El presidente de Francia, Emmanuel Macron, enfrentó este jueves nuevamente a cientos de personas que protestaron en su contra y en contra de su polémica reforma jubilatoria durante una visita a un centro educativo en el sur de Francia, donde la Policía reprimió a manifestantes con gases lacrimógenos y confiscó cacerolas para evitar protestas ruidosas.

La visita al colegio de secundaria de la localidad de Ganges, al norte de la ciudad de Montpellier, fue el segundo desplazamiento público de Macron desde la promulgación el sábado de madrugada de su impopular reforma de las pensiones, que sacó por decreto y fue contestada durante meses por grandes protestas.

El mandatario liberal, de 45 años, ya había sido acogido con abucheos y cacerolazos este miércoles en Sélestat, en el noreste francés, donde había reanudado sus viajes por Francia con el objetivo de defender su plan de 100 días para superar la crisis social y política que generó su reforma.

Macron dice que ley, que retrasa la edad de jubilación de 62 a 64 años, es esencial para evitar una quiebra de la caja de pensiones de Francia porque la gente vive más años que antes. Pese al rechazo de los sindicatos y de la gran mayoría de los franceses -según sondeos- la adoptó por decreto en marzo, al temer perder la votación en el Parlamento.

El Consejo Constitucional validó el decreto y la ley la semana pasada, rechazando impugnaciones presentadas por partidos de la oposición. El presidente la promulgó al día siguiente.

«Los huevos y las cacerolas sirven sólo para cocinar en mi casa», comentó Macron a su llegada a Ganges durante una conversación con el diputado de izquierda Sébastien Rome, que le aseguraba que la «resistencia» estaba «un poco más lejos», aunque «no se la oyera», informó la agencia de noticias AFP.

En la mañana de este jueves, autoridades locales prohibieron los «dispositivos sonoros portátiles», por lo que la Policía confiscó cacerolas a los manifestantes y los mantuvo bastante alejados de la delegación del presidente, usando incluso gases lacrimógenos.

«¿Se puede salir de una crisis democrática prohibiendo cacerolas?», se preguntó la diputada ecologista Sandrine Rousseau.

«Esperamos con impaciencia el proyecto de ley que prohibirá (su) venta», ironizó el portavoz comunista Ian Brossat.

Tras las protestas que generaron la presentación de la ley y su adopción por decreto, Macron intentó pasar de página rápidamente e inició una gira por Francia para defender los asuntos con los que quiere relanzar su segundo mandato hasta 2027, como la reindustralización o la educación.

En Ganges, prometió así aumentar el salario de los docentes «entre 100 y 230 euros netos al mes» (110 y 250 dólares), ya que «hay que reconocer y pagar mejor a los profesores».

Foto: David Richard/Transit for Liberation