Sudáfrica celebra este miércoles unas elecciones legislativas y regionales en las que el Congreso Nacional Africano (ANC), en el poder desde 1994, aparece como favorito a pesar de los débiles resultados en materia de corrupción, desempleo y disparidades sociales.

Estas elecciones coinciden con el 25º aniversario del fin del régimen del apartheid y de las primeras elecciones libres en el país, en las que resultó vencedor el ANC de Nelson Mandela.

Desde entonces, el acceso a la educación y a los servicios básicos se amplió a la mayoría negra, pero los colores de la «nación arcoíris» soñada por el héroe de la lucha contra el régimen racista blanco quedaron bastante apagados.

La criminalidad, el desempleo –que afecta a 54% de los menores de 24 años– y la pobreza son una gangrena para la mayor potencia industrial del continente. Además, la corrupción alcanzó máximos durante la presidencia de Jacob Zuma (2009-2018).

Durante la campaña, el ANC entonó su mea culpa.

«Somos suficientemente humildes para reconocer nuestros errores», admitió Cyril Ramaphosa, el jefe de Estado y líder de la formación desde finales de 2017. «Haremos lo que el pueblo espera de nosotros», prometió, seguro de su victoria.

En un año y medio, quien fuera el protegido de Nelson Mandela insufló una nueva dinámica al ANC. Prometió el fin de la «era de la impunidad», la reducción del desempleo y el reimpulso de una economía recién salida de la recesión.

Y sus partidarios creen que así será: todos los sondeos dan al ANC como gran favorito de los comicios de este miércoles, con al menos 50% de los votos, lo que le permitiría conservar la mayoría absoluta en el Parlamento.

Cyril Ramaphosa es «la persona adecuada para cambiar las cosas», considera una partidaria fuel del ANC, Pindiwe Motsoane, de 62 años.

Tras forzar a Jacob Zuma al salir en 2018, el ANC, que había registrado su peor resultado de la historia en las elecciones municipales de hace tres años (54%), parece haberse mantenido a flote.

Si Jacob Zuma siguiera en el poder, «las elecciones serían una catástrofe» para el ANC, asegura la analista Collette Schulz- Herzenberg, de la universidad de Stellenbosch (sudoeste). Cyril Ramaphosa, un gestor pragmático de 66 años, es «de lejos el candidato a la presidencia más popular», añade.

Debilidades de la oposición

Si el ANC gana las elecciones, la mayoría parlamentaria renovará al jefe de Estado saliente en su cargo.

Con Jacob Zuma fuera del juego político, el principal argumento de campaña de la oposición desapareció.

La victoria anunciada del ANC refleja más «las debilidades de la oposición que [sus] logros», considera Schulz-Herzenberg.

A la segunda fuerza política del país, Alianza Democrática (DA), marcada por las tensiones internas y aún percibida como el partido de la minoría blanca, le cuesta convencer a los electores, y podría obtener entre 15 y 25% de los votos, frente al 22% de 2014.

«Den una oportunidad al cambio», reclamó su joven líder negro, Mmusi Maimane, a los electores decepcionados con el ANC.

Según los sondeos, el partido de izquierda radical Combatientes por la Libertad Económica (EFF), creado en 2013, logrará el mayor avance.

La formación, liderada por Julius Malema y que se presenta como defensor de los más desfavorecidos, podría superar el umbral simbólico del 10%, frente al 6% obtenido en 2014.

«Siempre voté al ANC, pero esta vez decidí que ya basta. Votaré EFF», explicó Peggy Mavimbela, de 62 años.

Estos cambios de bando podrían resultar no obstante marginales, según los expertos, que predicen que los votantes decepcionados con el ANC preferirán abstenerse a apoyar a otro partido.

«Va a ocurrir lo mismo que en el resto del continente», advierte Lumkile Mondi, profesor de la universidad de Witwartersrand, en Johannesburgo.

«Cuando los movimientos de liberación llegan al poder, todo va bien, después destruyen todo y al cabo de un cierto tiempo la población pierde la ilusión y se abstiene».

Los centros de votación abrirán el miércoles entre las 7 y las 21 de ese país y los primeros resultados se conocerán el jueves.