VIERNES, 29 DE NOV

La represión en el funeral de la periodista palestina y los nuevos asentamientos israelíes agudizan el conflicto

La policía israelí reprimió a los golpes y con bombas de estruendo a la multitud que acompañaba el féretro de Shireen Abu Akleh. Habían advertido que lo iban a hacer si no paraban “esos cantos nacionalistas”.

El conflicto en Medio Oriente escaló este viernes nuevamente durante el funeral de la periodista Shireen Abu Akleh, asesinada el pasado miércoles en la ciudad cisjordana de Jenin, cuando fuerzas de Israel reprimieron a una multitud que acompañaba al féretro rumbo a su entierro, en un contexto agudizado por enfrentamientos, la muerte de un policía israelí, y reclamos por la construcción de nuevos asentamientos en territorios palestinos.

Violentos incidentes se originaron en Jerusalén cuando la policía reprimió a los golpes y con bombas de estruendo a una multitud que acompañaba el féretro de la periodista de Al Jazeera.

Imágenes emitidas por Palestine TV y reproducidas profusamente en redes sociales mostraban que el ataúd de Abu Akleh, que murió por un disparo en la cabeza durante una incursión israelí en Cisjordania, caía al suelo mientras los policías golpeaban duramente a la gente que ondeaba banderas palestinas y entonaban cánticos de homenaje.

Las fuerzas israelíes irrumpieron en el recinto del hospital San José en Jerusalén este, sector palestino de la ciudad ocupado y anexado por Israel, y derribaron banderas palestinas.

«Si no paran esos cantos nacionalistas, deberemos dispersarlos usando la fuerza e impediremos que se celebre el funeral», declaró a través de un megáfono un policía israelí, dirigiéndose a la muchedumbre, según un video divulgado por la fuerza.

Cientos de personas se habían reunido frente al hospital donde comenzó la procesión, muchas de ellas ondeando banderas palestinas y cantando, lo que la policía denominó «llamadas de incitación nacionalista».

Tras la represión, el periódico israelí Haaretz reportó que al menos 10 personas requirieron asistencia médica.

Los restos de la popular reportera cristiana de 51 años, nacida en Jerusalén este y también con ciudadanía estadounidense, serán enterrados cerca de la tumba de sus padres, en el cementerio de la Ciudad Vieja de Jerusalén.

El funeral tuvo lugar en un contexto de violencia continua y conmoción entre la población palestina y el mundo árabe, que había seguido durante más de dos décadas sus reportajes en la cadena Al Jazeera, pero también en Europa y Estados Unidos.

La policía israelí desplegó fuerzas adicionales y se ordenó el cierre de rutas a modo de prevención, debido a la gran cantidad de personas que se dan cita en el lugar, informó la agencia de noticias AFP.

Este jueves, miles de palestinos le rindieron homenaje durante una ceremonia oficial en la ciudad cisjordana de Ramallah, sede de la Autoridad Palestina.

La periodista, que portaba un chaleco antibalas con el rótulo «Prensa» y un casco, cubría una operación militar en un campo de refugiados en Jenín, un territorio palestino ocupado por Israel desde 1967.

Tras la muerte de la comunicadora en varios territorios palestinos surgieron protestas espontáneas y una calle de Ramallah fue rebautizada con su nombre.

El ejército israelí lanzó varias operaciones en las últimas semanas en el campo de refugiados de Jenín, bastión de las facciones armadas palestinas en el norte de Cisjordania, de donde proceden los autores de recientes atentados mortales en Israel.

En el marco de esos operativos, un policía israelí que había sido herido más temprano en Jenin falleció este viernes de acuerdo a lo informado por el servicio del primer ministro israelí, Naftali Bennett, un hecho que amenaza con hacer estallar aún más la ya muy tensa situación.

«Hoy, hemos perdido a un verdadero héroe, un valiente combatiente (…) que se puso en peligro por la seguridad de Israel», según un comunicado del primer ministro.

En relación a la muerte de la periodista, un informe provisional de la investigación del ejército israelí difundido este viernes señala que aún es imposible determinar si la bala que mató a Abu Akleh fue disparada por soldados israelíes o militantes palestinos.

Israel había pedido a los palestinos la bala para que «se pueda llevar a cabo una investigación científica para rastrear el origen del disparo», dijo a la agencia de noticias AFP una fuente de seguridad israelí.

Israel también ofreció a funcionarios palestinos y estadounidenses «estar presente» durante el examen, según la misma fuente.

La Autoridad Palestina, dirigida por Mahmud Abbas, rechazó la idea de una investigación conjunta con Israel y acusó al ejército israelí de haberla matado.

Por otra parte, el siempre álgido tema de los asentamientos contribuyó a la atmósfera tensa en la región luego que se filtrara un proyecto, avalado por la comisión urbanística, para construir cerca de 4500 viviendas en territorios ocupados por palestinos.

Este jueves, un grupo de ONG israelíes criticó el rechazo de la Corte Suprema de Israel a peticiones de palestinos amenazados con ser expulsados en una zona desértica de Cisjordania ocupada, considerada por el ejército israelí como un campo de entrenamiento.

Esa decisión abrió la vía a la posible expulsión de habitantes y a la construcción de viviendas para eventuales colonos y ayer el Ejército demolió decenas de viviendas en una zona reclamada por palestinos,

Hoy, quince países europeos, entre ellos Alemania, Francia e Italia, pidieron a Israel retirar un proyecto de construcción de más de cerca de 4.500 viviendas en la ocupada Cisjordania, calificado como una nueva clara «violación del Derecho Internacional» que obstaculiza «una paz justa, duradera y global» en esa región.

«Estamos profundamente preocupados por la decisión del Consejo de Planificación de Israel de avanzar en el plan para construir más viviendas en Cisjordania. Pedimos a las autoridades israelíes reconsiderar esta decisión», escribieron los ministros de Relaciones Exteriores de esos 15 países en un comunicado conjunto.

Esta decisión, «amenaza directamente la viabilidad de un futuro Estado palestino», agregaron y urgieron a las autoridades israelíes a no proceder con ninguna de las demoliciones planificadas, aludiendo específicamente a Masafer Yatta, una serie de 19 aldeas palestinas en la Gobernación de Hebrón, en el extremo sur de Cisjordania.

Los palestinos ven la expansión de los asentamientos en Cisjordania y la anexión del este de Jerusalén como un obstáculo importante para cualquier acuerdo de paz futuro porque reduce y divide la tierra en la que se establecería dicho Estado.

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