La Cámara de Representantes de Estados Unidos destituyó, en una decisión sin precedentes en la historia del país, a su presidente, el republicano Kevin McCarthy, e ingresó en un período provisional en el que solo podrá adoptar medidas administrativas, pero no legislativas.

Por primera vez en sus 234 años de historia, la Cámara baja resolvió “dejar vacante el cargo de presidente”, con 216 votos a favor y 210 en contra, y como consecuencia de la iniciativa de un legislador del ala dura del propio Partido Republicano.

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El presidente de la Cámara de Representantes es constitucionalmente el segundo en la línea de sucesión presidencial, precedido únicamente por el vicepresidente.

Mientras tanto, la presidencia de la Cámara será asumida provisoriamente por el también republicano Patrick McHenry. Aunque hasta que sea elegido el sucesor formal de McCarthy, la Cámara de Representantes no podrá debatir asuntos legislativos.

 

La moción para debatir la destitución de McCarthy fue presentada por el republicano Matt Gaetz. La iniciativa fue parte de la tensión dentro del Partido Republicano entre el ala dura que responde al expresidente Donald Trump, a la que pertenece Gaetz, y los conservadores tradicionales.

Furia de los republicanos

McCarthy desató la furia del ala ultraconservadora republicana cuando aprobó el pasado sábado una medida bipartidaria de financiación provisional respaldada por la Casa Blanca que evitó a último momento el cierre del gobierno.

Como muchos congresistas, había cuestionado a Trump tras los disturbios de 2021 en el Capitolio y luego percibió que los vientos cambiaban, por lo que rápidamente dio marcha atrás, haciendo un viaje a Florida para hacer las paces con el exmandatario, asegurándose así un apoyo crucial para sus ambiciones como presidente de la Cámara de Representantes.

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Por otro lado, en mayo pasado, McCarthy protagonizó una dura pulseada con Biden acerca de la ampliación del límite del endeudamiento nacional. Entonces logró un acuerdo para evitar un catastrófico impago de la deuda estadounidense y, aunque lo consideró como una victoria de los conservadores, debió enfrentar a partidarios de la línea dura republicana que le reprocharon haber hecho demasiadas concesiones en materia de gasto público.

Su limitado compromiso con los demócratas volvió a ser objeto de la ira de la extrema derecha la semana pasada cuando utilizó los votos del partido rival para prorrogar el presupuesto. La decisión enfureció a republicanos -incluido Trump- que procuraban forzar recortes masivos del gasto y reducir la carga de la deuda del país, que supera los 31 billones de dólares.