La inminente firma de un decreto para instaurar una ley de reforma laboral en Francia anticipa el primer gran conflicto de la presidencia de Emmanuel Macron con las principales centrales obreras, algunas de las cuales ya convocaron a una movilización para septiembre y alertaron sobre el «descontento real» de los franceses por el proyecto oficial.

A poco de asumir, el liberal Macron anunció que impulsará por decreto una nueva reforma de la ley laboral, que completaría la que implementó como ministro de Economía del socialista Francois Hollande, lo que provocó la convocatoria a una movilización sindical para el 12 de septiembre.

Al respecto, el secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), Philippe Martínez, reconoció hoy durante una conferencia de prensa que la protesta, convocada inicialmente por esa central, «no será suficiente para hacer cambiar de idea» al ejecutivo galo.

No obstante, Martínez, quien encabeza la segunda central obrera francesa en importancia, anticipó que la oposición a esta reforma -que cuenta con el apoyo de la organización sindical liberal Solidaires- continuará en los próximos meses, aunque no precisó nuevas fechas.

«Estoy en contacto permanente con el resto de sindicatos», dijo Martínez, quien no descarta que otras agrupaciones se unan a la huelga del 12 de septiembre, entre ellas Fuerza Obrera (FO).

Entre los puntos más criticados al cambio de esta ley, figuran la limitación a las indemnizaciones por despido que pueden decidir los jueces en caso de demandas, la promoción de contratos por obra y servicios, y facilitar el despido por motivos económicos en filiales en Francia de una multinacional cuando aquellas atraviesen dificultades.

Martínez explicó además que el Elíseo ha convocado una reunión multilateral que contará con la presencia de las principales agrupaciones de trabajadores y de la patronal que se se celebrará este jueves, unas horas antes de que el proyecto de reforma por decreto sea presentado oficialmente, lo cual permitirá «clarificar posiciones», aseguró.

«Este proyecto del gobierno supone una continuidad con las reformas anteriores» y responde «a las exigencias de las grandes empresas y de la patronal francesa Medef», según el secretario general de la CGT.

En julio de 2016, después de meses de multitudinarias protestas, de divisiones públicas en el oficialismo y de debate parlamentario, la polémica reforma laboral impulsada por el entonces presidente francés Hollande, fue aprobada de forma definitiva por el Senado francés.

Al igual que ahora, uno de los protagonistas de la reforma era Macron que desde su cargo como ministro de Economía, introdujo cambios que según los sindicatos implicaban la flexibilización aún mayor del mercado laboral y quitar derechos a los trabajadores.

Esta vez, con la intención de evitarse nuevos conflictos en el parlamento -la reforma anterior fue rechazada en dos oportunidades por la Asamblea Nacional (Cámara de Diputados)- y haciendo uso de la mayoría propia en la cámara baja, el oficialismo optó por dictar la reforma por decreto.

A la huelga convocada por la CGT se suma la manifestación organizada por el partido de izquierda radical La Francia Insumisa para el próximo 23 de septiembre en París.

Influida por asuntos como la polémica reforma laboral, la popularidad de Macron se ha desplomado 24 puntos en tres meses, una caída nunca antes vista en las últimas décadas.