Los combates entre militares y paramilitares se reanudaron este domingo en Jartum al terminar una tregua de 24 horas que dio un breve respiro a los habitantes de la capital de Sudán tras casi dos meses de conflicto entre dos generales rivales en el país africano.

Residentes dijeron que habían sido despertados por el sonido de disparos de artillería y de ráfagas de tiros y expresaron su aflicción ante la renovación de los enfrentamientos, en los que los bandos usan armas pesadas en zonas densamente pobladas.

Es «el regreso del terror», dijo Asmaa al Rih, una residente de los suburbios del norte de Jartum.

Los «cohetes y obuses hacen temblar las paredes de la casa» de nuevo, agregó.

Los enfrentamientos se reanudaron diez minutos después de que expirara una tregua de 24 horas negociada por Arabia Saudita, que comenzó este sábado último a las 6, hora local.

Este alto el fuego, que fue globalmente respetado, permitió a los habitantes de Jartum aprovisionarse o huir de la capital.

Una tregua de un día es «como un sueño» que desaparece, lamentó Nasreddin Ahmed, un vecino del sur de Jartum, que dijo que «despertó con el sonido de los combates».

Se oyeron bombardeos de artillería pesada en Jartum y Omdurmán, la localidad situada en la otra orilla del Nilo frente a la capital.

También se registraron disparos procedentes de «varios tipos de armas» en la calle Al Hawa, en el sur de la capital, así como bombardeos en la periferia este, según los residentes.

El conflicto estalló el 15 de abril entre el ejército, dirigido por el general Abdel Fatah al Burhan, y los paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), lideradas por el general Mohamed Hamdan Daglo.

Las hostilidades estallaron en el marco de un aumento de las tensiones en torno de la integración de las RSF en el seno de las Fuerzas Armadas.

Eso era parte clave de un acuerdo firmado en diciembre para formar un nuevo Gobierno civil y reactivar la transición abierta tras el derrocamiento en 2019 del entonces presidente Omar Hasán al Bashir, dañada por el golpe de estado de octubre de 2021, tras el cual cayó el primer ministro de unidad, Abdallah Hamdok.

La guerra causó hasta el momento más de 1.800 muertos, según la organización Acled, especializada en recoger informaciones en zonas de conflicto, y la ONU estima que hay dos millones de desplazados.

Con el alto el fuego de este fin de semana, los dos bandos rivales se habían comprometido a cesar la violencia en todo el país para permitir «la llegada de la ayuda humanitaria», según el Ministerio de Relaciones Exteriores saudita.

Las anteriores treguas fueron violadas desde su entrada en vigor.

Actualmente, los combates se concentran en Jartum y en la región de Darfur, en el oeste del país.

Por quinto día consecutivo, se veían columnas de humo en los depósitos de la instalación petrolera Al Shajara, cerca de la fábrica militar de Yarmuk en Jartum.

Las ONGs advierten de la degradación de la situación humanitaria.

«Sólo 20% de los establecimientos médicos funcionan en Jartum», lamentó la semana pasada el jefe de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Sudán, Alfonso Verdú Pérez.

«Estas últimas semanas, hemos conseguido entregar material quirúrgico a diez hospitales en la capital, pero las necesidades son inmensas y todavía queda mucho por hacer», agregó, alertando también de la falta de agua, electricidad y comida.

Antes de este nuevo conflicto, Sudán ya era uno de los países más pobres del mundo. Ahora, después de varias semanas de guerra, 25 de los 45 millones de sudaneses ya no pueden sobrevivir sin ayuda humanitaria, indicó la ONU.