Los turcos decidirán mañana si avanzan hacia un sistema presidencialista liderado por Recep Tayyip Erdogan o apoyan la continuidad de una democracia parlamentaria, en un contexto de estado de emergencia interno y conflictos externos que hacen del territorio que une Oriente y Occidente un país a la deriva.

El referéndum de mañana propone instaurar un sistema político que le da todo el Poder Ejecutivo al presidente y, si tiene éxito, podría suponer el mayor cambio en la historia reciente de Turquía, al modificar las bases de la República laica fundada en 1923 por Mustafa Kemal Atatürk.

La guerra en Siria, los atentados yihadistas, el conflicto kurdo, la represión de libertades, el estado de emergencia y la purga constante, sumado a la tensión con la Unión Europea (UE), Irán, Irak y Rusia, son el marco de esta consulta popular que dirimirá dos modelos: el actual sistema parlamentario, creado a imagen y semejanza de los gobiernos de las potencias europeas, o un futuro presidencialismo, más parecido al de Estados Unidos.

Esta última opción es la que impulsa el islamista Partido Justicia y Desarrollo (AKP), que gobierna con mayoría absoluta desde 2002, y por especialmente por Erdogan que, desde que asumió en 2014, acaricia el sueño de esta reforma al punto de forzar renuncias en su entorno, incluido un primer ministro, si no acompañan públicamente este proyecto.

Por eso, la consulta gira alrededor de la figura de Erdogan. Sus seguidores votarán Sí porque confían en su liderazgo; sus detractores optarán por el No para rechazar lo que consideran como un creciente autoritarismo.

Según las últimas encuestas, los números están divididos y el resultado puede depender de un 10% de votantes todavía indecisos.

Con el nuevo sistema, el mandatario turco podrá permanecer dos ciclos electorales más, lo que significa que si gana en 2019 y 2024 podría estar en el poder hasta 2029.

También podría volver a la dirección del partido AKP que cofundó y actualmente controla el Parlamento.

«Necesitamos un líder fuerte para la estabilidad del país, especialmente tras el intento de golpe de Estado», contó el abogado Serhat Tugral, militante del Sí, en referencia al fallido levantamiento cívico-militar de mediados del año pasado. «Necesitamos defender la democracia», vociferaba el oficialista en plena campaña en las calles de Ankara, la capital del país.

Al escuchar sus arengas electorales, un anciano que camina por allí, lo increpó: «¿Qué democracia? No quiero escuchar el mismo discurso del mismo hombre en cinco canales de televisión diferentes, quiero una democracia real, todos son mentirosos, todos son mentirosos y arderán en el infierno».