La Unión Democrática de Centro (UDC) de Suiza se perfilaba como ganadora en las elecciones legislativas de este domingo, con 29,2 % de los votos, en un contexto de crisis migratoria y de preocupación por el riesgo de atentados en Europa, según la primera proyección de resultados.

La proyección nacional del instituto suizo gfs.bern mostró un fortalecimiento de la UDC, que hizo campaña contra la «inmigración masiva», muy por delante de los socialistas (PS), segundo partido en la Cámara Baja del Parlamento, que obtendría poco más de 17 % de los votos, un alza muy leve.

Según esta proyección, el partido de centroderecha El Centro y el Partido Liberal Radical (PLR), de derecha, se disputarían el tercer puesto, con alrededor de 14,5% de los votos, mientras los Verdes retrocederían hasta conseguir 9,1 % y los Verdes-Liberales, 7,1 %.

«Es una gran satisfacción», reaccionó la vicepresidenta de la UDC, Céline Amaudruz, en la televisión pública suiza RTS.

«Es una decepción», reaccionó, en cambio, el vicepresidente de los Verdes, Nicolas Walder, subrayando que los resultados equivalen «más o menos a dos tercios de la ola verde» vivida en las elecciones de 2019.

«Creo que la población se dejó llevar por otras prioridades», como el poder adquisitivo y la inseguridad, dijo.

«Hay muchas guerras en curso y un repliegue identitario», sostuvo.

Suiza, con unos 8,8 millones de habitantes, renueva los 200 diputados de su Consejo Nacional, la Cámara Baja, y los 46 senadores del Consejo de Estados, la Cámara Alta.

El Consejo de Estados, que representa a los cantones que conforman Suiza, está dominado por El Centro y el PLR.

Las elecciones, que se deciden por voto mayoritario en cada circunscripción, apenas varían su composición.

Después de las elecciones, los parlamentarios nombrarán el 13 de diciembre a los miembros del Consejo Federal, que es el Gobierno suizo, en el que los cuatro primeros partidos se reparten las siete carteras ministeriales.

Los Verdes tienen pocas opciones de participar en él, en vista de los sondeos.

En su campaña, la UDC defendió la «estricta neutralidad» de Suiza y criticó el alineamiento del Gobierno con las sanciones tomadas contra Rusia por la Unión Europea, de la que no forma parte.

Pero, sobre todo, enfatizó su posición contra «la inmigración masiva» a la que acusa de numerosos problemas como la criminalidad, el aumento del gasto social o el incremento del consumo de electricidad.

«La situación en Suiza es grave, tenemos una inmigración masiva, grandes problemas con las personas que piden asilo. La situación en términos de seguridad no es la de antes», afirmó hoy Thomas Aeschi, presidente del grupo parlamentario UDC, según la agencia de noticias AFP.

El discurso de la UDC, principal partido desde 1999, seduce a la población suiza, que continúa siendo una de las más ricas del mundo.

El país tiene un PBI por habitante muy elevado y una tasa de desempleo de alrededor de 2%, incluso con problemas de escasez de mano de obra en algunos sectores económicos.

Sus eslóganes contra los migrantes y la llamada «locura ‘woke'» provocaron acusaciones de xenofobia y de flirteo con la extrema derecha que no parecen afectar al partido.

El objetivo de la UDC es llegar a 30% del voto, un nivel jamás alcanzado, dijo su presidente, Marco Chiesa.

Se trata de una apuesta que podría estar a su alcance, según los sondeos, que le dan un resultado próximo al que obtuvieron en 2015 (29,4 %), en plena crisis migratoria europea.

El de ese año fue el «mejor resultado obtenido por todos los partidos en Suiza desde que se instauró el régimen de proporcionalidad en 1919», indicó Sean Müller, profesor del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Lausana.