El papa Francisco ratificó hoy su oposición a la «inadmisible» pena de muerte y ensayó un «mea culpa» por las veces que desde el Vaticano se aplicó ese «remedio extremo y deshumano».

«Me complace hacer referencia a un tema que debería encontrar en el Catecismo de la Iglesia Católica un espacio más adecuado y coherente con esta finalidad expresada. Pienso de hecho en la pena de muerte», aseguró este miércoles en un discurso en ocasión del 25 aniversario de la Constitución apostólica Fidei depositum, con la cual san Juan Pablo II promulgó el Catecismo de la Iglesia Católica

«Se debe afirmar con fuerza que la condena a la pena de muerte es una medida inhumana que humilla la dignidad humana, en cualquier modo que venga ejecutada», afirmó el Pontífice durante el encuentro realizado en el Aula del Sínodo del Vaticano.

«Es en sí misma contraria al Evangelio porque se decide voluntariamente suprimir una vida humana que es siempre sagrada a los ojos del Creador», insistió, como ya había hecho en marzo de 2015 al recibir al comité internacional contra la pena de muerte que encabeza el español Federico Mayor Zaragoza.

En ese marco, Jorge Bergoglio ensayó un «mea culpa» por la actuación del Vaticano en el pasado.

«Desgraciadamente, también en el Estado pontificio se ha hecho recurso a este remedio extremo y deshumano, dejando de lado el primado de la misericordia sobre la justicia», lamentó.

«Asumamos la responsabilidad del pasado, y reconozcamos que esos medios eran dictados por una mentalidad más legalista que cristiana… permanecer hoy neutrales frente a las nuevas exigencias para la reafirmación de la reafirmación de la dignidad personal, nos hace más culpables», convocó por último.