el camalote, la mugre y toda la porquería, y nadie nos da bola”, expresó el referente de la Cooperativa, quien, al mismo tiempo, señaló que la solución a un problema de tan vieja data no es tam compleja. “Habría que agrandar la boca del arroyo para que salga el camalote normalmente como fue todos los años. Yo vivo acá hace 60 años, nací acá, Pérez Galdós y José C. Paz, acá a tres cuadras y nunca vi esto”.