El municipio de Montpellier, en el sur de Francia, habilitó este jueves la gratuidad del transporte público dentro de esta ciudad de unos 500.000 habitantes con su área metropolitana, con el objetivo de reducir el uso de autos privados y así contribuir a una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Con esta medida, Montpellier se convierte en una de las mayores urbes europeas en optar por esta iniciativa, después de que en 2020 lo hiciera Luxemburgo, con 650.000 habitantes, y en 2013 la capital de Estonia, Tallín, con 445.000 habitantes.

En Francia, alrededor de 40 municipios ya han dado este paso, entre ellos Dunkerque, en el norte, pero todas estas localidades tienen menos población que Montpellier.

«La gratuidad de los transportes es una idea del compromiso europeo, del Green New Deal: el clima y el poder adquisitivo», explicó este jueves el alcalde de Montpellier, el socialista Michaël Delafosse, en declaraciones a la agencia de noticias AFP.

Según el comunicado oficial, «Delafosse quiere hacer de la metrópoli de Montpellier un territorio ejemplar de transición ecológica e inclusiva, un territorio que cuida de sus habitantes, para demostrar que otro modelo es posible», según recogió la agencia de noticias rusa Sputnik.

Los combustibles fósiles, entre ellos el petróleo, representan el 80 % de las emisiones contaminantes que elevan la temperatura del planeta y se busca reducir su dependencia.

«A la vista del precio de la nafta, esta medida puede ayudar a reducir el uso del auto», evaluó una empresaria local.

La gratuidad se impuso poco a poco en esta ciudad del sur de Francia.

En septiembre de 2020, los residentes de Montpellier dejaron de pagar los trayectos en colectivos y tranvías durante los fines de semana. Un año después, el beneficio se extendió también a los días feriados, pero únicamente para los menores de 18 y mayores de 65 años.

A partir de ahora, cualquier usuario local podrá usar el transporte público sin cargo, pero deberá mostrar, en caso de control, un pase válido, renovable cada año con un justificativo de domicilio.

«Hemos equipado todos los trenes de tranvía con dispositivos de conteo. Cuentan, gracias a un haz luminoso, el número de personas que entran y salen. Esto nos ayudará a objetivar nuestra política de gratuidad», explicó Julie Frêche, vicepresidenta delegada de Transportes.

Antes del inicio de la implantación de esta gratuidad, los abonados al transporte público eran 86.000, una cifra que hasta la semana pasada ascendía a 260.000.

Los no residentes y los turistas deberán seguir pagando el boleto de 1,60 euros (unos 1.400 pesos), que incluso podría aumentar.

Para compensar la pérdida de ingresos, la municipalidad se apoyará en un impuesto y, además, prevé un ahorro de casi 2 millones de euros (1.700 millones de pesos) gracias a la supresión de los validadores de boletos y, por tanto, de su mantenimiento.